LA ESKINA global , periodico cultural

jueves, 17 de diciembre de 2020

LA ESKINA virtual número 26

  LA ESKINA ISSN 1900–4168

No 26, diciembre 18 de 2020  laeskinavirtual@gmail.com: https//laeskinavirtual.blogspot.com/;
Grupo LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M., Gloria Elena Carrillo, Jaime Rojas Neira, Claudio Anaya Lizarazo.
©Reserva de derechos de autor. Las opiniones expresadas en los artículos de esta edición son responsabilidad de sus autores.
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Mauricio Peñaranda; textos de EL ÚLTIMO EXILIO


Obra ganadora por el Area de Literatura, en la Convocatoria Municipal de Estímulos 2019 en la Ciudad de Pereira

Randall Jarrell

Sí piensas suicidarte, que sea un acto sobrio, indiscutible, limpio; que nadie ponga en duda la libertad de tu propósito. Dejas el mar, el mundo de los hombres y los bosques de encantado verdor.

Bajo esta luz crepuscular, sé apenas una hoja que cae.

Rainer María Rilke

Países, castillos, abadías, testigos de mi errabunda soledad. Correr de deslumbramiento en deslumbramiento, de revelación en revelación, tal fue mi vida. Pero la enfermedad me atrapó en plena marcha y el dolor fue una casa por cárcel.

Hoy, en este pequeño lugar, en el cementerio de Raron, bajo esta tierra generosa, mis recuerdos dialogan con la eternidad.

Vincent Van Gogh

Quién lo diría, Théo: los cielos que nos obsequia la muerte son los míos.

Louis Althusser

De este lugar no me rescatarás. Es la especie más extraña y maravillosa de presidio que el azar pudiera concebir: sin guardianes hostiles, analistas y enfermeras; y lo mejor de todo: sin periodistas al acecho que quieran destrozarme con la crónica negra de mi vida y mi responsabilidad en tu muerte.

Mis pesadillas persisten, todo hay que decirlo, pero ya no trascienden la vigilia. En tal sentido, esta situación es lo más próximo a la felicidad. El terror y la culpa desaparecieron. Soy ahora el vacío, Helen, el vacío que sonríe y te besa.

Mauricio Peñaranda

Nació en la Ciudad de Pamplona en 1962. Es escritor, poeta y angeólogo de tiempo completo. Estudió lingüística y literatura en la Universidad de Pamplona, institución en la cual ejerció la dirección teatral. A los seis años de edad, el descubrimiento de los libros lo convirtió en un visitante y en un viajero permanente de sus mundos y universos; ocasionalmente regresa a la tierra, para encontrarse con sus amigos en la Librería Roma, en Pereira, ciudad  donde tiene  su  residencia, y a la cual considera un lugar de ficción escrita palabra por palabra con todos sus habitantes a bordo.

Ha sido ganador y finalista  en diversos concursos nacionales, entre ellos: -el Concurso nacional de cuento Carlos Castro Saavedra; el Concurso de cuento Ciudad de Barrancabermeja; -en el año 2016 fue finalista del Premio de novela corta de la Pontificia Universidad Javeriana, -y ganador en este mismo año de la Convocatoria de poesía de la Colección de autores Pereiranos. Obras publicadas: -Voces de  poetas, Colección autores pereiranos, publicado por la Alcaldía de Pereira, y el Instituto Municipal de Cultura y Fomento al turismo, Pereira, 2016. -Palabras entre dos ríos, (nuevos poetas pereiranos), La Chambrana, Secretaría de Cultura de Pereira, Pereira 2018.

Su libro El último exilio, fue obra ganadora por el Area de Literatura, en la Convocatoria Municipal de Estímulos 2019 en la Ciudad de Pereira

EL LECTOR DE LOS DICCIONARIOS

por Fran Saúl Acevedo Pinto
DIRECTOR DE SORTILEGIO VIRTUAL
DIRECTOR BOLETÍN CULTURAL LA OTREDAD 

S

 entí el flash en la cara, fue cuando los niños de mi escuela, la José Fulgencio Gutiérrez, hacíamos la primera comunión. Con nuestros cirios en la mano, los zapatos Grulla recién embolados, el corte de cabello con el chipolo característico, la camisa blanca manga larga, los pantalones largos que solo usábamos los domingos para ir a misa y ahí las mesas atravesadas en el salón central de la escuela, servidas con las viandas que iríamos a consumir, chocolate, tamal y pan. Sentados en las sillas que nos correspondían, los “flashes” constantes, que no dejaban de destellar. Antes y después de la primera comunión, me vi machucando latas, en el  borde que separa la carretera y el antejardín, no solo yo sino todos los niños de la cuadra, se aproximaba diciembre y la misa de aguinaldo era un acontecimiento para aportar a los villancicos, era muy oportuno, tener listo las panderetas,  lo tenaz era la levantada a las 4 de la mañana, el entusiasmo de los primeros días se hacía notar, pero después quería uno seguir durmiendo, mi madre me zarandeaba y además me decía que  tenía un compromiso con Dios, me levantaba de mala gana pero cumplía y allí volví a ver los flash y quien los tomaba, en la procesión que se hacía antes de la misa. 

Después de terminar mi cuarto de año con éxito en la Escuela José Fulgencio, fui a parar a la Camacho Carreño, me dije que descansaría de la misa obligada los domingos por la mañana, unas veces en la Iglesia de San francisco Asís y otras en la iglesia Chiquinquirá. Mi madre muy sabia y además piadosa me pidió que la acompañara a misa ya caída la tarde en la Iglesia San Vicente Paúl y en algunas misas vi matrimonios, en los cuales estaba el fotógrafo con su cámara de flash tomando fotos. Ya en bachillerato me fui alejando de esos compromisos con mi mamá y aparece un sitio mágico en el cual para entrar y salir había que hacer cola. En la época dorada de La Biblioteca Pública Municipal Gabriel Turbay BPMGT, era muy grato ir a leer y ahí volví a ver al fotógrafo, en la Sala de Referencia, consultando diccionarios y haciendo apuntes en un cuaderno. Cuando tuve la fortuna de entrar a laborar en la biblioteca a la Sala de Lectura General, veía en las claraboyas al fotógrafo leyendo asiduamente los diccionarios de la Espasa Calpe. 

Nunca lo vi explorando otra sala, sino la Sala de Referencia, con el contacto con los compañeros de la Sala de Referencia supe que se llamaba CRISTIAN PEÑA, de mediana estatura, gorra de beisbolista, camisa de manga larga, y un chaleco de algodón, fue su atuendo característico. Cuando la biblioteca cerró por la remodelación, no volvimos a ver a los usuarios asiduos, un día de noviembre después de laborar internamente en la catalogación y clasificación de los libros y ayudar en el proceso físico, de libros recién comprados, bajé al centro a comprar una prenda de vestir para mi hijo, y en la calle 35 con 19, una mano me detuvo agarrándome del brazo, era Cristian que me preguntaba “¿cuándo abren la biblioteca?”. Le contesté: en diciembre, no sé la fecha, cuando se reinaugura la biblioteca, esté pendiente de Vanguardia Liberal. Y sí, el 18 de diciembre del 2019 a las 4 Pm., con la atiborrada asistencia de gente, lectores asiduos, pintores, poetas, bailarines, amantes del arte y la cultura, estaban presentes y Cristian Peña lo estuvo, no podía dejar de pasar este momento histórico para la ciudad. Nuestro director Néstor José Rueda, junto con el Alcalde Manuel Francisco Azuero, reinauguraban la biblioteca. 


Después vi a Cristian en la Biblioteca como un observador contemplando, piso por piso, casi ido, lelo, el cambio en la estructura física y lo acogedor de su espacio, los nuevos libros que se estaban incorporando a las colecciones; tiempo después, cuando vi en el periódico la nota de su fallecimiento, supe que se había ido de esta existencia el lector más viejo de la Turbay. En una entrevista para Tusitala, en la Emisora Luis Carlos Galán Sarmiento 100.7 Fm., el profesor y Comunicador Social, amigo de la casa, Enrique Ordoñez, decía: “La gente cree que el mejor amigo del hombre es el perro, no… el mejor amigo del hombre es el diccionario”. El conocimiento que adquirió Cristian Peña de los diccionarios no solo fue de la Espasa Calpe, sino la de María Juana Moliner, diccionarios de los masones, diccionario Panhispánico, diccionario de sinónimos y antónimos, fue muy amplio y grandioso el conocimiento que partió con él. En sus indagaciones cuando las hacía por la mañana y la tarde, no dejó de llevar un presente a nuestra compañera Ángela Echeverría, (caramelos, frutas, objetos reciclables), tenía a disposición toda la sala, no tenía un puesto fijo, cuando abría el diccionario y en su cuaderno escolar, escribía con sentimiento ese conocimiento que latió toda su vida. 

