LA ESKINA global , periodico cultural

jueves, 17 de diciembre de 2020

LA ESKINA virtual número 26

  LA ESKINA ISSN 1900–4168

No 26, diciembre 18 de 2020  laeskinavirtual@gmail.com: https//laeskinavirtual.blogspot.com/;
Grupo LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M., Gloria Elena Carrillo, Jaime Rojas Neira, Claudio Anaya Lizarazo.
©Reserva de derechos de autor. Las opiniones expresadas en los artículos de esta edición son responsabilidad de sus autores.
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Mauricio Peñaranda; textos de EL ÚLTIMO EXILIO


Obra ganadora por el Area de Literatura, en la Convocatoria Municipal de Estímulos 2019 en la Ciudad de Pereira

Randall Jarrell

Sí piensas suicidarte, que sea un acto sobrio, indiscutible, limpio; que nadie ponga en duda la libertad de tu propósito. Dejas el mar, el mundo de los hombres y los bosques de encantado verdor.

Bajo esta luz crepuscular, sé apenas una hoja que cae.

Rainer María Rilke

Países, castillos, abadías, testigos de mi errabunda soledad. Correr de deslumbramiento en deslumbramiento, de revelación en revelación, tal fue mi vida. Pero la enfermedad me atrapó en plena marcha y el dolor fue una casa por cárcel.

Hoy, en este pequeño lugar, en el cementerio de Raron, bajo esta tierra generosa, mis recuerdos dialogan con la eternidad.

Vincent Van Gogh

Quién lo diría, Théo: los cielos que nos obsequia la muerte son los míos.

Louis Althusser

De este lugar no me rescatarás. Es la especie más extraña y maravillosa de presidio que el azar pudiera concebir: sin guardianes hostiles, analistas y enfermeras; y lo mejor de todo: sin periodistas al acecho que quieran destrozarme con la crónica negra de mi vida y mi responsabilidad en tu muerte.

Mis pesadillas persisten, todo hay que decirlo, pero ya no trascienden la vigilia. En tal sentido, esta situación es lo más próximo a la felicidad. El terror y la culpa desaparecieron. Soy ahora el vacío, Helen, el vacío que sonríe y te besa.

Mauricio Peñaranda

Nació en la Ciudad de Pamplona en 1962. Es escritor, poeta y angeólogo de tiempo completo. Estudió lingüística y literatura en la Universidad de Pamplona, institución en la cual ejerció la dirección teatral. A los seis años de edad, el descubrimiento de los libros lo convirtió en un visitante y en un viajero permanente de sus mundos y universos; ocasionalmente regresa a la tierra, para encontrarse con sus amigos en la Librería Roma, en Pereira, ciudad  donde tiene  su  residencia, y a la cual considera un lugar de ficción escrita palabra por palabra con todos sus habitantes a bordo.

Ha sido ganador y finalista  en diversos concursos nacionales, entre ellos: -el Concurso nacional de cuento Carlos Castro Saavedra; el Concurso de cuento Ciudad de Barrancabermeja; -en el año 2016 fue finalista del Premio de novela corta de la Pontificia Universidad Javeriana, -y ganador en este mismo año de la Convocatoria de poesía de la Colección de autores Pereiranos. Obras publicadas: -Voces de  poetas, Colección autores pereiranos, publicado por la Alcaldía de Pereira, y el Instituto Municipal de Cultura y Fomento al turismo, Pereira, 2016. -Palabras entre dos ríos, (nuevos poetas pereiranos), La Chambrana, Secretaría de Cultura de Pereira, Pereira 2018.

