LA ESKINA global , periodico cultural

miércoles, 30 de septiembre de 2020

LA ESKINA virtual 21 Julio Daniel Chaparro

LA ESKINA  ISSN 1900–4168

No 21, Septiembre 30 de 2020 

laeskinavirtual@gmail.com: https//laeskinavirtual.blogspot.com/; 
Grupo LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M., Gloria Elena Carrillo, Jaime Rojas Neira, Claudio Anaya Lizarazo.
©Reserva de derechos de autor. Las opiniones expresadas en los artículos de esta edición son responsabilidad de sus autores.
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Julio Daniel Chaparro

 epigrama del invierno

 

la lluvia nos permite ser

lejana ciudad de peces enjaulados

 

detrás de la ventana

 

hojas sobre los árboles del parque

como el incesante agite de las hojas

por las que se oye respirar el viento

entre el cañaduzal


como la luz que sigue

el afán de la vida, el privilegio mío

 

llovizna que riza la tierra blandamente

impulso que emprende el ave para medir el cielo

 

inquieta certidumbre

así desea se mi poesía

 

esquela del ahogado

 alcándaras, quizá,

una ventana que ha florecido en rosas

mientras echaba raíces a montaña

 

desde ahí será el viaje sin regreso que guardamos

como se guarda el eco en el cuenco de las manos

 

fuimos el rastro de unos labios pisoteados en la aurora

pero es hora de retornos

de verdecer

de limpiar los huesos blancos de la niebla

 

ni principios ni fin ni nacimiento

grito

la lunación del agua que todavía llega



























“Pero, decime: ¿cuál vida, hermano, cuál vida?”
Por Julio Daniel Chaparro

Alonso:

¿Qué tiene la mirada de Alonzo que en estos momentos está escrutando el infinito? Su cuerpo moreno y delgado, al que se pliega perfecta la desastrada sudadera con la que ha paseado todo el día por el barrio, subiendo y bajando sin ruta previsible, descansa ahora contra la pared mientras mira y remira el horizonte, como si lo estuviera dibujando.

A lo mejor camina en un sueño. O simplemente piensa en las cometas. Es el mejor en elevar cometas: las deja navegar, se les entrega, las siente cuando el viento las sacude en lo alto: espera los aires de agosto, los huele, sumerge sus criaturas cuando la brisa es propicia y se queda mirando cómo llenan de colores el cielo. Pero esta tarde ha decidido sentarse a esperar. Desde no hace mucho se metió con la pandilla del barrio, con los duros, para que nadie lo increpe, para que todos vean que él, Alonso Suárez Velásquez, el tenaz de las cometas, es un teso, para que no lo aburran más en la casa, para poder ponerse unas pintas bien bacanas, y todos sepan que a él, hermanito, nadie le puede. Y si no lo respetan, y si por allí lo vacilan, si acaso alguno lo mira feo, pues se va con los amigos, callandito, y lo quiñan, bien duro, seguro, te vi.

Alonso es una sonrisa esquiva y unos ojos taciturnos, es también el muchacho de 14 años que decidió no regresar al colegio cuando supo que, otra vez, su hermano mayor andaba sin empleo, lo habían echado por ser de a Comuna ¿entendés?, como en el centro de todos dicen que aquí somos todos sicarios, pues no te dan trabajo, no lo dejan a uno conseguir lo necesario y entonces para qué más colegio, hermano, ¿para perder el tiempo?, no, parce, mejor me la rebusco por ahí, como hace mi tío que a veces baja y se consigue unos pesos y algo trae, siempre, para comer unos días. Alonso es, también, un par de manos gruesas y un cuerpo robusto, que no tiembla. Una cabellera al rapé, un par de tenis conseguidos en cualquier esquina, ¿par zapatones que están u poco grandes, sabes?... pero sobre todo Alonso es ahora una mirada taciturna que está dictando una enorme carencia, una dura nostalgia:

–Yo quería ser médico, pero eso no es para uno. Qué va. Por eso estudiaba, por eso, y porque, pues, a uno le dicen que vaya al colegio para ser mejor, si quiere ser alguien en la vida. Ahora, al menos, me consigo para una pinticas, en algo me ayudo. Sí. Yo quería ser médico, seguro. Yo quería ser alguien en la vida, pero decime: ¿cuál vida, hermano, cuál vida?

