LA ESKINA global , periodico cultural

sábado, 4 de septiembre de 2021

LA ESKINA global No 106

 

No 106 agosto de 2021, 
http//bloglaeskinavirtual.blogspot.comWWW.ELLIBROTOTAL.COM
Bucaramanga; LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M.; Claudio Anaya Lizarazo. 
©Reserva de derechos de autor. Las opiniones expresadas en los artículos de esta edición son responsabilidad de sus autores.
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Carlos Guarín Ruíz

EL ARTISTA Y SU OBRA

Circo & equilibrio

Por Carlos Guarín Ruíz (marzo de 2014)

(Tomado de GUARÍN, Circo & Equilibrio; Esculturas en Bronce a la Cera Perdida; 2009 – 2014)

La obra que desarrollo desde el año 2009 es un trabajo que podría llamar autobiográfico, en donde registro recuerdos, experiencias y vivencias (las mías y las de todos los seres humanos). Damos un paso adelante y otro más esperando no caer, asentándonos para lograr una estabilidad que nos permita llegar a nuestra meta.

Danzamos con nuestro propio ritmo, con nuestra forma única de ser; cada cual se desarrolla paso a paso, intentando el equilibrio, ese que todos buscamos en la vida. Mis obras son figuras que dan pasos al vacío, manteniendo una estabilidad, indagando, expresándose… tal como nuestra búsqueda…

La serie igualmente representa el ambiguo talante de nuestra humanidad: impredecibles, vamos haciendo piruetas por el mundo. Hoy destruimos el planeta, la capa de ozono, el medio ambiente… mañana intentaremos con gran esfuerzo una solución; buscamos equilibrar nuestro hábitat para volver a un estado natural, continuando hacia el futuro.

En este proceso muchas veces también debemos actuar como el payaso, enmascarados, sonrientes pero ocasionalmente infelices, saliendo día tras día a enfrentar el espectáculo, con confusión o alegría, divirtiendo y haciendo reír; esta es nuestra vida, la de todos, la vida que nos corresponde vivir.

PÁGINA 2

CARLOS GUARÍN;
LA OBRA COMO METÁFORA DE LA VIDA
Escultor y fundidor
Bucaramanga, noviembre 1 de 1956 - Cumaral 16 de diciembre de 2018

Circo & equilibrio/bronce a la cera perdida/2009-2014

Por Claudio Anaya Lizarazo (agosto de 2021)

Quienes conocimos al entrañable amigo y sugestivo escultor Carlos Alberto Guarín Ruíz, podemos afirmar que en nadie como en él, se cumple la frase: “Su obra es una metáfora de su vida”. Estamos a casi tres años de su muerte, pues se despidió inesperadamente el 16 de diciembre de 2018. Nunca como ahora y en tiempos de pandemia, las zonas inciertas, los terrenos inestables, las incertidumbres de cada día, nos hablan de los sinuosos caminos de desfiladero por los que debemos transitar, por los que caminó Carlos. Las grandes líneas de la dinámica social se detuvieron casi en su totalidad durante las reiteradas cuarentenas, para ir retornando con cautela y demostrarnos que el mundo, la humanidad, no cambió, que la pandemia no nos hizo mejores como sociedad, y que se sigue horadando un cause en las grandes crisis del sistema, saqueando el planeta, destruyendo los ecosistemas, mintiendo financieramente para sortear una debacle económica de La Madonna, y entronizando el universo de las noticias falsas, de la relativa virtualidad que caracteriza como nada a estos tiempos de oquedad electrónica. Es el mismo mundo que dejó Carlos Guarín, cuando se bajó de este bus, se puede decir que por cuenta propia; es el mismo mundo, aunque con un detalle que llama la atención: si antes la muerte era natural, trágica o criminal, y se manifestaba con sus relativas distancias, tiempos y motivos, ahora es igual, pero con la diferencia de que esas relativas distancias y tiempos han desaparecido, y hoy respira con constancia a nuestras espaldas, a un solo paso.