Su libro El último exilio, fue obra ganadora por el Area de Literatura, en la Convocatoria Municipal de Estímulos 2019 en la Ciudad de Pereira

EL LECTOR DE LOS DICCIONARIOS

por Fran Saúl Acevedo Pinto
DIRECTOR DE SORTILEGIO VIRTUAL
DIRECTOR BOLETÍN CULTURAL LA OTREDAD 

S

 entí el flash en la cara, fue cuando los niños de mi escuela, la José Fulgencio Gutiérrez, hacíamos la primera comunión. Con nuestros cirios en la mano, los zapatos Grulla recién embolados, el corte de cabello con el chipolo característico, la camisa blanca manga larga, los pantalones largos que solo usábamos los domingos para ir a misa y ahí las mesas atravesadas en el salón central de la escuela, servidas con las viandas que iríamos a consumir, chocolate, tamal y pan. Sentados en las sillas que nos correspondían, los “flashes” constantes, que no dejaban de destellar. Antes y después de la primera comunión, me vi machucando latas, en el  borde que separa la carretera y el antejardín, no solo yo sino todos los niños de la cuadra, se aproximaba diciembre y la misa de aguinaldo era un acontecimiento para aportar a los villancicos, era muy oportuno, tener listo las panderetas,  lo tenaz era la levantada a las 4 de la mañana, el entusiasmo de los primeros días se hacía notar, pero después quería uno seguir durmiendo, mi madre me zarandeaba y además me decía que  tenía un compromiso con Dios, me levantaba de mala gana pero cumplía y allí volví a ver los flash y quien los tomaba, en la procesión que se hacía antes de la misa. 

Después de terminar mi cuarto de año con éxito en la Escuela José Fulgencio, fui a parar a la Camacho Carreño, me dije que descansaría de la misa obligada los domingos por la mañana, unas veces en la Iglesia de San francisco Asís y otras en la iglesia Chiquinquirá. Mi madre muy sabia y además piadosa me pidió que la acompañara a misa ya caída la tarde en la Iglesia San Vicente Paúl y en algunas misas vi matrimonios, en los cuales estaba el fotógrafo con su cámara de flash tomando fotos. Ya en bachillerato me fui alejando de esos compromisos con mi mamá y aparece un sitio mágico en el cual para entrar y salir había que hacer cola. En la época dorada de La Biblioteca Pública Municipal Gabriel Turbay BPMGT, era muy grato ir a leer y ahí volví a ver al fotógrafo, en la Sala de Referencia, consultando diccionarios y haciendo apuntes en un cuaderno. Cuando tuve la fortuna de entrar a laborar en la biblioteca a la Sala de Lectura General, veía en las claraboyas al fotógrafo leyendo asiduamente los diccionarios de la Espasa Calpe. 

Nunca lo vi explorando otra sala, sino la Sala de Referencia, con el contacto con los compañeros de la Sala de Referencia supe que se llamaba CRISTIAN PEÑA, de mediana estatura, gorra de beisbolista, camisa de manga larga, y un chaleco de algodón, fue su atuendo característico. Cuando la biblioteca cerró por la remodelación, no volvimos a ver a los usuarios asiduos, un día de noviembre después de laborar internamente en la catalogación y clasificación de los libros y ayudar en el proceso físico, de libros recién comprados, bajé al centro a comprar una prenda de vestir para mi hijo, y en la calle 35 con 19, una mano me detuvo agarrándome del brazo, era Cristian que me preguntaba “¿cuándo abren la biblioteca?”. Le contesté: en diciembre, no sé la fecha, cuando se reinaugura la biblioteca, esté pendiente de Vanguardia Liberal. Y sí, el 18 de diciembre del 2019 a las 4 Pm., con la atiborrada asistencia de gente, lectores asiduos, pintores, poetas, bailarines, amantes del arte y la cultura, estaban presentes y Cristian Peña lo estuvo, no podía dejar de pasar este momento histórico para la ciudad. Nuestro director Néstor José Rueda, junto con el Alcalde Manuel Francisco Azuero, reinauguraban la biblioteca. 