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HUMO  DE LA VOZ

RELATO DE UN RELATO  

Por Claudio Anaya Lizarazo

La siguiente historia no me pertenece, la oí de un amigo, una tarde en que queriendo jugarle una pequeña gambeta a la cuarentena, coincidimos en la tienda de don Obdulio. Estábamos a mediados de junio, i eso quería decir que éramos sobrevivientes de esa época de encierro de los meses anteriores, con eso les digo todo, pues ustedes recordarán que se podía salir sólo una vez a la semana, i esa salida era para hacer acopio de provisiones, el tiempo se iba en eso i regresábamos al apartamento cuanto antes, pues el temor al contagio era tal, que sentíamos que el virus, del cual en esas fechas poco se sabía, nos respiraba en la nuca.

Al inicio lo oí con cierto desinterés, que se fue disolviendo paulatinamente a medida que mi amigo entraba en el tema i en sus detalles, muchos de los cuales no retuvo mi memoria; la historia no es mía, como les digo, pero su transcripción a texto, sí, porque me llevé de ella en la memoria lo que pude, i después pasé algunos días recordando, redactando i corrigiendo, tratando de escribirla como él la había contado, para al cabo, aceptar, que había logrado la historia en sus rasgos generales i su atmósfera en algunas escenas, pero no su manera particular de contarla, su estilo, notoriamente marcado por el tono de carencia de un hombre ante la visión de la hembra perdida.

Un buen relato, además de la historia i el ejercicio de narrar, requiere de tiempo, decantación que se da sobre los sucesivos borradores i sobre nuestra manera de bucear en las corrientes de esos hechos, i, como resultado de nuestra lucha para someter las palabras a nuestra voluntad de decir, a nuestra imaginación. Sé que es diferente lo oral a lo escrito, cada uno de estos dos artes tiene sus gracias i sus técnicas para encantar; que lo escrito, por su amplia gama de recursos técnicos, permite una incalculable experimentación, consolidación de estilos i un razonamiento tal vez más elevado de los hechos, además de la perennidad que le confieren el soporte físico, magnético o digital, para ser leído cuando se dé ese feliz encuentro del lector con su texto, en la casualidad de las fechas; pero lo dicho de viva voz tiene la ventaja del inmediatismo o el repentismo de la vida, el testimonio de la palabra viva, i ese dejo escénico de encantador milenario que tienen las personas que cuentan una historia ante un público… como mi amigo, que me contó, más o menos así…

“Entonces, todas las ventanas de la sala estaban abiertas, desde ahí se veía parte del parque, por ellas se colaban los sonidos de la noche, en sordina, de la cual salían a veces, un poco más alto, algunos rasgos que permitían identificar un coro de niños, el lejano ladrido de un perro, o los Alisios silbando al pasar por el follaje de unos árboles enraizados a la parte más oscura del paisaje, como al limo de la tierra profunda”.

“Cuando lo pienso me asombro i me digo que es cierto; mis colegas i amistades, como se dice popularmente, con la llegada de la pandemia, huyeron hacia sus asuntos i terruños, i yo, había quedado atrapado i solo en esta ciudad, pero a ella la había conocido hacía un par de días, (después entendí del parecido de los seres humanos con las aves sin rumbo; cada uno de los días de los meses que pasamos juntos me corrobora la actitud de espera, el escrutar del cielo i el consultar las noticias)… no obstante, vivimos siglos en tan pocas horas; encendí la lámpara de la ducha que proyectó un trapecio de luz amarilla sobre el piso de la sala. I ella que, con tan sólo este encuentro íntimo, parecía ya acostumbrada a estar desnuda ante mí, caminó sobre el trapecio de luz, paseó por la sala, evitando ser sorprendida desde la calle, cubriéndose un poco el pecho con las manos al pasar frente a las ventanas”.

“Tal vez me conmovió ese vestigio de pudor, o fue una punzada de sorpresa al reflexionar ante la mujer desnuda como salida de la nada, lo que me hizo experimentar el sentimiento de la ineluctable soledad. No obstante habernos amado, algo había en ella que yo sentía como una distancia de precaución. Quizá, esos hechos que han pasado de la contundencia de una densa i dolorosa realidad a una imagen interior que nos suscita un gesto, i nos dispara un instinto de autoprotección; cosas que no se cuentan pero que no se abandonan. Pensé que después de esa noche se alejaría indiferente, pues ningún recuerdo entrañable nos ataba, ningún sentido de identidad, salvo nuestras aquiescencias físicas o el secreto deseo de espantar la soledad con el juego sexual, que puede crear vínculos permanentes o transitorios, pero también hastíos. Pensé que en el próximo abrazo ya no sería la misma, i también pensé, que las pasadas horas no habían sido más que infinitesimales instantes, pues de ellas sólo quedaba ya, la vaga incertidumbre que dejan los sueños confusos”.

“I, sin embargo, esa noche la mujer continuaba desnuda ante mí, a pocos pasos. Momentos después se cubrió con una manta i acodada en la ventana, observó el último deambular de la noche, apagarse lentamente con el eco de los pasos de los últimos transeúntes i las rondas de la policía motorizada, que tenía la misión de hacer cumplir la orden de toque de queda. Mientras yo me servía otro trago para asimilar la tensión del día, a lo cual ella no quiso acompañarme, terminé dormitando a intervalos i soñando con naufragios, con encuentros de ahogados con hermosas cabelleras de anémonas, en un mar tan negro como la noche, donde cada objeto o cada cuerpo se empecinaban en conservar una fidelidad loca a su reposo, una obediencia estúpida a un destino, tan incierto como el futuro que anunciaban las noticias en los videos de las redes sociales, en los canales de televisión, en las perennes estaciones de radio. Ahora, después de un tiempo, recuerdo: Una mujer desnuda cruza ante mí, dejándome la sensación de los tragos amargos. No en la boca, sino el vacío de recordar dos meses de necia aventura, como todo en el hombre, quizá, es necio. Una mujer es inventada i hecha de palabras, como todo, como el amor i la posesión. No pude haber tenido nunca su cuerpo resbaloso entre mis brazos, tan dulce i terrenalmente”.

FOTO TOMADA DE INTERNET
Neptuno y ninfa. Bernard van Orley (Bruselas, entre 1487 y 1491 – Bruselas, 6 de enero de 1541),
https://educomunicacion.es/arte_erotico/renacimiento_arte_erotico.htm

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Edición y dirección: Claudio Anaya Lizarazo.
Diseño y diagramación: Gloria Inés Ramírez Montañez
Bucaramanga, Colombia.

viernes, 4 de diciembre de 2020

LA ESKINA virtual número 25

 LA ESKINA ISSN 1900–4168

No 25, diciembre 4 de 2020 laeskinavirtual@gmail.com: https//laeskinavirtual.blogspot.com/;
Grupo LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M., Gloria Elena Carrillo, Jaime Rojas Neira, Claudio Anaya Lizarazo.
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Algo sobre estética

Por Andrés Alfonso (artista plástico santandereano)

Andrés Alfonso

Para concluir no he de dejarme en el tintero lo esencial: se vuelve regenerado de tales abismos, de semejantes enfermedades graves y en particular de la enfermedad de la sospecha; se vuelve como si se hubiera mudado de piel, más cosquilloso, más maligno, con un gusto más sutil para la alegría, con un paladar más fino para las cosas buenas, con la inteligencia más alegre, con una segunda inocencia, más peligrosa en el placer. Se vuelve más infantil y al mismo tiempo cien veces más refinado que antes.

