LA ESKINA ISSN 1900–4168
No 24, noviembre 23 de 2020
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Grupo LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M., Gloria Elena Carrillo, Jaime Rojas Neira, Claudio Anaya Lizarazo.
Grupo LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M., Gloria Elena Carrillo, Jaime Rojas Neira, Claudio Anaya Lizarazo.
©Reserva de derechos de autor. Las opiniones expresadas en los artículos de esta edición son responsabilidad de sus autores.
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500 semillas #5 Por JE-Cordero-Vi
Llevamos 30 años y algo más viendo los ataques del modelo económico neoliberal que pretende traspasar todo lo público a manos de las corporaciones privadas. En esa carrera se han arrasado logros que se tenían en diferentes países y que constituían fuentes de financiación para hacer inversiones sociales y para tener en los estados equilibrio de renta sociales para aguantar el vaivén del mercado. Hoy es poco lo que queda de eso en todos los países. Y esa fue la gesta económica que empezó con Margaret Tatcher, Reagan, Bush hasta llegar a Donald Trump. Esa gesta es la causa por la cual hoy, finales del 2019, tenemos ejemplos de países en crisis ocasionadas por el desequilibrio financiero de sus estados. Mencionemos ahí el caso de Chile, con un gobierno como el de Piñera que no aguanta el vaivén del mercado. Por ejemplo, colocó las pensiones en manos del corporativismo capitalista. Por lo tanto, se ha perdido la estabilidad laboral y hay estallidos sociales que son ahogados de manera aleve en la sangre y en el gas lacrimógeno, puesto que estos gobiernos de las corporaciones, que avanzan por Asia, África, Europa, Sudamérica y en casi todos los lugares del mundo, son agresivos, tienen de su lado todo el poder y al frente la indefensión. Porque la gente creyó, ahí está el error de los chilenos, porque desde que se crea en algo se tiene un pie en el fracaso. No se obedece al conocimiento de cuál era la intencionalidad del mercado y hoy las inmensas fortunas aparecidas en estos 30 años en Chile y en todo el mundo, son la respuesta. Es que son exorbitantes, el mundo pasó a manos de poquitas familias. Para hacerlo gráfico es como si de 1000 pasara a 2. Pero vean las estadísticas de Oxfam, fundación digna de crédito en todos los ámbitos, y podrán cerciorarse.
La lección es que el golpe de estado en Chile contra Allende inauguró la era del choque que se ha empleado en estos treinta años por todo el orbe, en grande y en pequeño. Y les ha dado frutos porque las leyes se ponen del lado del mercado acumulando riqueza con base en el miedo, miedo a lo desconocido. Y así se hizo lo de las Torres Gemelas y la invasión a Irak. Cuando hay conmoción es más fácil que la gente acepte reformas. Y eso se ha hecho en todo el globo. Por lo tanto, el shock del cambio climático va a ser aprovechado. En un principio acudían al negacionismo, hoy día se está desarrollando una red depredadora capitalista en la cual se acepta y se utiliza el shock del cambio climático, shock del calor, de la escasez de agua, de deshielo y de inundaciones. En el futuro va a ser escabrosa la forma como lo van a hacer para poner a su favor todo eso. Va a ser una embestida tal para ponerse en una posición de ventaja definitiva, como los únicos que pueden trasladar recursos ingentes para para hacer frente a la calamidad. Mientras tanto, el trabajo esclavo masivo les va ayudar en ese cometido. Ellos, las corporaciones y sus gobiernos, de esta manera lo van a hacer.
Lo anterior permite deducir que el elemento central que los pueblos deben sacar entre todo esto, es poner en la ideología y en la acción el colectivismo. Porque si la tónica general es preferir lo privado pasando a manos llenas todos los recursos públicos, una traba efectiva que se les puede poner al frente es el trabajo colectivo, la visión colectiva en la acción de las comunidades, lograr que haya sentido de comunidad. Si hay esto e ideología favorable no seremos proclives a destrozar la unidad en los sectores locales, en donde se mueven los recursos de la tierra, que es por lo que ellos vienen ahora. Impedir que se lleven los recursos y que manejen los recursos, eso solo lo pueden hacer las comunidades organizadas mediante tareas colectivas. Porque estamos hablando del lado donde no hay capital, entonces quedan los brazos para hacer unidad y defender los recursos. Esa unidad de defensa implica desde la maniobra física directa, como por ejemplo, poner un dique para que la comunidad no se ahogue en la inundación, hasta crear formas de economía locales y defenderse y bloquear el funcionamiento del sistema.
La unidad, la paz en la comunidad y la acción colectiva, son estrategias coherentes con lo que se está defendiendo, en este caso el medio ambiente, la protección de los ecosistemas, porque esos ecosistemas no entienden de propiedad privada ni de fronteras. Por eso la orientación hacia el trabajo colectivo es coherente porque traspasa todas las demarcaciones catastrales y escriturales, judiciales y jurídicas, para ir a cuidar la tierra que está siendo devorada por un hongo o asaltada por un fenómeno climático, aunque esa tierra pertenezca a un potentado.