Después vi a Cristian en la Biblioteca como un observador contemplando, piso por piso, casi ido, lelo, el cambio en la estructura física y lo acogedor de su espacio, los nuevos libros que se estaban incorporando a las colecciones; tiempo después, cuando vi en el periódico la nota de su fallecimiento, supe que se había ido de esta existencia el lector más viejo de la Turbay. En una entrevista para Tusitala, en la Emisora Luis Carlos Galán Sarmiento 100.7 Fm., el profesor y Comunicador Social, amigo de la casa, Enrique Ordoñez, decía: “La gente cree que el mejor amigo del hombre es el perro, no… el mejor amigo del hombre es el diccionario”. El conocimiento que adquirió Cristian Peña de los diccionarios no solo fue de la Espasa Calpe, sino la de María Juana Moliner, diccionarios de los masones, diccionario Panhispánico, diccionario de sinónimos y antónimos, fue muy amplio y grandioso el conocimiento que partió con él. En sus indagaciones cuando las hacía por la mañana y la tarde, no dejó de llevar un presente a nuestra compañera Ángela Echeverría, (caramelos, frutas, objetos reciclables), tenía a disposición toda la sala, no tenía un puesto fijo, cuando abría el diccionario y en su cuaderno escolar, escribía con sentimiento ese conocimiento que latió toda su vida. 

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HUMO  DE LA VOZ

RELATO DE UN RELATO  

Por Claudio Anaya Lizarazo

La siguiente historia no me pertenece, la oí de un amigo, una tarde en que queriendo jugarle una pequeña gambeta a la cuarentena, coincidimos en la tienda de don Obdulio. Estábamos a mediados de junio, i eso quería decir que éramos sobrevivientes de esa época de encierro de los meses anteriores, con eso les digo todo, pues ustedes recordarán que se podía salir sólo una vez a la semana, i esa salida era para hacer acopio de provisiones, el tiempo se iba en eso i regresábamos al apartamento cuanto antes, pues el temor al contagio era tal, que sentíamos que el virus, del cual en esas fechas poco se sabía, nos respiraba en la nuca.

Al inicio lo oí con cierto desinterés, que se fue disolviendo paulatinamente a medida que mi amigo entraba en el tema i en sus detalles, muchos de los cuales no retuvo mi memoria; la historia no es mía, como les digo, pero su transcripción a texto, sí, porque me llevé de ella en la memoria lo que pude, i después pasé algunos días recordando, redactando i corrigiendo, tratando de escribirla como él la había contado, para al cabo, aceptar, que había logrado la historia en sus rasgos generales i su atmósfera en algunas escenas, pero no su manera particular de contarla, su estilo, notoriamente marcado por el tono de carencia de un hombre ante la visión de la hembra perdida.

Un buen relato, además de la historia i el ejercicio de narrar, requiere de tiempo, decantación que se da sobre los sucesivos borradores i sobre nuestra manera de bucear en las corrientes de esos hechos, i, como resultado de nuestra lucha para someter las palabras a nuestra voluntad de decir, a nuestra imaginación. Sé que es diferente lo oral a lo escrito, cada uno de estos dos artes tiene sus gracias i sus técnicas para encantar; que lo escrito, por su amplia gama de recursos técnicos, permite una incalculable experimentación, consolidación de estilos i un razonamiento tal vez más elevado de los hechos, además de la perennidad que le confieren el soporte físico, magnético o digital, para ser leído cuando se dé ese feliz encuentro del lector con su texto, en la casualidad de las fechas; pero lo dicho de viva voz tiene la ventaja del inmediatismo o el repentismo de la vida, el testimonio de la palabra viva, i ese dejo escénico de encantador milenario que tienen las personas que cuentan una historia ante un público… como mi amigo, que me contó, más o menos así…

“Entonces, todas las ventanas de la sala estaban abiertas, desde ahí se veía parte del parque, por ellas se colaban los sonidos de la noche, en sordina, de la cual salían a veces, un poco más alto, algunos rasgos que permitían identificar un coro de niños, el lejano ladrido de un perro, o los Alisios silbando al pasar por el follaje de unos árboles enraizados a la parte más oscura del paisaje, como al limo de la tierra profunda”.