La especie humana intenta caminar en medio de la desesperanza de la realidad, el humano pretende desvelar aquello que se oculta ante su posible mirada, desentraña lo marchito y prueba la sal de los soles que se derrite con la luz de nuestros días. Hablar de estética implica hablar de metáforas y de ensueños que son translúcidos ante las paredes confusas y obscuras, abstractas y palpables de nuestro presente; pero la estética también se adentra en campos científicos y en eslabones religiosos, morales, éticos y políticos, y por supuesto, en lo filosófico. 

El hombre, al igual que todas las especies de nuestro planeta, intenta buscar un medio por el cual comunicar aquello que está pensando o sintiendo, deseando o soñando y de manera coherente plasmarlo en el entendimiento de su interlocutor, aquél interlocutor no necesariamente tiene que ser de su mismo género o especie, puede que sea, otro Ser de otro reino totalmente diferente, es decir, el hombre puede pretender comunicarse con la Luna o con el Lunes, con las aves o con las rocas, con las hojas o con las letras… en fin, la comunicación ha sido la base de la ingenuidad de la razón, y por lo tanto algo que aún no hemos logrado desarrollar con total transparencia.

Para ello, el hombre ha desarrollado diferentes modos de lenguaje y desde sus inicios ha intentado plasmar sus dolores y alegrías, hazañas y desaciertos; si bien es cierto que nuestros abuelos se sorprendieron y admiraron ante el rugiente canto del relámpago, bajo el frío y cálido llanto de la lluvia, sintiendo el suave beso del viento y sobre la áspera piel de la Tierra se trazaron sus primeros pasos; el primer Adán  pretendió comunicar esa cosa que gritaba desde su subterránea conciencia y deseaba trasladarla sobre efímeras rocas del presente, gracias al desarrollo motriz de su cerebro o tal vez gracias a aquel Titán  portador del rayo, quien sacrificó su hígado para ofrendar  la luz a los mortales, el Sapiens, pudo desdibujar sus primeras líneas del lenguaje y escupir sus primeros gritos de miedo hacia los cuatro vientos de su existencia; de este modo, la línea, la forma y el volumen hacen parte de aquél homínido indagador de la vida, con ella no sólo ha podido manifestar y conjurar el sentido de su existencia, también se ha valido de ello para crear símbolos y signos, que sirven para traducir el comunicado que sus latentes pasos le han querido notificar.

Poco a poco estos signos se han venido puliendo sobre la roca de la humanidad, y el hombre ha desvelado muy lentamente el manto que la naturaleza ha ocultado ante su mísera mirada; me refiero estrictamente a la caligrafía, a saber, ella se deja delinear por el dibujo y desdibuja muy lentamente parte del pensamiento o sentimiento humano, dejándose descubrir sin mayor pretensión por aquel hombre que logre cautivar sus misterios.

Gracias al miedo, al dolor y al hambre que la majestuosa naturaleza le imponía al débil humano, el hombre encontró formas y medios de comunicar su respeto, pretendió venerar y sacrificar sus huesos para calmar la furia del imponente ser divino que lo había creado; es así que el dibujo le sirvió para delinear sus contornos naturales y de cierta manera el homínido pudo hallar un método de interconexión con lo divino, con lo sagrado, con lo venerado y lo nunca alcanzable; simplemente él era un instrumento que manifestaba los designios del tiempo.

Los manuscritos iluminados, son apenas un ejemplo de la integridad física y mental que un hombre necesita para traducir lo que su genio creador le desee comunicar, sin importar su nombre, títulos o lujos, el escriba simplemente pretendía ser de utilidad para que la divinidad de la estética se manifestará en todo su esplendor y dejara la marca de la creación impresa sobre el papel de la existencia. Así mismo los obreros de las catedrales góticas, levantaron sus cimientos bajo estrictas razones divinas y coordenadas sagradas, que sólo los iniciados llegaron a conocer; la relación entre el cielo astronómico y la tierra sacra, era respectivamente desarrollada para que sus pilares fueran edificados solemnemente sobre enormes rocas de conocimiento y el amor y el respeto por lo sagrado, prevaleciera firmemente para la eternidad; la voluntad creadora de los arquitectos, buscaba elevar su espíritu por los cielos y de esta forma regocijar su Ser ante la majestuosidad de la creación.

Es entonces que me atrevería a afirmar que el hombre creador, obrero o monje de su propio templo, simplemente buscaba comunicar a través de la línea, la forma, el color y el volumen, la sabiduría que la voluntad le permitiera manifestar; por ello, su oficio era la representación de la representación del Ser con el Universo, del macro con el micro cosmos; Ora et Labora , legi, legi, legi et relegi, era tan sólo una parte de su entrega fiel y firme para con su genio creador.

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Dejando a un lado la historia del hombre y, por ende, la historia del arte en nuestras civilizaciones, que de una manera intencional he querido traerlas a mención, debo continuar hablando del humano como ser creador, pero no sin antes, plantear unas de mis posibles preguntas: ¿Creador de qué? ¿Utilizamos el arte como herramienta para la manifestación de la voluntad? ¿Realmente el hombre es un instrumento de la creación? ¿Qué papel juega nuestra sociedad actual en relación con la voluntad creadora, que supuestamente se manifestó durante siglos en la historia del homínido, como aquel Sapiens creador?

Para ello, es muy importante afirmar que el hombre del presente basa sus conocimientos divinos en saberes populachos, impuestos por una masa creadora de ruido y banalidades efímeras que sólo se viven en nuestra contemporaneidad, y que su sabiduría se refugia en el todo vale, en el facilismo y en la mediocridad; es muy triste echar un vistazo a nuestro alrededor y observar cómo nuestras sociedades se alimentan de un arte que aparentemente está dirigido a un público intelectual, un público refinado, educado, culto; pero en realidad, nuestros genios creadores o seres que representan el mandato de la divinidad, no dejan de ser bufones que realizan sus piruetas sobre la cuerda de la existencia, y a cambio, reciben los aplausos y salivazos de una gran masa obesa de ansiedad, que busca ser aceptada por la moda, el ruido y la gritería de la plaza pública; a eso le llaman cultura.

Nuestros hombres actuales sólo quieren obtener títulos, reconocimientos, aplausos y devociones; la laboriosidad del hombre creador ha sido reemplazada por la mediocridad de la apariencia, el arte de engañar, del presumir una fingida superioridad intelectual, con el simple hecho de llenar sus obras de arte con palabras vacías y rebuscadas, tal vez halladas en el basurero de nuestra realidad o tal vez en el basurero de sus conciencias; nuestras actuales clases dirigentes, se mofan de tener los mejores representantes de nuestro arte y le llevan al oído inútil del pueblo, un griterío que se abraza con el pensamiento mediocre de la muchedumbre.

De esta manera es muy común encontrarnos con supuestas genialidades como Gabriel Orozco, por sólo mencionar una; quien determina su lenguaje creador por medio del simple hecho de espichar con sus manos un trozo de arcilla, para aparentemente representar lo cotidiano y lo bello, y bajo ello, hace toda una connotación aclaratoria para justificar su título y estúpida creación: mis manos son mi corazón, 1991. En 1999 coloca en la arena unas latas oxidadas y las llama: carta blanca, argumentando con lecciones de fe, que está invitando a la reflexión y que está haciendo una metáfora muy fiel de los hombres que viven cerca al mar. La fe es la que hace que el espectador crea que lo que está viendo es realmente una bella pieza escultórica o pictórica, la fe es la que permite que el público admire lo que sus ojos ven y por medio del miedo a no ser aceptado por una comunidad o grupo social, él dice que el arte es bello, sublime, habla del color y la forma como cuando un loro repite lo que su amo le insiste. Sencillamente nuestro pueblo es dirigido al borde del abismo y él quiere ser llevado, le encanta ser degollado.

Citando un ejemplo más reciente y en nuestra ciudad, vemos cómo nuestras instituciones, nuestros líderes políticos, espirituales y académicos, se inclinan por aceptar y apoyar un arte totalmente falto de principios básicos y elementales, como lo son: la rigurosidad, la disciplina y la responsabilidad; es así que nuestros habitantes ya están acostumbrados a ver cualquier cosa pegada en la pared de un museo y darles el atributo de una obra de arte; son miles los casos que advertimos constantemente en nuestra capital y nuestro sentido o nuestro criterio de valor por la estética, sigue aceptando lo que nos ofrecen como bello o como arte. 