Muchos factores y circunstancias pueden llevarnos a una vocación de suicidio: La visión de un mundo desecho en el que no encajamos, una vida marcada por una niñez que tuvo sus momentos traumáticos, unas sociedades dentro de las cuales se le rinde culto a la competencia omnímoda que busca un reconocimiento social que indique los alcances de un éxito que se agota en sí mismo y no trasciende sino hacia los dédalos del espíritu, una fe depositada en las matemáticas y su culto a la cifra por su promesa de dominar la materia en aras de un supuesto bienestar de la humanidad; todo esto pinta una realidad mecánica, utilitarista, consumista, cretina, de una manualidad y una materialidad que a alguien de pensamiento sensible, lo pueden llevar al borde del camino cuyos abismos muestran los vacíos del absurdo.

Ante este panorama, el Maestro Carlos Guarín, escogió el carnaval como temática de sus series escultóricas y como forma de rebeldía, manifestando así, su incapacidad de someterse a horarios y modales, fórmulas y protocolos, decidiendo así, vivir al máximo en el mundo de lo sensorial, con el objetivo, quizá, de recuperarle a la vida y al sistema, los placeres naturales que se nos niegan con inventos como el trabajo, las religiones, los deberes y las obligaciones, los impuestos, las normas, las modas, y un inmenso abanico de preocupantes como castrantes distracciones. Por eso, sus figuras están pensadas, sentidas y construidas, desde una particular visión lúdico-expresionista-manierista, corrosiva e insolente como el humor. Maese Guarín propuso como la médula espinal de su obra, expresar en su lenguaje la irreverencia que encarna el carnaval, la subversión de valores y la plétora erótica que es vista como una catapulta contra el poder; su obra se regodea en la insolencia del desnudo y de la risa, en los placeres del mundo y en el éxtasis de la irreverente desobediencia, pero al mismo tiempo nos muestra las piruetas, maromas y cabriolas que nos toca hacer a diario para ir consolidando esa huidiza noción de realidad, para tratar de escapar a ese ambivalente estado de afectividad que casi siempre padecemos y que Maese Guarín expresaba muy a su pesar, con ese tenso malestar tan notorio en su voz.

CONOZCO A CARLOS…

Por Ricardo Nieto Calle (marzo de 2014)

foto tomada de Internet
(Tomado de GUARÍN, Circo & Equilibrio; Esculturas en Bronce a la Cera Perdida; 2009 – 2014)

Para el filósofo Édgar Morín, la vida es incertidumbre. Puede parecer esto un dicho arrogante, o una frase de cajón. Quizás todos hemos pensado esto en algún momento de nuestra vida, quien no la ha dicho, la ha oído. Sencilla y llana. Sí, efectivamente, la vida, o en la vida, todo es incertidumbre. Sin embargo, en el tiempo del trabajo, la cereza deviene producto u objeto. Entre esta certeza y esta incertidumbre nos habla una paradoja. Esta paradoja entre la vida como trabajo o circo y la vida como Arte y pensamiento, surgen como un problema en la obra que hoy presentamos del maestro Carlos Guarín. Conozco a Carlos ya hace casi cuarenta años. Lo conocí primero como lector y luego como fundidor. Más en la crítica que en la respuesta; luego entre frases, fuego y metales. Su vida ha estado al pie de su obra, como una constante pregunta, incierta, azarosa, pero más ávida de equilibrio. Esta ha sido su búsqueda y esto es lo que comparte hoy con nosotros: una constante de malabar y equilibrista, al filo, en el hilo, del metal y del fuego: el resultado azaroso y desequilibrante; devolviéndonos la pregunta, por nuestro propio punto de equilibrio, entre el circo y el trabajo.

Galería LA ESKINA

Fotos tomadas de: GUARÍN Circo & equilibrio/bronce a la cera perdida/2009-2014



























El taller del artista y algunas panorámicas de su último entorno. 
Fotografías suministradas por Jaime Rojas Neira





LA ESKINA global es un proyecto cultural de distribución gratuita.

LA ESKINA global proyecto cultural y educativo.

Edición y dirección: Claudio Anaya Lizarazo.
Diseño y diagramación: Gloria Inés Ramírez Montañez
Bucaramanga, Colombia.

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