“Cuando lo pienso me asombro i me digo que es cierto; mis colegas i amistades, como se dice popularmente, con la llegada de la pandemia, huyeron hacia sus asuntos i terruños, i yo, había quedado atrapado i solo en esta ciudad, pero a ella la había conocido hacía un par de días, (después entendí del parecido de los seres humanos con las aves sin rumbo; cada uno de los días de los meses que pasamos juntos me corrobora la actitud de espera, el escrutar del cielo i el consultar las noticias)… no obstante, vivimos siglos en tan pocas horas; encendí la lámpara de la ducha que proyectó un trapecio de luz amarilla sobre el piso de la sala. I ella que, con tan sólo este encuentro íntimo, parecía ya acostumbrada a estar desnuda ante mí, caminó sobre el trapecio de luz, paseó por la sala, evitando ser sorprendida desde la calle, cubriéndose un poco el pecho con las manos al pasar frente a las ventanas”.

“Tal vez me conmovió ese vestigio de pudor, o fue una punzada de sorpresa al reflexionar ante la mujer desnuda como salida de la nada, lo que me hizo experimentar el sentimiento de la ineluctable soledad. No obstante habernos amado, algo había en ella que yo sentía como una distancia de precaución. Quizá, esos hechos que han pasado de la contundencia de una densa i dolorosa realidad a una imagen interior que nos suscita un gesto, i nos dispara un instinto de autoprotección; cosas que no se cuentan pero que no se abandonan. Pensé que después de esa noche se alejaría indiferente, pues ningún recuerdo entrañable nos ataba, ningún sentido de identidad, salvo nuestras aquiescencias físicas o el secreto deseo de espantar la soledad con el juego sexual, que puede crear vínculos permanentes o transitorios, pero también hastíos. Pensé que en el próximo abrazo ya no sería la misma, i también pensé, que las pasadas horas no habían sido más que infinitesimales instantes, pues de ellas sólo quedaba ya, la vaga incertidumbre que dejan los sueños confusos”.

“I, sin embargo, esa noche la mujer continuaba desnuda ante mí, a pocos pasos. Momentos después se cubrió con una manta i acodada en la ventana, observó el último deambular de la noche, apagarse lentamente con el eco de los pasos de los últimos transeúntes i las rondas de la policía motorizada, que tenía la misión de hacer cumplir la orden de toque de queda. Mientras yo me servía otro trago para asimilar la tensión del día, a lo cual ella no quiso acompañarme, terminé dormitando a intervalos i soñando con naufragios, con encuentros de ahogados con hermosas cabelleras de anémonas, en un mar tan negro como la noche, donde cada objeto o cada cuerpo se empecinaban en conservar una fidelidad loca a su reposo, una obediencia estúpida a un destino, tan incierto como el futuro que anunciaban las noticias en los videos de las redes sociales, en los canales de televisión, en las perennes estaciones de radio. Ahora, después de un tiempo, recuerdo: Una mujer desnuda cruza ante mí, dejándome la sensación de los tragos amargos. No en la boca, sino el vacío de recordar dos meses de necia aventura, como todo en el hombre, quizá, es necio. Una mujer es inventada i hecha de palabras, como todo, como el amor i la posesión. No pude haber tenido nunca su cuerpo resbaloso entre mis brazos, tan dulce i terrenalmente”.

FOTO TOMADA DE INTERNET
Neptuno y ninfa. Bernard van Orley (Bruselas, entre 1487 y 1491 – Bruselas, 6 de enero de 1541),
https://educomunicacion.es/arte_erotico/renacimiento_arte_erotico.htm

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Edición y dirección: Claudio Anaya Lizarazo.
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viernes, 4 de diciembre de 2020

LA ESKINA virtual número 25

 LA ESKINA ISSN 1900–4168

No 25, diciembre 4 de 2020 laeskinavirtual@gmail.com: https//laeskinavirtual.blogspot.com/;
Grupo LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M., Gloria Elena Carrillo, Jaime Rojas Neira, Claudio Anaya Lizarazo.
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Algo sobre estética

Por Andrés Alfonso (artista plástico santandereano)

Andrés Alfonso

Para concluir no he de dejarme en el tintero lo esencial: se vuelve regenerado de tales abismos, de semejantes enfermedades graves y en particular de la enfermedad de la sospecha; se vuelve como si se hubiera mudado de piel, más cosquilloso, más maligno, con un gusto más sutil para la alegría, con un paladar más fino para las cosas buenas, con la inteligencia más alegre, con una segunda inocencia, más peligrosa en el placer. Se vuelve más infantil y al mismo tiempo cien veces más refinado que antes.