Por mencionar otro simple ejemplo; en la calle 37 con carrera 23 esquina, encontramos la fachada de una casa pintada de rojo afán y aun así, al genio creador se le ocurrió contratar obreros para que escribieran por él, unas letras de un poeta chileno y decir que es una apropiación del concepto universal de lo creado y por sí mismo, ya así cualquier objeto es bello; esto quiere decir que la mediocridad reina en nuestras calles y que el hollín de la ineptitud y corrupción mental, ahogan nuestros sentidos de responsabilidad con nuestra época y con nosotros mismos, el “todo vale” triunfa una vez más en nuestra amada Bucaramanga.

Vemos personajes que afloran en medio de este basurero intelectual y que se disfrazan de sabios interlocutores con lo estético, diseñan y traman desde sus cómodas sillas culturales, el designio artístico de nuestra sociedad bumanguesa, aclamados y respaldados por los supuestos títulos de curadores de la verdad. Convocatorias, premios, pasantías, becas y demás reconocimientos son otorgados místicamente entre parlanchines conceptuales que infundan la descontextualización universal de lo real e intangible, como lo es el mundo que nos rodea; tirarles carne a los chulos, jugar a pintar mamarrachos dignos de un párvulo, salpicar telas con pigmentos primarios, manifestar conocimientos escolares e infantiles en el mundo del color, les permite andar por los andenes de nuestra ciudad y mirar al espectador con un desprecio fugaz, porque los espectadores simplemente no entienden lo que están vendiendo con el susodicho seudónimo de arte; ser premiados por colgar chancletas y zapatos en una pared, les permite babosear frases de un supuesto interior social, basados en la superchería estética y en la fe ciega del creyente en lo sublime, en la originalidad de su creación. Susurran ante el lente fotográfico y se hacen llamar videos-instaladores, empañando el macro ojo de nuestro presente con sus discursos recurrentes y repetitivos.

Al parecer necesitamos replantearnos nuestra posición como comunicadores de lo sublime, enfatizar claramente los símbolos que se manifiestan en un cielo despejado y brillante, como lo es el cielo Bumangués; versar la luz que abraza el azul de la noche e iluminar nuestros pasos bajo las tinieblas de la creación, necesitamos crear y creer en la belleza, dejar a un lado los títulos y aplausos que se escuchan con una algazara de feria e irrumpir furtivamente desde el silencio de nuestro taller. Una vez más debemos estar en la intemperie del conocimiento y desarrollar nuevos métodos de lenguaje con lo divino, y a su vez, retomar la comunicación que nuestros sabios abuelos desarrollaron y que, de cierto modo, edificaron sobre los cimientos de nuestras civilizaciones.

Desde un punto de vista puramente escolar y desde mi posición como infante de la vida, debo aceptar que todo es parte del proceso y que el caos, es la única herramienta que tenemos para la creación; tal vez surja de este basurero conceptual una nueva llamarada de seres distintos, que sean capaces de desarrollar un método por el cual, la humanidad deba comunicar la verdad y la mentira unida por un mismo trazo, por una misma línea y que el dibujo como ente unificador de la existencia, sea la razón para estar vivos en este océano de modas y títulos superpuestos en realidades latentes y conformistas, que sólo necesitan del ruido y de la cebada, para calmar la sed que ha dejado tanto afán y tanta comodidad laboriosa; dicho de otro modo, es necesario depurar lo que nuestros ojos ven y lo que nuestras instituciones y nuestros líderes nos ofrecen como arte, ser más radicales con el pensamiento y con la obra que realizan nuestras manos, sin necesidad de presumir los aplausos de un público que a veces juega a ser mediocre y otras veces cree que puede llegar a ser dios en la tierra.

 Bibliografía

ESQUILO. Obras Clásicas de Siempre. Prometeo Encadenado. Biblioteca digital Ilce. Disponible en. Línea http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/PrometeoEncadenado.pdf 2019

MOGOLLÓN, Andrés Alfonso. Ensayo Crítico: Qué es lo que se conoce Como Arte. 2017

NIETZSCHE, Friedrich. Obras inmortales I: La gaya Ciencia 1ª edición. Barcelona: Olmak Trade S.I, 2014

SCHMIDLIN, Clemens. GERNER, Eva Caroline. El Gótico. China: Quality, Servicios Globales Editoriales, S. A.  2008

_________BREVE BIOGRAFÍA_______

Andrés Alfonso Breve Biografía Artista Santandereano nacido un sábado 27 de agosto del año 1983, Ingresa a la Universidad Industrial de Santander e inicialmente se matricula en la Escuela de Filosofía y Letras; sin concluir la carrera formal en filosofía, decide matricularse posteriormente en el año 2008 en la escuela de bellas artes, en dicha universidad. Insatisfecho con lo ofrecido por la escuela de artes UIS, en el año 2011 Andrés Alfonso, se radica en la vereda de Acapulco-Girón, para estudiar en el taller del maestro Alexander Alvarado, posteriormente viaja a Bogotá para visitar y estudiar en el taller del maestro Andrés Alarcón; así mismo, recibe talleres en Floridablanca/Santander, de la mano de los maestros Oscar Duran Barrera y Henry Flórez Soler. 

Una vez ingresado en la academia de artes UIS, participó en las diferentes exposiciones colectivas que se realizaron en sus años como estudiante de artes. Posteriormente y antes de finalizar sus estudios universitarios, en el año 2016 realizó su primera exposición individual, en la Casa del Libro Total. Andrés ha tenido la oportunidad de que parte de su obra artística haya sido publicada en el catálogo para artistas internacionales, como lo es el libro impreso: Leonardo 2017 y 2018 publicado y editado por la Galería Arte Libre, en la ciudad de Zaragoza-España. Así mismo participó de forma colectiva en el evento regional Festival del Centro Con Las Salas Abiertas en el año 2017, en la Alianza Francesa de Bucaramanga y en diciembre del 2019, presenta una muestra individual e independiente en la Pelugrafía ZigZag. 

 Andrés Alfonso se considera a sí mismo como un estudiante de la línea, la forma y el color y por ello, tarda mucho tiempo en exponer al público de forma individual sus estudios pictóricos y su obra creativa; ya que diariamente persigue con rigor la búsqueda del conocimiento y constantemente continua en su diario aprendizaje; por ello mismo está estudiando de forma virtual, un taller de retrato realista con el maestro Javier Arizabalo y recibe también un MasterClass por parte del maestro, Jaime Valero; a su vez, de forma virtual está estudiando dibujo realista con el maestro, Diego Catalán. Inclinado por el oficio del pintor, Andrés intenta mostrar y enseñar al público, lentamente, parte de lo que va prendiendo en su andar por el mundo de las artes; es así que Andrés Alfonso puede ganarse la vida como Pintor y Dibujante sin que esto le desmerite el honorable título de: estudiante del color


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lunes, 23 de noviembre de 2020

LA ESKINA VIRTUAL número 24

LA ESKINA ISSN 1900–4168

No 24, noviembre 23 de 2020 

laeskinavirtual@gmail.comhttps//laeskinavirtual.blogspot.com/
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DESPOJO VERSUS ACCIÓN COLECTIVA
500 semillas #5
Por JE-Cordero-Vi
Llevamos 30 años y algo más viendo los ataques del modelo económico neoliberal que pretende traspasar todo lo público a manos de las corporaciones privadas. En esa carrera se han arrasado logros que se tenían en diferentes países y que constituían fuentes de financiación para hacer inversiones sociales y para tener en los estados equilibrio de renta sociales para aguantar el vaivén del mercado. Hoy es poco lo que queda de eso en todos los países. Y esa fue la gesta económica que empezó con Margaret Tatcher, Reagan, Bush hasta llegar a Donald Trump. Esa gesta es la causa por la cual hoy, finales del 2019, tenemos ejemplos de países en crisis ocasionadas por el desequilibrio financiero de sus estados. Mencionemos ahí el caso de Chile, con un gobierno como el de Piñera que no aguanta el vaivén del mercado. Por ejemplo, colocó las pensiones en manos del corporativismo capitalista. Por lo tanto, se ha perdido la estabilidad laboral y hay estallidos sociales que son ahogados de manera aleve en la sangre y en el gas lacrimógeno, puesto que estos gobiernos de las corporaciones, que avanzan por Asia, África, Europa, Sudamérica y en casi todos los lugares del mundo, son agresivos, tienen de su lado todo el poder y al frente la indefensión. Porque la gente creyó, ahí está el error de los chilenos, porque desde que se crea en algo se tiene un pie en el fracaso. No se obedece al conocimiento de cuál era la intencionalidad del mercado y hoy las inmensas fortunas aparecidas en estos 30 años en Chile y en todo el mundo, son la respuesta. Es que son exorbitantes, el mundo pasó a manos de poquitas familias. Para hacerlo gráfico es como si de 1000 pasara a 2. Pero vean las estadísticas de Oxfam, fundación digna de crédito en todos los ámbitos, y podrán cerciorarse.