Septiembre 27, 1990.


Julio Daniel Chaparro, breve reseña biográfica

 Nació en Sogamoso, Boyacá, Colombia, el 14 de abril de 1962; fue coordinador de la Revista cultural ENTRELETRAS, cronista del diario bogotano EL ESPECTADOR, para el cual trabajó como reportero con las crónicas que publicó en este medio, y que con motivo de su muerte pasaron a conformar el libro Papaíto País, obra que hoy recordamos; fue asesinado en Segovia, Antioquia, el 24 de abril de 1991, en compañía del reportero gráfico Jorge Enrique Torres Navas.

libros publicados:

libros colectivos de poesía:

Umbral de luna, 1984

Postal de fin de siglo, 1991

Libros de poesía (personales):

Y éramos como soles, 1986

País para mis ojos, 1987

Árbol ávido, (edición póstuma), 1991

 Libros de crónica:

Papaíto País (edición póstuma), 1992 

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 PANDEMIAS: ¿EVITAR O MITIGAR?

Columna de

Eduardo Cordero Villamizar

# 7, serie 500 Semillas

Por JE-Cordero-Vi

La pandemia del coronavirus Covid-19, nos obligó a ensayar algo a lo que se había resistido siempre el consenso corporativo firmante del acuerdo de París 2015 contra el cambio climático: cesar las emisiones de gases de efecto invernadero. Lo hizo invocando la necesidad de parar el contagio, pero “sin querer” paró la maquinaria industrial y de movilidad fósil. ¿Los resultados? Disminución de la contaminación atmosférica en niveles sin precedentes en los cielos de miles de ciudades grandes y pequeñas, de países como China, Italia, España, Estados Unidos, Corea del Sur, Tailandia y la lista seguiría dándole la vuelta. Este efecto se logró sin apagar los centenares de plantas que generan energía eléctrica quemando carbón. Y así, muchas otras actividades industriales no se detuvieron. Y sin embargo, el resultado positivo comenzó a verse. Hasta animales escondidos se asomaron.

Este ensayo obligado sirve de ejemplo a la corriente de opinión que forcejea contra el poder gubernamental mundial, sostenido con dinero de los combustibles fósiles. Y que ha fotocopiado las leyes fiscales en todo el orbe para entregarle los subsidios a esta “humilde” industria. Y que la exime de pagar por los daños que inflige al planeta al usar petróleo como fuente de su riqueza. Este ensayo obligado también sirve para recordar que las reacciones contra una pandemia son para mitigar sus efectos (el contagio) no para evitarla. Y la diferencia entre evitar y mitigar se contabiliza en vidas humanas y recursos económicos.

 Ahora preguntémonos por los efectos de la catástrofe ecológica aunada al cambio climático, que no es sorpresa, que está dando pasos seguros. Serán los de 10 pandemias juntas. Esta cifra es solo por hacer una gráfica que nos dimensione la cantidad de problemas asociados que tiene la catástrofe de la que hablo: elevación del nivel del océano y su acidificación, extinción de la vida marina, incendios forestales, inundaciones, olas de calor y frío, brote de pandemias, hambruna, sequía, guerra, ingobernabilidad, desplazamientos de población (como las de hoy en el norte de África) por todos los continentes. Y la contabilidad esta vez no será solo en vidas humanas sino de la mayoría de especies. Morirá lo que nos alimenta.

¿Qué impide vencer la inacción frente a la catástrofe ecológica? ¿Qué impide ir más allá de ¡mitigar!, que es lo que orienta la Organización de las Naciones Unidas a todos los gobiernos? ¿Qué impide ser más preventivos que la ONU cuando aconseja: ¡adaptarse!? Las respuestas están en descubrir la verdadera identidad del consejero. Los poderes mundiales en esta pandemia pusieron en balanza las vidas de la población versus la economía. Cantidad de muerte versus cantidad de dólares perdidos. Y utilizan la misma balanza para diseñar la política frente a la pandemia (a la décima potencia) llamada catástrofe ecológica. Ellos, con eufemismo la llaman cambio climático. ¿Será que los muertos van a estar siempre en un solo lado de la balanza? Así lo piensan porque hay empresas de seguros que están ofreciendo a magnates un rescate de cualquier catástrofe y vivienda segura en altamar, libre de caos y de leyes nacionales. Parece una película de distopía, pero la realidad supera la ficción. Si venciéramos la resistencia del poder a la inacción y su adicción a la balanza, nos ahorraríamos no solo una pandemia sino una catástrofe global sin retorno. Mayo 2020