La especie humana intenta caminar en medio de la desesperanza de la realidad, el humano pretende desvelar aquello que se oculta ante su posible mirada, desentraña lo marchito y prueba la sal de los soles que se derrite con la luz de nuestros días. Hablar de estética implica hablar de metáforas y de ensueños que son translúcidos ante las paredes confusas y obscuras, abstractas y palpables de nuestro presente; pero la estética también se adentra en campos científicos y en eslabones religiosos, morales, éticos y políticos, y por supuesto, en lo filosófico. 

El hombre, al igual que todas las especies de nuestro planeta, intenta buscar un medio por el cual comunicar aquello que está pensando o sintiendo, deseando o soñando y de manera coherente plasmarlo en el entendimiento de su interlocutor, aquél interlocutor no necesariamente tiene que ser de su mismo género o especie, puede que sea, otro Ser de otro reino totalmente diferente, es decir, el hombre puede pretender comunicarse con la Luna o con el Lunes, con las aves o con las rocas, con las hojas o con las letras… en fin, la comunicación ha sido la base de la ingenuidad de la razón, y por lo tanto algo que aún no hemos logrado desarrollar con total transparencia.

Para ello, el hombre ha desarrollado diferentes modos de lenguaje y desde sus inicios ha intentado plasmar sus dolores y alegrías, hazañas y desaciertos; si bien es cierto que nuestros abuelos se sorprendieron y admiraron ante el rugiente canto del relámpago, bajo el frío y cálido llanto de la lluvia, sintiendo el suave beso del viento y sobre la áspera piel de la Tierra se trazaron sus primeros pasos; el primer Adán  pretendió comunicar esa cosa que gritaba desde su subterránea conciencia y deseaba trasladarla sobre efímeras rocas del presente, gracias al desarrollo motriz de su cerebro o tal vez gracias a aquel Titán  portador del rayo, quien sacrificó su hígado para ofrendar  la luz a los mortales, el Sapiens, pudo desdibujar sus primeras líneas del lenguaje y escupir sus primeros gritos de miedo hacia los cuatro vientos de su existencia; de este modo, la línea, la forma y el volumen hacen parte de aquél homínido indagador de la vida, con ella no sólo ha podido manifestar y conjurar el sentido de su existencia, también se ha valido de ello para crear símbolos y signos, que sirven para traducir el comunicado que sus latentes pasos le han querido notificar.

Poco a poco estos signos se han venido puliendo sobre la roca de la humanidad, y el hombre ha desvelado muy lentamente el manto que la naturaleza ha ocultado ante su mísera mirada; me refiero estrictamente a la caligrafía, a saber, ella se deja delinear por el dibujo y desdibuja muy lentamente parte del pensamiento o sentimiento humano, dejándose descubrir sin mayor pretensión por aquel hombre que logre cautivar sus misterios.

Gracias al miedo, al dolor y al hambre que la majestuosa naturaleza le imponía al débil humano, el hombre encontró formas y medios de comunicar su respeto, pretendió venerar y sacrificar sus huesos para calmar la furia del imponente ser divino que lo había creado; es así que el dibujo le sirvió para delinear sus contornos naturales y de cierta manera el homínido pudo hallar un método de interconexión con lo divino, con lo sagrado, con lo venerado y lo nunca alcanzable; simplemente él era un instrumento que manifestaba los designios del tiempo.