La lección es que el golpe de estado en Chile contra Allende inauguró la era del choque que se ha empleado en estos treinta años por todo el orbe, en grande y en pequeño. Y les ha dado frutos porque las leyes se ponen del lado del mercado acumulando riqueza con base en el miedo, miedo a lo desconocido. Y así se hizo lo de las Torres Gemelas y la invasión a Irak. Cuando hay conmoción es más fácil que la gente acepte reformas. Y eso se ha hecho en todo el globo. Por lo tanto, el shock del cambio climático va a ser aprovechado. En un principio acudían al negacionismo, hoy día se está desarrollando una red depredadora capitalista en la cual se acepta y se utiliza el shock del cambio climático, shock del calor, de la escasez de agua, de deshielo y de inundaciones. En el futuro va a ser escabrosa la forma como lo van a hacer para poner a su favor todo eso. Va a ser una embestida tal para ponerse en una posición de ventaja definitiva, como los únicos que pueden trasladar recursos ingentes para para hacer frente a la calamidad. Mientras tanto, el trabajo esclavo masivo les va ayudar en ese cometido. Ellos, las corporaciones y sus gobiernos, de esta manera lo van a hacer.

Lo anterior permite deducir que el elemento central que los pueblos deben sacar entre todo esto, es poner en la ideología y en la acción el colectivismo. Porque si la tónica general es preferir lo privado pasando a manos llenas todos los recursos públicos, una traba efectiva que se les puede poner al frente es el trabajo colectivo, la visión colectiva en la acción de las comunidades, lograr que haya sentido de comunidad. Si hay esto e ideología favorable no seremos proclives a destrozar la unidad en los sectores locales, en donde se mueven los recursos de la tierra, que es por lo que ellos vienen ahora. Impedir que se lleven los recursos y que manejen los recursos, eso solo lo pueden hacer las comunidades organizadas mediante tareas colectivas. Porque estamos hablando del lado donde no hay capital, entonces quedan los brazos para hacer unidad y defender los recursos. Esa unidad de defensa implica desde la maniobra física directa, como por ejemplo, poner un dique para que la comunidad no se ahogue en la inundación, hasta crear formas de economía locales y defenderse y bloquear el funcionamiento del sistema.

La unidad, la paz en la comunidad y la acción colectiva, son estrategias coherentes con lo que se está defendiendo, en este caso el medio ambiente, la protección de los ecosistemas, porque esos ecosistemas no entienden de propiedad privada ni de fronteras. Por eso la orientación hacia el trabajo colectivo es coherente porque traspasa todas las demarcaciones catastrales y escriturales, judiciales y jurídicas, para ir a cuidar la tierra que está siendo devorada por un hongo o asaltada por un fenómeno climático, aunque esa tierra pertenezca a un potentado.

Quiere decir que el colectivismo debe ser arrollador, debe pasar por encima de las leyes que defienden el capital. De esta manera se logra unir a las comunidades en defensa de la Madre Tierra. En otras palabras, hacer frente a la catástrofe ambiental que se avecina pasa por el colectivismo, por soluciones como la minga, el trabajo cooperativo en torno a la comunidad local.

Educar a nuestros niños y bebés en el trabajo voluntario gratuito, la unidad local, el trueque y demás, son la alternativa, la escuela y la cultura de resistencia, las únicas con las que se podrá acceder a nuevas formas de lucha superiores, tecnológicas, directas y de hecho en el futuro cercano.

Noviembre 2019
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ALERTA MÁXIMA

500 semillas #4
Por JE-Cordero-Vi

La edad del pánico ha llegado y es correcto sentirlo. Esta proposición fue hecha recientemente en el periódico New York Times por el periodista y escritor sobre temas ambientales, David Wallace-Wells. Él se refiere al pánico de quienes estamos sintiendo y presenciando el adverso cambio climático. Dice que hace unos años el alarmismo ambiental de un científico era sinónimo de mala reputación, pero eso ha cambiado desde 2018 ante la ola de desastres cada vez más frecuentes, como los incendios que ahora consumen millones de hectáreas en los dos hemisferios terráqueos, por no hablar de cosas peores, incluso, con más víctimas. Wallace-Wells comenta que James Hansen, el adelantado científico de la NASA que en 1988 advirtió sobre el calentamiento global, hoy critica a sus colegas por su reticencia, manera de expresarse que ocultó información maliciosa o irresponsablemente. Es como si ahora ignoráramos intencionalmente que la ONU ubicó en 2030 la fecha límite para evitar que la temperatura sobrepase los 1.5°C por encima de la que teníamos en la era preindustrial. Y que hasta ahora la cuenta va en 1° y que ya asoman efectos que hacen insignificante cualquier previsión, mitigación o adaptación. Y (alarmismo de Wallace-Wells) que alcanzaremos el medio grado más para 2040 y así, década tras década hasta los 4° en 2100. La reticencia se está derritiendo de calor.

Aquí entro a decir: hablar sobre qué ocurrirá después de los 4°, es como preocuparse por el peinado de quien se está ahogando en el río. De ahí en adelante es posible que nada sea posible, pues nuestra ciencia no está preparada para hacer ese tipo de cálculos sin caer en el terreno de la especulación. Y también entro a recordar que el alarmismo ha sido llamado así por quienes obtienen lucro si la producción y la economía no cambian su vieja manera de hacer las cosas. Es como la reacción del borracho en pleno furor de la fiesta cuando le dicen que se acaba porque el vecino debe madrugar al día siguiente: ¡quien debe madrugar es él, no yo! El antialarmismo es una de las campañas pagas del negacionismo, facción enquistada en el poder de Estados Unidos ahora mismo y de muchos países del mundo. De vieja data son conocidas las sumas de dólares que desde esta falange fluye hacia organizaciones no gubernamentales, universidades, staff de opinadores, medios de comunicación y redes sociales, que, al enfrentarse a evidencias tan fuertes como huracán, incendio forestal, sequía o inundación, inventaron la escuela filosófica de la postverdad (duda de todo, incluso de la verdad) y la contraevidencia (le repito mil veces que esta mano mía está siendo movida por usted, créame).

Comparto la afirmación del escritor mencionado acerca de ir al rescate del mal llamado alarmismo, pues no estamos borrachos: nuestra descendencia no disfrutará una fiesta que ya terminó. Y comparto mi reflexión sin orlas antialarmistas: somos río próximo a lanzarse perdido en un abismo de profundidad tal, que el agua toda se evaporará antes de llegar al fondo. Hubo posibilidades de cambiar el curso. Ya no hay. Todo tendrá que hacerse bajo el más grave riesgo, como disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45% en el 2030 (sobre la medida de 2010). Riesgo: alcanzar esa meta implica 11 años de reducciones continuas, pero lo que hay en 2019 son planes de extraer todo el petróleo posible y de lugares imposibles que multiplican los daños ambientales, planes de prolongar el uso del carbón, planes de intensificar la minería de muchos compuestos útiles para aumentar el poder financiero y militar de la industria fósil, para arrasar con los bosques más vitales que quedan (Suramérica, África, Oceanía) y extender sobre ellos la mancha urbanizadora, fabril, vial. Y planes para que la población aumente: mano de obra barata y miles de millones de bocas consumiendo mercancías de marca global de un solo dueño. Ante panorama tan alarmante, debemos pensar muy bien qué hacer. Para eso ayuda el llamado de David Attenborough, voz conocida en los programas “Planeta Tierra” de la BBC y ahora una conciencia ambiental: “Si no lo hacemos, actúa. El colapso de nuestras civilizaciones y la extinción de gran parte del mundo natural está en el horizonte.”
(marzo 2019)

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LA ESKINA global proyecto cultural y educativo.