Humo de la voz

PAPAÍTO PAÍS, LAS RUTAS DEL TESTIMONIO

Por Claudio Anaya Lizarazo

Las crónicas de Julio Daniel Chaparro, publicadas en el periódico El Espectador, durante los últimos años de la década de los 80s y hasta abril del año 1991, y reunidas en el libro de edición póstuma titulado Papaíto País, se originan en la noticia violenta que, en los cuerpos de los reporteros, regresa al escenario de los hechos, en el cual se da el conflicto social que continúa sin solución, reproduciéndose en sus consecuencias y originando a su vez nuevos hechos violentos. Son crónicas de testimonio, contadas generalmente por personas que Julio Daniel entrevista, y quienes, en el emotivo y estentóreo lenguaje del miedo y el dolor, le narran los motivos de su trashumancia, el despojo de sus bienes, y su ansiedad ante una incertidumbre que ningún estamento social, ni el Estado, quieren enfrentar.

Sus crónicas relatan la historia menuda pero estructural, de un periodo de violencia en Colombia, enmarcado dentro la gran época de la violencia que se inicia a partir del 9 de abril de 1948. Fenómeno que ha azotado a nuestro país a lo largo de los últimos 80 años. Y que ha sido generado por la voracidad de las clases políticas tradicionales colombianas y por el choque de intereses de actores armados como grupos de autodefensas, paramilitares, guerrillas, carteles del narcotráfico, mafias de diferentes mercados, bandas de delincuencia común, y ejército y policía de Colombia sumados al extinto DAS y otros cuerpos de seguridad oficiales. Otros actores responsables de este conflicto son: uno, los representantes de poderosos sectores económicos que, por medio de políticas de exclusión promulgadas a su favor, defienden sus privilegios en el manejo y los recursos del Estado y del capital privado, y dos, las nefastas injerencias de la política de estados unidos para Latinoamérica.

Papaíto País es un bello y triste libro de crónicas, escritas a partir de una gran precisión en la información y los datos, e incluye un lenguaje rico en imágenes y figuras, un lenguaje altamente poético al servicio de la crónica, y sensible con los dialectos y modismos de los entrevistados; por eso es un libro con voces propias, un libro de crónicas trágicas como nuestra historia; quien lo lea, verá que trasciende la técnica, la actitud y las formalidades de la crónica genérica del periodismo, para internarse en las estancias de la historia y la literatura de no ficción, ese género que es como un cruce de caminos entre periodismo, historia, literatura. Flota en estas páginas una atmósfera de violencia y tragedia, apenas comprensible por la realidad política y social que casi siempre hemos vivido.


Durante su lectura, se siente la presión de los nuevos o alternos poderes asentados en variadas regiones, fortalecidos por las necesidades de la gente, por la falta de oportunidades legales para ganar un salario; se siente el choque de las economías alternas o ilegales contra la economía oficial; este choque de las condiciones reales contra las normas determina el conflicto social: es lo que Julio Daniel retrataba y estudiaba. Supo reflejar en su trabajo, las insondables heridas históricas de esta sociedad lacerada por una guerra ajena, vivida en nuestra propia piel.

Fotos tomadas de internet: http://centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/informes2013/bastaYa/capitulos/basta-ya-cap2_110-195.pdf http://www.escambray.cu/2020/brasil-y-estados-unidos-baten-tristes-records-de-muertes-por-la-covid-19/

LA ESKINA global es un proyecto cultural de distribución gratuita.

 

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Edición y dirección: Claudio Anaya Lizarazo.
Diseño y diagramación: Gloria Inés Ramírez Montañez
Bucaramanga, Colombia.