Los manuscritos iluminados, son apenas un ejemplo de la integridad física y mental que un hombre necesita para traducir lo que su genio creador le desee comunicar, sin importar su nombre, títulos o lujos, el escriba simplemente pretendía ser de utilidad para que la divinidad de la estética se manifestará en todo su esplendor y dejara la marca de la creación impresa sobre el papel de la existencia. Así mismo los obreros de las catedrales góticas, levantaron sus cimientos bajo estrictas razones divinas y coordenadas sagradas, que sólo los iniciados llegaron a conocer; la relación entre el cielo astronómico y la tierra sacra, era respectivamente desarrollada para que sus pilares fueran edificados solemnemente sobre enormes rocas de conocimiento y el amor y el respeto por lo sagrado, prevaleciera firmemente para la eternidad; la voluntad creadora de los arquitectos, buscaba elevar su espíritu por los cielos y de esta forma regocijar su Ser ante la majestuosidad de la creación.

Es entonces que me atrevería a afirmar que el hombre creador, obrero o monje de su propio templo, simplemente buscaba comunicar a través de la línea, la forma, el color y el volumen, la sabiduría que la voluntad le permitiera manifestar; por ello, su oficio era la representación de la representación del Ser con el Universo, del macro con el micro cosmos; Ora et Labora , legi, legi, legi et relegi, era tan sólo una parte de su entrega fiel y firme para con su genio creador.

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Dejando a un lado la historia del hombre y, por ende, la historia del arte en nuestras civilizaciones, que de una manera intencional he querido traerlas a mención, debo continuar hablando del humano como ser creador, pero no sin antes, plantear unas de mis posibles preguntas: ¿Creador de qué? ¿Utilizamos el arte como herramienta para la manifestación de la voluntad? ¿Realmente el hombre es un instrumento de la creación? ¿Qué papel juega nuestra sociedad actual en relación con la voluntad creadora, que supuestamente se manifestó durante siglos en la historia del homínido, como aquel Sapiens creador?

Para ello, es muy importante afirmar que el hombre del presente basa sus conocimientos divinos en saberes populachos, impuestos por una masa creadora de ruido y banalidades efímeras que sólo se viven en nuestra contemporaneidad, y que su sabiduría se refugia en el todo vale, en el facilismo y en la mediocridad; es muy triste echar un vistazo a nuestro alrededor y observar cómo nuestras sociedades se alimentan de un arte que aparentemente está dirigido a un público intelectual, un público refinado, educado, culto; pero en realidad, nuestros genios creadores o seres que representan el mandato de la divinidad, no dejan de ser bufones que realizan sus piruetas sobre la cuerda de la existencia, y a cambio, reciben los aplausos y salivazos de una gran masa obesa de ansiedad, que busca ser aceptada por la moda, el ruido y la gritería de la plaza pública; a eso le llaman cultura.

Nuestros hombres actuales sólo quieren obtener títulos, reconocimientos, aplausos y devociones; la laboriosidad del hombre creador ha sido reemplazada por la mediocridad de la apariencia, el arte de engañar, del presumir una fingida superioridad intelectual, con el simple hecho de llenar sus obras de arte con palabras vacías y rebuscadas, tal vez halladas en el basurero de nuestra realidad o tal vez en el basurero de sus conciencias; nuestras actuales clases dirigentes, se mofan de tener los mejores representantes de nuestro arte y le llevan al oído inútil del pueblo, un griterío que se abraza con el pensamiento mediocre de la muchedumbre.

De esta manera es muy común encontrarnos con supuestas genialidades como Gabriel Orozco, por sólo mencionar una; quien determina su lenguaje creador por medio del simple hecho de espichar con sus manos un trozo de arcilla, para aparentemente representar lo cotidiano y lo bello, y bajo ello, hace toda una connotación aclaratoria para justificar su título y estúpida creación: mis manos son mi corazón, 1991. En 1999 coloca en la arena unas latas oxidadas y las llama: carta blanca, argumentando con lecciones de fe, que está invitando a la reflexión y que está haciendo una metáfora muy fiel de los hombres que viven cerca al mar. La fe es la que hace que el espectador crea que lo que está viendo es realmente una bella pieza escultórica o pictórica, la fe es la que permite que el público admire lo que sus ojos ven y por medio del miedo a no ser aceptado por una comunidad o grupo social, él dice que el arte es bello, sublime, habla del color y la forma como cuando un loro repite lo que su amo le insiste. Sencillamente nuestro pueblo es dirigido al borde del abismo y él quiere ser llevado, le encanta ser degollado.