Edición y dirección: Claudio Anaya Lizarazo.
Diseño y diagramación: Gloria Inés Ramírez Montañez
Bucaramanga, Colombia.

martes, 10 de noviembre de 2020

LA ESKINA virtual número 23

 LA ESKINA ISSN 1900–4168

No 23, noviembre 10 de 2020 

laeskinavirtual@gmail.com: https//laeskinavirtual.blogspot.com/
Grupo LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M., Gloria Elena Carrillo, Jaime Rojas Neira, Claudio Anaya Lizarazo.
©Reserva de derechos de autor. Las opiniones expresadas en los artículos de esta edición son responsabilidad de sus autores.
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Jorge Mario Yepes Velásquez

De un libro de crónicas de próxima publicación, presentamos este adelanto donde se mezclan el desenfado y el humor, tan escasos en nuestra literatura y tan necesarios en este año de la pandemia.

EN UN AVIÓN DE ACES

En un vuelo a Arauca, en un avión pequeño, un niño me tenía loco.

–Señor. ¡Déjeme la ventanilla! ¡Déjeme la ventanilla!...

Y yo no quería. A mis treinta y ocho años, todavía me maravillaba, incluso ahora, mirar hacia abajo desde las alturas de un vuelo.

–¡Mamáááá! ¡Dígale a este señor que me deje la ventanilla!

El niño estaba realmente empecinado con la ventanilla… La mamá volteo a mirarme, no se acomodaba aún en su silla y traía todavía puestas esas gafas oscuras grandes que se ponen las damas para taparse también la cara en el Sol de Palonegro…  Me suplicó con una sonrisa de obra de arte de la naturaleza a la vez que se quitaba las gafas, que le dejara el puesto al muchachito: “a ver si se calla“ –me indicó con su gesto.

Pues, a mí se me quitó lo niñito y ya no le puse más cuidado a la ventana. Mi atención se concentró en la señora de las cejas enmarcadas en esos ojos de respirar duro y mirar despacio. Y como ella iba sentada un puesto más adelante, me fui hipnotizado, mirando ese cabello negro profundo y su perfil delicado cuando volteaba a ver al jovencito. Reuní todo mi atrevimiento y me levanté para sentarme a su lado. 

Esta mujer olía, se veía y hablaba, como se oye huele y luce, una dama que se aparece en un sueño bonito. Estaba perfectamente peleada con su esposo, quien como dice Álvarez Guedes, el cubano: "Había que quebrarle el bastón y matarle el perro, pues tiene que ser ciego quien deje una mujer así de especial"...

En la escala que hace la ruta en el Aeropuerto de Tame, ella y su hijo se bajaron a almorzar. Desfiló al restaurante como la muñeca de la película de Pocahontas, morena canela y delicadísima de rasgos, los invité a sentarse a mi mesa, más por no estar solo, y en cambio tener una compañía sociable y agradable. Le dije que estaba visitando el proyecto de Cañolimón-Coveñas y ella me contó que iba a visitar a sus hermanas; le dije que me quedaría dos días y ella me dijo que estaría toda la semana.

Le sugerí que podríamos, al otro día, ir con sus hermanas a comer pizza y a charlar; me dejó el teléfono apuntado en una hojita y la puse en mi agenda.

Al otro día en la tarde de la última luz, me acordé de la señora y del teléfono, la llamé, le invité con sus hermanas y el niño a la pizza.  Me citó en la cafetería del Parque de Arauca, a las 7:30 llegó sin muchacho. Con una hermana y el novio, con diez años menos, enfundada en una blusita y una faldita, de medidas exactas para que no se viera más ni se imaginara menos. Desde esa noche viví el episodio que cantan Joaquín Sabina y Rocío Durcal, por siete años seguidos, de veranos, inviernos, el bar y nos dieron las dos y las tres y no tuvimos ni culpas ni remordimientos. Sólo abrazos, hoteles, los besos que canta Montaner con río y desembocadura, camas destendidas, moteles, ratos, tiempos, días, horas y miradas eternas y medidas… largos ratos de mirarnos a los ojos, tomarnos de la mano y la promesa de algún día envejecer juntos hasta el día en "que no hubo nadie detrás de la barra del otro verano, fue hace tiempos, romance de novios que no tuvimos. Caricias que nos hacían falta, en el inventario de los afectos, lágrimas que no habíamos llorado por llorar otros asuntos, amores prohibidísimos del último tango o el erotismo de Passolini, una canción de Arjona o una ranchera de “amanecí otra vez, entre tus brazos”... y a estas alturas, “probablemente ya,  de mi te has olvidado”.

Estamos ahora envejeciendo juntos, yo por acá y allá ella, en no sé dónde. Encontré su foto en la red, le mandé una sonrisa, ella me recuerda, nos dieron las diez y las doce y los sesenta años de recuerdos y sin culpas, todavía camino de la mano con ella en ciudades donde nadie nos conoce, entrando a cuartos que ya no existen…



ANTES DE QUE LE DESATORNILLARA LA MADRE

Por Jorge Mario Yepes Velásquez

Tenía mi oficina, al frente de mi casa en un local al lado de los postres y ponqués (casa de don Rodrigo Prada Lloreda) en la calle 48 con 27. Salía de mi primer matrimonio, cargado de errores y con el más grave a cuestas: pensaba que hacía las cosas bien. 

Me llamaron el viernes de una empresa de palma africana, de las que hay por San Alberto, Cesar. Hay o había varias; de pronto Humberto Loza o los Gamarra, saben cuántas quedan. No me grabé los nombres, ni quién me llamó. Me recogían a las 5:30 A. M., el sábado, en un taxi en la puerta de mi negocio. Ellos me llevarían a la plantación, me recibiría el ingeniero encargado y me guiarían a un Box Culvert (paso debajo de carretera encajonado en concreto para servicios y accesos). A fijar unas tuberías de riego y línea múltiple, la persona que me llamó sabía bien mi oficio, pues me dijo qué herramienta llevar y qué tipo de anclaje requerían; con referencia exacta en el manual de ingeniería.  No negoció mis honorarios. Como si fuera cronometrado, el taxi llegó a la hora y fuimos con rumbo a la plantación.

Viajé cómodo, al llegar, me recibió el ingeniero de planta; me comisionó tres operadores de mantenimiento y caminamos a pie como 20 minutos. En el sitio había colocada una planta eléctrica y habían instalado luces debajo de la carretera y todo estaba listo para hacer el trabajo lo más rápido posible. Al mejor estilo de las empresas de clase mundial. El trabajo se hizo sin contratiempo, yo estaba aterrado con la eficiencia de la logística. Terminé rápido. No podía creer tanta eficacia. De regreso a las oficinas de la plantación, le pregunté a uno de los comisionados, por qué tanta eficacia…  

La guerrilla no joodaa! Acá el que llega se va rápido y sólo se quedan los que se pueden quedar –me dijo.

–¿Y qué?... ¿Les toca pedir permiso? pregunté. El hombre no me contestó, pero increíblemente le cambió el tono sabanero por un acento de conferencista ideólogo y se dejó venir con un fragmento del problema social colombiano, el maltrato al campesino y la distribución de la riqueza, con un vocabulario que me descolgó la mandíbula. (Donde me hubiera seguido hablando un rato más, abrazo, el marxismo leninismo como religión)...  ¡Qué berraco tan adoctrinado!

Afortunadamente llegamos a la oficina. En cuestión de media hora salió mi dinero en efectivo, el taxi estaba esperando cargado con mi herramienta y a punto.

Se me acercó un joven:

Señor, déjeme ir a Bucaramanga con usted. Eran como las tres y media de la tarde.

Con mucho gusto le dije. Subió una maleta y un equipo de sonido y nos fuimos.

Por La Esperanza ya no bajaban carros, la carretera estaba muy sola; ¿ya se imaginaron ustedes? Sí.

La puta guerrilla atravesó un planchón de tractomula  –nos dijeron los que venían a pie por entre la fila de carros donde nos encajamos.

