No 14
LA ESKINA virtual
14
MENSAJES DE LOS LECTORES
LA ESKINA ha querido reunir en esta edición, comentarios
de algunos de sus lectores, con el ánimo de darlos a conocer a sus lectores en
general, y estimular así su participación, la cual puede llegar a integrar su
entorno a esta publicación cultural.
Lisbeth Torres (Gestora Funcinep) Comentario sobre
Divertimiento filosófico (LA ESKINA magazín No.71): “Les recomiendo este interesante artículo que me dejó muy
motivada para continuar la tarea maratónica de la preservación de la memoria...
y como en los buenos restaurantes... escrito por su director”.
Saludo de Mónica
Triana,
(poeta) (LA ESKINA
magazín No.72):
Hola buenas noches Claudio.
Te escribe Mónica Triana. Recibí una
bella sorpresa con la publicación en tu periódico. Que además es muy
interesante. Te agradezco mucho y me dio gran felicidad.
Pues me siento muy agradecida,
Claudio, realmente fue una sorpresa porque no me lo esperaba y me apareció este
sobre y cuando lo destapé me dio mucha emoción, mucha alegría, y ver tu
periódico que se nota que tiene todo eso que describes, se nota ese gran cariño
por las artes, ese valor tan grande como por toda la escritura y la palabra,
entonces, pues eso es una gran (…) para mí es bendición porque necesitamos de
todas esas personas que valoren las artes así como tú lo haces. Te agradezco
muchísimo y les deseo lo mejor, también con el periódico, que vengan muchos
triunfos y pues, aquí estamos con mucho gusto para lo que sea aquí en Bogotá.
Muchísimas gracias, un abrazo, y muchos éxitos y muchas bendiciones.
Carlos Augusto
Pereira Martínez (escritor) Lectura sobre LA ESKINA en general: Estoy como el
topo, metiéndole ojos a esta Eskina, y encuentro oportuna la invitación a los
lectores a retroalimentar con sus cartas, el magazín, como cuando no había
aparecido el internet, que dio paso a los blog, los periódicos y revistas
digitales. Creo, que para movilizar la interactividad con el lector -sin dejar
de lado la estructura- hay que hacerle sentir que La Eskina es él, y ya abren
el camino con la invitación a escribir. Y, que no aparezca (el lector) como
invitado de piedra, ya será en una sentada del consejo editorial, donde
decidirán la manera. Un abrazo.
Sobre LA ESKINA
magazín No. 71: Claudio, una crónica bien jalada, (divertimiento
filosófico) para tratar un tema -aparentemente- agotado, como se trata del
tiempo. Pero, siempre he pensado, y su crónica lo corrobora, que el tiempo es
historia, y la historia implica una pisada, un hacer, un construir, por eso más
que subjetivo es cultural, y paradigmático. Un abrazo, Claudio.
Sobre LA ESKINA
magazín No. 72: De los poemas de Mónica Triana me atraen la
brevedad, y esa necesidad de hoy de escribir corto. El de la muerte con un buen
cierre, al observarla, en la figura, de que su tránsito a ella, es un cambio de
paisaje, por lo que los colores son otros. Sobre las consideraciones de Pichuco
y la carta del Jefe indio Seattle, considero que el desarrollo sostenible es un
fracaso, cuando a quienes manejan los medios de producción, los alienta solo la
competencia a ultranza, de un neoliberalismo que no se despega del apocalíptico
hidrocarburo, y la minería se reactiva con su paso destructor de ecosistemas.
Por otra parte, qué bien que se trate lo de la penetración del inglés en
nuestro idioma. Ya el español es un espanis.inglis, una mescolanza que no solo
lesiona la gramática y la sintaxis, sino la buena escritura del español.
Saludos.
Comentario al respecto de Giovanni Papini (LA ESKINA
virtual No.13, abril 8 de 2020):
Giovanni Papini, acudió a Gog, no como algunos lo piensan, por utilizar un
seudónimo. No lo creo. Su Gog, era un heterónimo, en la misma funcionalidad de
los heterónimos del poeta lusitano, Pessoa: hablar desde las distintas
personalidades de un sujeto.
Sin
Gog, Papini no hubiera podido manifestar su necrofilia por las ciudades de
civilizaciones ya muertas. Son los troncos de columnas, arquitrabes rotos los
que le causan una emoción de cadaverina arquitectónica exquisita. Ese papel
necrológico se lo dejaba a Gog, que no sentía pudor alguno por expresar su
pasión por lo necro. Papini, sólo estaba habilitado, para la vida de la
modernidad y sus ciudades vitales.