Citando un ejemplo más reciente y en nuestra ciudad, vemos cómo nuestras instituciones, nuestros líderes políticos, espirituales y académicos, se inclinan por aceptar y apoyar un arte totalmente falto de principios básicos y elementales, como lo son: la rigurosidad, la disciplina y la responsabilidad; es así que nuestros habitantes ya están acostumbrados a ver cualquier cosa pegada en la pared de un museo y darles el atributo de una obra de arte; son miles los casos que advertimos constantemente en nuestra capital y nuestro sentido o nuestro criterio de valor por la estética, sigue aceptando lo que nos ofrecen como bello o como arte. 

Por mencionar otro simple ejemplo; en la calle 37 con carrera 23 esquina, encontramos la fachada de una casa pintada de rojo afán y aun así, al genio creador se le ocurrió contratar obreros para que escribieran por él, unas letras de un poeta chileno y decir que es una apropiación del concepto universal de lo creado y por sí mismo, ya así cualquier objeto es bello; esto quiere decir que la mediocridad reina en nuestras calles y que el hollín de la ineptitud y corrupción mental, ahogan nuestros sentidos de responsabilidad con nuestra época y con nosotros mismos, el “todo vale” triunfa una vez más en nuestra amada Bucaramanga.

Vemos personajes que afloran en medio de este basurero intelectual y que se disfrazan de sabios interlocutores con lo estético, diseñan y traman desde sus cómodas sillas culturales, el designio artístico de nuestra sociedad bumanguesa, aclamados y respaldados por los supuestos títulos de curadores de la verdad. Convocatorias, premios, pasantías, becas y demás reconocimientos son otorgados místicamente entre parlanchines conceptuales que infundan la descontextualización universal de lo real e intangible, como lo es el mundo que nos rodea; tirarles carne a los chulos, jugar a pintar mamarrachos dignos de un párvulo, salpicar telas con pigmentos primarios, manifestar conocimientos escolares e infantiles en el mundo del color, les permite andar por los andenes de nuestra ciudad y mirar al espectador con un desprecio fugaz, porque los espectadores simplemente no entienden lo que están vendiendo con el susodicho seudónimo de arte; ser premiados por colgar chancletas y zapatos en una pared, les permite babosear frases de un supuesto interior social, basados en la superchería estética y en la fe ciega del creyente en lo sublime, en la originalidad de su creación. Susurran ante el lente fotográfico y se hacen llamar videos-instaladores, empañando el macro ojo de nuestro presente con sus discursos recurrentes y repetitivos.

Al parecer necesitamos replantearnos nuestra posición como comunicadores de lo sublime, enfatizar claramente los símbolos que se manifiestan en un cielo despejado y brillante, como lo es el cielo Bumangués; versar la luz que abraza el azul de la noche e iluminar nuestros pasos bajo las tinieblas de la creación, necesitamos crear y creer en la belleza, dejar a un lado los títulos y aplausos que se escuchan con una algazara de feria e irrumpir furtivamente desde el silencio de nuestro taller. Una vez más debemos estar en la intemperie del conocimiento y desarrollar nuevos métodos de lenguaje con lo divino, y a su vez, retomar la comunicación que nuestros sabios abuelos desarrollaron y que, de cierto modo, edificaron sobre los cimientos de nuestras civilizaciones.