–Están dando un discurso a tres curvas de aquí a los del pueblo y es obligatorio.

Qué le vamos a hacer pensé y me desgrané en madrazos

– ¡Ah vida pa' hpta!  Ahora cuándo darán paso estos mlprds  –tengo un vocabulario enorme gracias a que pisé muchos colegios. De pronto dice el joven a quien dejé subir al carro,

¡Ay! ¡Yo no he visto nunca a un guerrillero! ¿Vamos a verlos? Y antes de que yo le desatornillara a su madre, el chofer dijo: –¡Sí, vamos a verlos!... y se fueron los dos.

Yo me quedé sólo y enojado en el puesto de adelante. El Calor y el cansancio me estaban cerrando los ojos, cuando suena ese estruendo tan bravo. ¡PUUUM! Abrí los ojos y vi venir ese taco de gente corriendo despavorida y gritando:

–¡El ejercito! –en un segundo ya no había nadie. Todos debajo de los carros, en los huecos de las cunetas... qué se yo.

Me tiré en el cojín del carro, iba en el puesto de adelante, me golpeé con la palanca de cambios, pero no me moví. Oía los disparos muy cerquita y pensaba que:

–Si esos guevones están tan lejos, ¿por qué los oigo tan cerca?...  Y levanté la cabeza y con mucho cuidado, miré hacia atrás. Había dos soldados escudándose en el baúl del maldito carro donde yo estaba. Abrí la puerta de mi lado:

–¡Ooole no joda manito, cómo se le ocurre disparar esa joda acá, ¿no ve que yo estoy aquí entre este carro?" –le grité al que podía ver bien. El otro seguía disparando...

–¡Coma mieeeerda! Si no le gustó venga y me prueba la derecha dijo el soldado con acento de Medellín.  

Deje de disparar mientras me bajo  le dije. Agarré mi herramienta de fijación y salí como rata de cocina. ¡Muchachos!, algo seguía sonando muy duro, como cuando se golpea un barril de 55 galones, metálico, vacío; con un palo: ¡TAN! ¡TAN! ¡TAN!... Brinqué a la primera casa que vi, agachado y cagado... ¡TAN! ¡TAN! ¡TAN!... había una ametralladora punto cincuenta emplazada a un trípode a vuelta de pared en una especie de caney. Me la encontré de frente, la operaban tres soldados. Me causó mucha curiosidad que estuvieran encantados de la risa.

Me tiré al piso sin fijarme a dónde, una señora de la casa abrió la puerta, que desde el suelo yo pateaba.

Entré reptando como una iguana, estuve acostado en el piso de esa vivienda como veinte minutos y ¡mil años!... La gente de la casa me miraba con miedo. Mi herramienta era una pistola Omark 3 IM 4 cromada, se usa para disparar clavos al concreto. Me tocó explicarles que era una herramienta. La señora me dijo:

–¡Bruto! Antes no lo mataron señor, ¡con esa joda en las manos! Y me dio un costal para envolverla.

Los disparos de respuesta se oían ya más lejos... Se fueron, a la distancia se oían más disparos... lejos... sordos... como desfile de tamboras. No me cagué, pero la ropa sí se me volvió mierda, había caído en una plasta de vaca.

Salió la gente, el ejército empezó a salir de toda parte. Alcancé a ver a un soldado bajar, teniéndose el estómago abierto, había caído en una estaca. La gente estaba reuniéndose en los carros. Volví al vehículo. El chofer y el joven pasajero llegaron blancos.

Nos llegó el ejército, saludando con granadas dijeron. Traían la cara sucia de tierra.  Detrás del taxi recogí unos casquillos de souvenir. Fui a la casita y recogí casquillos de la punto 50. De vuelta en Bucaramanga, se los mostré a mi papá... le comenté de mi aventura. Si vieran la cara que puso... No me dijo nada. Sólo me abrazó con sus ojos.

ÉSTE ES MI AMIGO EL PUMA

 Por Jorge Mario Yepes Velásquez

El Fountain blue de Miami Beach estaba engalanado. Habíamos revoloteado todo el día con mi pareja por la exuberante piscina y los sitios cercanos; por donde Silvester Stallone, junto a la actriz Sharon Stone (la que hizo el cambio de pierna sin cucos en atracción fatal) habían filmado una película el año anterior. Patricia estaba obsesionada con el recorrido y los sitios que se ven en "Miami Vice", "Cara Cortada" y los paisajes de Bay Side, donde desde un recorrido en yate por la bahía, te muestran la casa de Madonna, Gloria Stefan, Shakira, Julio Iglesias y cuanto cantante de moda logre comprar una propiedad con su primer millón, triunfando en la radio, como reza la canción. En fin, a la noche tuvimos la dicha de una cena espectacular, vestidos para la ocasión y por un precio adicional, el hotel nos ofreció el show de Julio Zabala. Un excelente imitador caribeño que hizo las delicias de todos nosotros, imitando a Celia Cruz, Lola Flórez, Joaquín Sabina, Julio y Enrique Iglesias... Pero se excusó de imitar a José Luis Rodríguez "El Puma". ¿La razón? ¡El artista estaba entre el público a tres mesas de la mía! Y... ¡taraaan! Lo alumbraron con un reflector. A Patricia se le desacomodó la tanga pues la vi emocionarse de que el galán de novela estuviera a sólo cuatro o cinco metros de distancia y... hasta uno se vuelve marica de ver al tipo ahí sentado con tremenda pinta acompañado de sus amigos. 

Todos aplaudimos, las mujeres suspiraron, los hombres todos de vuelta al clóset y la función continuó: Michael Jackson, Frank Sinatra, Tina Turner... Hubo un intermedio final. Calculando que el “show” terminaría pronto, me puse de detallista dizque a conseguir un autógrafo para la mujer.  Y preparando de antemano la ruta de acceso a la mesa del cantante con papel y lapicero en mano, me lancé por el autógrafo. El sitio obviamente estaba algo oscuro, también había un tapete oscuro... me levanté de la silla, tomé la ruta planeada, di tres pasos, hice contacto visual con el Puma, le sonreí, resuelto; di el siguiente paso... y le metí la canilla a una p..ta barda.   No sé cómo hijuep..tas estaba esa barda ahí!! ¡Tac! Sentí el canillazo en el cerebro, me detuvo en seco, pero ya estaba yo a un paso del cantante y el señor me estaba mirando con esa jeta de afiche. Él ya sabía que yo iba a pedirle la firma y estiró la mano. Yo no podía torcer la cara ni hacer la mueca de dolor.  Apenas apreté el asterisco y le dije con toda la adrenalina que pude sacar: "Buenas noches señor Rodríguez"...; mis ojos lloraban lágrimas hacia adentro, se me nubló la vista, la pierna me chillaba como un perrito castigado a palo... "¿Para quién es el autógrafo?, preguntó El Puma...; Pa' su p..ta madre malparío; dijo mi cerebro en piedecuestano.

"Para Patricia, caballero; muy amable", exclamé emocionado por el dolor. Levantó su cabeza y coqueteó educadamente con mi pareja.  Apúrele m..ricón, rezaba mi mente en bumangués, el dolor venía en oleadas  desde la mitad del hueso de la canilla hasta el huevo derecho... el que sube y baja, (de ahí viene la canción "yo tengo una bolita que me sube y me baja ¡ay! ¡Que me sube y me baja!; qué compositor más ocioso). El Puma firmó acelerando el lapicero pues empezó a llegar más gente por autógrafos y me entregó la hoja, la cual agarré casi arrebatándosela y volteé rápido dejándole el lapicero. Prácticamente le tiré ese autógrafo a la mujer y salí en carrera para el baño y me encerré con todo el sitio para mí solo los veinte orinales e inodoros: ¡Aaay 'juep..ta! ¡Qué canillazo tan arrecho mano no me crean tan m..rica  no joda!; le dije al espejo a todo grito.  Después maldije en hebreo, Arameo y Mandarín, lloré como Don Ramón en el Chavo. Y me levanté el pantalón. Y el señor que atendía en el baño me miraba asustado y confundido. La espinilla me quedó como esas esquinas cuando uno les saca un pedazo entrando la nevera en un trasteo.  Me senté un rato. Ya con el ritmo cardíaco normalizado, alcohol en el golpe y cuatro aspirinas, volví a la mesa. La mujer me preguntó preocupada por qué la demora y le dije que la comida me había caído mal. 