Quiere decir que el colectivismo debe ser arrollador, debe pasar por encima de las leyes que defienden el capital. De esta manera se logra unir a las comunidades en defensa de la Madre Tierra. En otras palabras, hacer frente a la catástrofe ambiental que se avecina pasa por el colectivismo, por soluciones como la minga, el trabajo cooperativo en torno a la comunidad local.
Educar a nuestros niños y bebés en el trabajo voluntario gratuito, la unidad local, el trueque y demás, son la alternativa, la escuela y la cultura de resistencia, las únicas con las que se podrá acceder a nuevas formas de lucha superiores, tecnológicas, directas y de hecho en el futuro cercano.
Noviembre 2019
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ALERTA MÁXIMA
500 semillas #4Por JE-Cordero-Vi
La edad del pánico ha llegado y es correcto sentirlo. Esta proposición fue hecha recientemente en el periódico New York Times por el periodista y escritor sobre temas ambientales, David Wallace-Wells. Él se refiere al pánico de quienes estamos sintiendo y presenciando el adverso cambio climático. Dice que hace unos años el alarmismo ambiental de un científico era sinónimo de mala reputación, pero eso ha cambiado desde 2018 ante la ola de desastres cada vez más frecuentes, como los incendios que ahora consumen millones de hectáreas en los dos hemisferios terráqueos, por no hablar de cosas peores, incluso, con más víctimas. Wallace-Wells comenta que James Hansen, el adelantado científico de la NASA que en 1988 advirtió sobre el calentamiento global, hoy critica a sus colegas por su reticencia, manera de expresarse que ocultó información maliciosa o irresponsablemente. Es como si ahora ignoráramos intencionalmente que la ONU ubicó en 2030 la fecha límite para evitar que la temperatura sobrepase los 1.5°C por encima de la que teníamos en la era preindustrial. Y que hasta ahora la cuenta va en 1° y que ya asoman efectos que hacen insignificante cualquier previsión, mitigación o adaptación. Y (alarmismo de Wallace-Wells) que alcanzaremos el medio grado más para 2040 y así, década tras década hasta los 4° en 2100. La reticencia se está derritiendo de calor.
Aquí entro a decir: hablar sobre qué ocurrirá después de los 4°, es como preocuparse por el peinado de quien se está ahogando en el río. De ahí en adelante es posible que nada sea posible, pues nuestra ciencia no está preparada para hacer ese tipo de cálculos sin caer en el terreno de la especulación. Y también entro a recordar que el alarmismo ha sido llamado así por quienes obtienen lucro si la producción y la economía no cambian su vieja manera de hacer las cosas. Es como la reacción del borracho en pleno furor de la fiesta cuando le dicen que se acaba porque el vecino debe madrugar al día siguiente: ¡quien debe madrugar es él, no yo! El antialarmismo es una de las campañas pagas del negacionismo, facción enquistada en el poder de Estados Unidos ahora mismo y de muchos países del mundo. De vieja data son conocidas las sumas de dólares que desde esta falange fluye hacia organizaciones no gubernamentales, universidades, staff de opinadores, medios de comunicación y redes sociales, que, al enfrentarse a evidencias tan fuertes como huracán, incendio forestal, sequía o inundación, inventaron la escuela filosófica de la postverdad (duda de todo, incluso de la verdad) y la contraevidencia (le repito mil veces que esta mano mía está siendo movida por usted, créame).
Comparto la afirmación del escritor mencionado acerca de ir al rescate del mal llamado alarmismo, pues no estamos borrachos: nuestra descendencia no disfrutará una fiesta que ya terminó. Y comparto mi reflexión sin orlas antialarmistas: somos río próximo a lanzarse perdido en un abismo de profundidad tal, que el agua toda se evaporará antes de llegar al fondo. Hubo posibilidades de cambiar el curso. Ya no hay. Todo tendrá que hacerse bajo el más grave riesgo, como disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45% en el 2030 (sobre la medida de 2010). Riesgo: alcanzar esa meta implica 11 años de reducciones continuas, pero lo que hay en 2019 son planes de extraer todo el petróleo posible y de lugares imposibles que multiplican los daños ambientales, planes de prolongar el uso del carbón, planes de intensificar la minería de muchos compuestos útiles para aumentar el poder financiero y militar de la industria fósil, para arrasar con los bosques más vitales que quedan (Suramérica, África, Oceanía) y extender sobre ellos la mancha urbanizadora, fabril, vial. Y planes para que la población aumente: mano de obra barata y miles de millones de bocas consumiendo mercancías de marca global de un solo dueño. Ante panorama tan alarmante, debemos pensar muy bien qué hacer. Para eso ayuda el llamado de David Attenborough, voz conocida en los programas “Planeta Tierra” de la BBC y ahora una conciencia ambiental: “Si no lo hacemos, actúa. El colapso de nuestras civilizaciones y la extinción de gran parte del mundo natural está en el horizonte.”
(marzo 2019)
LA ESKINA global es un proyecto cultural de distribución gratuita.
LA ESKINA global proyecto cultural y educativo.
Edición y dirección: Claudio Anaya Lizarazo.
Diseño y diagramación: Gloria Inés Ramírez Montañez
Bucaramanga, Colombia.
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