Desde un punto de vista puramente escolar y desde mi posición como infante de la vida, debo aceptar que todo es parte del proceso y que el caos, es la única herramienta que tenemos para la creación; tal vez surja de este basurero conceptual una nueva llamarada de seres distintos, que sean capaces de desarrollar un método por el cual, la humanidad deba comunicar la verdad y la mentira unida por un mismo trazo, por una misma línea y que el dibujo como ente unificador de la existencia, sea la razón para estar vivos en este océano de modas y títulos superpuestos en realidades latentes y conformistas, que sólo necesitan del ruido y de la cebada, para calmar la sed que ha dejado tanto afán y tanta comodidad laboriosa; dicho de otro modo, es necesario depurar lo que nuestros ojos ven y lo que nuestras instituciones y nuestros líderes nos ofrecen como arte, ser más radicales con el pensamiento y con la obra que realizan nuestras manos, sin necesidad de presumir los aplausos de un público que a veces juega a ser mediocre y otras veces cree que puede llegar a ser dios en la tierra.

 Bibliografía

ESQUILO. Obras Clásicas de Siempre. Prometeo Encadenado. Biblioteca digital Ilce. Disponible en. Línea http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/PrometeoEncadenado.pdf 2019

MOGOLLÓN, Andrés Alfonso. Ensayo Crítico: Qué es lo que se conoce Como Arte. 2017

NIETZSCHE, Friedrich. Obras inmortales I: La gaya Ciencia 1ª edición. Barcelona: Olmak Trade S.I, 2014

SCHMIDLIN, Clemens. GERNER, Eva Caroline. El Gótico. China: Quality, Servicios Globales Editoriales, S. A.  2008

_________BREVE BIOGRAFÍA_______

Andrés Alfonso Breve Biografía Artista Santandereano nacido un sábado 27 de agosto del año 1983, Ingresa a la Universidad Industrial de Santander e inicialmente se matricula en la Escuela de Filosofía y Letras; sin concluir la carrera formal en filosofía, decide matricularse posteriormente en el año 2008 en la escuela de bellas artes, en dicha universidad. Insatisfecho con lo ofrecido por la escuela de artes UIS, en el año 2011 Andrés Alfonso, se radica en la vereda de Acapulco-Girón, para estudiar en el taller del maestro Alexander Alvarado, posteriormente viaja a Bogotá para visitar y estudiar en el taller del maestro Andrés Alarcón; así mismo, recibe talleres en Floridablanca/Santander, de la mano de los maestros Oscar Duran Barrera y Henry Flórez Soler. 

Una vez ingresado en la academia de artes UIS, participó en las diferentes exposiciones colectivas que se realizaron en sus años como estudiante de artes. Posteriormente y antes de finalizar sus estudios universitarios, en el año 2016 realizó su primera exposición individual, en la Casa del Libro Total. Andrés ha tenido la oportunidad de que parte de su obra artística haya sido publicada en el catálogo para artistas internacionales, como lo es el libro impreso: Leonardo 2017 y 2018 publicado y editado por la Galería Arte Libre, en la ciudad de Zaragoza-España. Así mismo participó de forma colectiva en el evento regional Festival del Centro Con Las Salas Abiertas en el año 2017, en la Alianza Francesa de Bucaramanga y en diciembre del 2019, presenta una muestra individual e independiente en la Pelugrafía ZigZag. 

 Andrés Alfonso se considera a sí mismo como un estudiante de la línea, la forma y el color y por ello, tarda mucho tiempo en exponer al público de forma individual sus estudios pictóricos y su obra creativa; ya que diariamente persigue con rigor la búsqueda del conocimiento y constantemente continua en su diario aprendizaje; por ello mismo está estudiando de forma virtual, un taller de retrato realista con el maestro Javier Arizabalo y recibe también un MasterClass por parte del maestro, Jaime Valero; a su vez, de forma virtual está estudiando dibujo realista con el maestro, Diego Catalán. Inclinado por el oficio del pintor, Andrés intenta mostrar y enseñar al público, lentamente, parte de lo que va prendiendo en su andar por el mundo de las artes; es así que Andrés Alfonso puede ganarse la vida como Pintor y Dibujante sin que esto le desmerite el honorable título de: estudiante del color


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