(Humo de la voz)
EL MELÓMANO (Salsa y Bembé)
Bucaramanga, diciembre de 2019
Por Claudio Anaya
Lizarazo
Sí, amigo Beto,
conocí al personaje hace ya varias décadas, era de los colinos del Álvarez, ¿no
lo recuerda? Es hermano de un pintor, un paisajista que vende sus cuadros por
la calle, los vende porque los camina, es un bárbaro para insistir, sobre todo
ante los hijueputivos de los bancos i de las empresas; yo pienso que más bien
es un artesano, pero bueno, él dice que es pintor; así como el personaje, antes
decía que era sociólogo, que tenía alma de sociólogo… desde entonces nacieron
mis dudas, pero como yo no era de su combo, poca importancia le di, al fin i al
cabo pocas veces nos hemos visto, pero debo reconocer que hay en él cierta
delicadeza indefinible, cierta dignidad que le confiere un claro perfil de
intelectual inubicable. No sé si será sociólogo o si quiso serlo, no sé a qué
se dedicará, a qué se habrá dedicado durante toda su vida, es muy probable que
a muchas cosas i a nada. A este tipo de personas las conozco bien, por lo menos
a las de nuestro medio porque veo, siento i sé, sobre las circunstancias
sociales e históricas que hemos pasado todos, aguantando, chapaleando cada uno
a su manera, con seguridad disimulando, para no aparecer como el cagatinta del
grupo… ahora lo veo así, pues de joven uno tiene la chispa, pero es una chispa
huérfana porque le falta la experiencia vital que se va acumulando con los años
i que es precisamente la que le aguza a uno el olfato. A veces huelo que el
olfato es el más importante de los sentidos, pues tiene conexiones profundas
con los instintos i es tal vez la quintaesencia de la razón, el motivo medular
de nuestra supervivencia.
Amigazo William
Alberto, el “disckjey” quiso saber mi opinión sobre la música que estaba
colocando, i me pasó un papelito para que apuntara cinco temas que quisiera oír
i lo hice, i mientras cantaba Henry Fiol, él se deshizo en elogios sobre su
música preguntándome si lo había conocido; le mentí que en Nueva York en el
noventaidós, le dije también que se disfruta su música pero lo que más me
pareció interesante fue el lento aterrizaje de sus borracheras i rumbas, de un
singular tono “filosóficosuicida” que nos habla sobre la pifia de la vida ante
la cual sólo queda la embriaguez del momento, la embriaguez de la rumba, del
instante de la música que es sueño cósmico, de la música que es eternidad.
Estamos pasando
de los sesenta i dentro de poco estaremos pegados a los setenta, i lo que me
maravilla es nuestra insistencia en la nota que tuvimos de jóvenes: mire al
personaje con su jean desgastado, asunto diferente a los que compran los
jóvenes ahora con agujeros confeccionados, obsérvelo acompañado de su pelito,
hoy sábado en la noche, en ella veo la mujer madura que no lo entiende bien en
su melomanía, pero él no lo toma a pecho pues debe estar poderosamente atraído
por su cuca nacarada, termina ella recordándome a esos levantes tímidos que
hacíamos entonces i que la mayoría de las veces no lo daban ni
a oler pues en esa época las mujeres de esta ciudad eran otras, tímidas
i recatadas, además funcionaba la autoridad paterna respaldada por la autoridad
materna, que era en realidad la que sabía para dónde iban las cosas i cómo
habrían de terminar. Bueno, el caso es que nuestra generación, como todas, tal
vez, lo que quería era divertirse, sentíamos esa urgencia por conocer el mundo
i las cosas que nos traía la vida, creíamos que podían tomarse algunas, tuvimos
sueños i luchamos por ellos, aunque en realidad fuimos flojos i tal vez lo que
más hicimos fue soñarlos, por dos circunstancias permanentes: las dificultades
en un medio excluyente i nuestra disposición entre impulsiva i facilista. De
todos modos, con logros o sin logros, quedamos inscritos a una época i a la
cultura de esa época, a sus modas i a su discurso. Por eso frecuentamos estos
sitios, los que quedan, queremos encontrar reminiscencias de nuestros años
despreocupados, venimos porque todos creemos como el personaje, del cual me
gustaría saber su nombre, que seguimos siendo los mismos, todos nos empeñamos
más en disimular la precariedad que las canas, por eso llevamos el compás de
esta música caliente con las manos o los pies, por eso los dueños del negocio
reparten entre los clientes maracas i cencerros, conocen bien nuestra insulina, por eso el “disckjey” se sienta
junto a algunos clientes, a quienes les ve chispa, les habla con pinceladas muy
sueltas de la historia de esta música i hasta les deja programar varios temas,
como a nosotros. Se acerca con un papelito i un lapicero no sólo barato sino
semidestrozado para que le apuntemos algunos temas, i claro, uno apunta los
temas de su raigambre i queda metido en el baile pidiendo cerveza mientras
terminan de pasar la lista, para entonces, ya uno está picado i piensa en pasar
otra lista i hacemos cuentas mentales e iniciamos a romper el primer círculo de
prevención de nuestro presupuesto. Como le leí al maestro Julio Olaciregui si
mal no recuerdo, en alguno de sus relatos: “Sólo trabajamos para poder bailar”;
casi siempre es así.
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