Esa noche no terminó ahí. Tuve otro percance, pero se los cuento otro día para no cansarlos. Cada vez que veo a mi amigo "El puma me duele la pierna". Patricia seguramente sueña con su amor. Yo tengo la cicatriz. 

Jorge Mario Yepes Velásquez, visto por él mismo

Nací en Pereira,  Risaralda, en julio 1 de 1958. Soy el tercero de cuatro hermanos. Santandereano de crianza. Malcriado rebelde. Literalmente borracho, parrandero y jugador. Lector compulsivo, no convencional. Me leía las etiquetas de todo lo que veía. Si un libro no me cautivaba en media página, lo desechaba y así dejé mucho de lo que debí haber leído. Tuve  dislexia, miopía y salud muy frágil.  Tuve pésimos padres, gafitas desde los tres años y todo el acoso que eso acarrea. Educación variada por lo mal estudiante y bachiller bilingüe del Colegio Panamericano.  Estudié sociología en Riverside California y derecho en la UNAB de Bucaramanga. Curiosamente pionero y conferencista en sistema de fijaciones y anclajes. He viajado por norte y Suramérica. Escribo de manera empírica, mi ortografía es por memoria fotográfica y asociación fonética. Nunca estudié el idioma español más allá de la educación escolar, pero eso sí, siempre fue mi materia favorita. Fuí hiperactivo, soy hablador y de temperamento alegre. Sepulto mis demonios en la escritura. Me gustaría soltarlos todos al tiempo, pero no puedo. De hacerlo tendría que mandar  a todos mis conocidos a la mismísima mierda,  pero no puedo. Dependo de los que me conocen, para sobrevivir...  No soy pensionado y estoy condenado a trabajar hasta que muera.

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PRÓLOGO A UN DESENTERRADOR

Por: Jaime Rojas Neira  

Uno de los oficios de más ingrata recordación, es el de enterrador o sepulturero; es casi que una cruz esta profesión tan necesaria, como todas; oficio nada grato, en la retina de los integrantes de las familias queda el rostro de quien la ejerce, como si fuera el del asesino o del verdugo en la hoy vernácula fotografía revelada en papel; impresa en material o en los recuerdos, perdura, se prolonga en el tiempo; y en este mundo en que cada cosa o acción posee su contrario, ejercer el contrario del oficio de enterrador, es decir, desenterrar, revivir, es un reto difícil, tratándose de recuerdos tan frágiles como la memoria, tan fácil de echarlos a perder o quitarles la vivacidad (tal como ocurrieron) con la que quedaron sepultados en alguna parte de nuestra memoria, y ese ejercicio de devolverlos con toda su lozanía, lo practica con muchísimo acierto, nuestro amigo JORGE MARIO YEPES VELÁSQUEZ., el compañero de los salones de clase, de esos momentos inolvidables que son la adolescencia, que nadie nunca nos quitará, por esa ley universal que postuló: “Nadie nos quita lo bailao”; ese es uno de los grandes mitos de la humanidad, con todas las civilizaciones que han desfilado por ella, el ideal de alterar el pasado o prever el futuro; y el viejo Jorge, apartándose de las dos orillas, resucita sin la crueldad de las resurrecciones, esos momentos congelados en su memoria y los comparte, agregando picardías que harían de la realidad un sueño y de la vida un absurdo; la harían perfecta, cosa imposible para la vida que es imperfecta en esencia; y miramos hacia atrás desde la barrera del tiempo y decimos: “¡Qué locuras tan bellas!”; y nos sorprende con la delicadeza y la generosidad con que Jorge Mario ejecuta esa complicada cirugía de sacarlas del pasado y ponerlas en presente o de lanzarnos al pasado, queda esa sensación de gratitud con Jorge Mario, el compañero, el Pana.

Acostumbro caminar en horas de la mañana los días de descanso, un domingo le leí el tercer texto, el de la Sala de cirugía, antes había leído el de El Panamericano,  (nostálgico), y el de Las babillas del Campestre (pícaro), que me pareció genial y de un humor finísimo, y por el teléfono (whatsApp) le expresé mi admiración diciéndole que podía escribir crónica que no lo hacía mal (sic) inmediatamente Olguita P, manifestó lo mismo, después fue Gabriel L, y los demás del grupo: Hernando L, Rosa U, Julio C, Alberto M, Pablo C, Maritza G, Alfonso R, Julio P, Martica O, Ligia C, ¿olvidé alguno?, y la “bola de nieve” obligó a Jorge Mario y se comprometió a publicar; hoy esa “encerrona” es realidad para el disfrute de quienes aprecian un género literario tan sutil y pasionario como es el oficio de desenterrar recuerdos y Jorge Mario resultó un maestro; sigue cultivando ese don, mi hermano, un abrazo de todos a quienes la casualidad nos puso en esos salones en aquellos años de juventud; y esperamos seguir disfrutando por mucho tiempo, de esa habilidad para mezclar humor recuerdos situaciones ironía y el toque particular que guarda su memoria; para resucitar esos sucesos que pasaron y él congeló, y ahora, tres o cuatro décadas después, los regala con toda su originalidad.

Humo de la voz

APUNTES SOBRE CRONISTAS Y CHAMANES

Por Claudio Anaya Lizarazo

Un asunto espléndido de la madurez es la mirada serena e irónica, decantada por el tiempo, la paciencia y el aguante; lo que nos permite una revisión a nuestras experiencias pasadas, y, asimismo, la oportunidad de saldar un posible desbalance, con los néctares agridulces del humor. Es lo que, por medio de sus memoriosas crónicas, nos regala Jorge Mario Yepes Velásquez, viajero de la vida y del mundo, que ahora, levitando en la plenitud de su retiro, como un brujo dirige su ritual, y a los integrantes de la generación nacida durante los años cincuentas y sesentas del siglo pasado, nos inserta en un tiempo circular que nos proyecta a los escenarios de la memoria.

Actualmente, las sociedades tienen la tendencia a vivir sólo en su presente, grandes muchedumbres por intermedio de los artefactos de la cultura electrónica, se arrojan al sideral pozo del alma colectiva; no faltará alguno de sus gurús, quien diga, despectivamente, que esto de escribir es un ejercicio de la nostalgia, y con seguridad, lo es, pero también es una práctica de la sensibilidad humana con sus profundas conexiones con la memoria personal y ancestral, un encuentro con la tradición cultural e histórica, y en última instancia, es una declaratoria de identidad, además, mirándolo bien desde una contextualización de esta época, es una actitud de rebeldía. Porque ¿qué más rebeldía puede haber en el hecho de que precisamente en esta desmemoriada e insensible época de redes sociales (no se critica a la tecnología sino a algunos de sus usos) se escriban las crónicas que ayudan a recuperar la memoria de hechos ya pasados, pero que subyacen ocultos como factores constitutivos de las personas y los pueblos?

Desde mi punto de vista, uno entre tantos, Jorge Mario se ha dado a la tarea de nadar a contracorriente de los fantasmas del presente, los dictados de la geopolítica y los artilugios de la sociedad de consumo que nos ofrecen, ahora más que nunca, el becerro de oro de la tecnología no precisamente en sus juguetes sino en los modos de vida y de concepción de vida que, se desprenden de ella. Pero uno de los pilares de la literatura es el de reflexionar sobre nuestra existencia y la de los demás; la literatura se constituye por el golpe de la mirada del autor, quien, como un chamán, por medio de las palabras retoma esos hechos vividos por los que fueron y los insufla en lo que ellos son ahora. El oficio literario conserva aún hoy la esencia de su principio, pues en un mundo con manifestaciones de fuerzas ciclópeas y descomunales, antes como ahora, y ante la conciencia de la fragilidad de los individuos de nuestra especie, como medida de defensa o protección tenía que darse tarde o temprano el animismo y el pensamiento mágico, con sus rituales de palabras y fórmulas mágicas, naciendo así el relato y la literatura como la madre de todo. La literatura, ese viaje hacia el interior de las personas, hacia la médula de las sociedades, y que es la principal forma de defensa que tiene el ser humano: el supremo oficio de recordar, para no perderse ante sí mismo.

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