No 10
LA ESKINA virtual
No 10, marzo 23 de 2020, https://laeskinavirtual.blogspot.com/
grupo LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M.,Gloria Elena Carrillo, Carlos Lizcano Pimiento,Claudio Anaya Lizarazo.
©Reserva de derechos de autor. Las opiniones expresadas en los artículos de esta edición son responsabilidad de sus autores.
(HUMO DE LA VOZ - OPINIÓN)
grupo LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M.,Gloria Elena Carrillo, Carlos Lizcano Pimiento,Claudio Anaya Lizarazo.
©Reserva de derechos de autor. Las opiniones expresadas en los artículos de esta edición son responsabilidad de sus autores.
(HUMO DE LA VOZ - OPINIÓN)
CAMBIO DE ÉPOCA
Por Claudio Anaya Lizarazo
La crisis del Coronavirus
nos ha dado un giro inesperado y violento, pues para la mayoría de ciudadanos
del mundo menores de 65 años, no obstante haber visto y vivido un extenso
abanico de guerras regionales e internacionales o conflictos internos de varias
décadas con sus fatales consecuencias, no había experimentado una situación de
guerra con las actuales
características.
Se trata de una guerra contra uno de los más
peligrosos enemigos que pueda tener la especie humana, dado que es un
adversario invisible cuyas más expeditas vías de invasión, son el hacinamiento
en las ciudades, nuestra falta de rigor en la asepsia, la humedad de nuestras
mucosas, y la indisciplina que nos da el exceso de confianza de nuestra
sociedad ególatra, inmediatista y consumista. Un sistema diseñado para la
satisfacción de las vanidades humanas, por lo cual se convirtió en explotador
inmisericorde de los recursos naturales, terminando por convertir el consumismo
en una ideología hueca, un fin en sí misma, pues las cifras y las estadísticas
sólo hablan de lo bien o de lo mal que pueden ir los negocios; la vida de la
gente en La Madre Tierra terminó obedeciendo los dictados de esa economía y no
al contrario, ahora, en medio de la crisis, necesitamos pensar en un sistema de
vida a escala humana, definido por las necesidades básicas en un contexto
ecológico y sostenible, y no diseñado por la mercadotecnia y el mundillo
especulativo y financiero. Los sistemas económicos deben estar al servicio de
la gente y no la gente esclavizada para la rentabilidad de los sistemas
económicos y sus propietarios o gurús.
Se percibe en el ambiente
que la gente se ha sintonizado con la tragedia generada por el Coronavirus,
reina un silencio expectante, por ahora quedaron atrás el caos auditivo y la
sordina, y la frenética actividad contaminante del aire, tanto, que ha
permitido una leve recuperación del planeta y un relativo regreso de algunas
especies animales a las calles de las ciudades, un poco más tarde lo harán las plantas, como se diría popularmente,
eso es de ahí.
Los intentos de casi todos
los gobiernos del mundo, de subsidiar y financiar los faltantes de la crisis
están dirigidos directamente, y ellos lo expresan con claridad meridiana, a
salvar el sistema económico imperante aunque es claro que para salvar ese
sistema hay que meterse la mano al dril y salvar al sector formal y la
población en edad productiva (noten que el virus es particularmente nocivo en
personas mayores de sesenta años, como quien dice: la pesada carga pensional
que soportan todos los gobiernos del mundo; pueden los lectores especular, ya
que ante una situación de estas, créanme, ninguna especulación es delirante).
Es posible que el virus
haya mutado por sí mismo y haya pasado a los humanos, como es también posible
que “alguien” que está en quiebra y ha sobrevivido los últimos años generando
caos, exportando la industria de la
guerra, y que tiene la deuda externa más grande del mundo, un déficit
fiscal abrumadoramente superior a su producto interno bruto, haya pateado la lonchera
o la mesa, dispersando las cartas del póker, al azar.
Ya importantes filósofos e
intelectuales, máximas autoridades a nivel mundial, como Byung-Chul Han, Slavoj
Zizek, y Noam Chomsky, entre otros, se han ocupado de orientarnos con sus
reflexiones en torno a esta crisis doble y tal vez múltiple, pues se debe tener
en cuenta, primero, la crisis sanitaria ocasionada por el Coronavirus, y
segundo, la crisis económica que se deriva de la primera y su tiempo de duración, además de
los bruscos reacomodamientos sociales que se van a presentar, por toda la
escasez de insumos y provisiones debido a la paralización o semiparalización de
los aparatos productivos. Pero todo esto que estamos viendo y las proyecciones
a las que nos lleva, han puesto a pensar a muchísima gente que no había tenido
tiempo de hacerlo pues los afanes económicos diarios se lo impedían, ahora, por
las actuales circunstancias, han tenido la oportunidad y el tiempo de repensar en su existencia. Y lo primero que se encuentra
ante los ojos de todos, es el sentido y la idea de que después de una crisis de
semejante magnitud, el mundo va a ser otro.
Se instaurará una
desconfianza más efectiva y crítica contra los poderes, máxime si se están
viendo los intentos y adelantos de procesos por parte de ciertos núcleos de
poder para instalar estados aún más totalitarios y policivos.
La facilidad de expansión
del virus, unido a la guerra de aranceles adelantada por el gobierno de los
estados unidos contra toda nación que no se someta a los dictados de su
política, y las sanciones económicas por parte de ellos a las naciones o
empresas que comercien con los sancionados, hará que los países traten de
alcanzar niveles de autosuficiencia, iniciando con esto el posible fin de la
época de los tratados internacionales de libre comercio y cierta contención a
los intentos de globalización, y una fuerte regulación sanitaria en el sector
de la industria del turismo.
Pero la más importante
consecuencia de la crisis del Coronavirus, es el rescate del ámbito de los
afectos y las solidaridades humanas, que se creían perdidas del todo y citamos
al doctor Frans de Waal, cuando nos recuerda que somos animales y que los
primates siempre buscan la solución de sus peligros, en conjunto. Él nos dice:
“Cuando las cosas se ponen feas nos unimos mucho más, porque somos seres
sociales, nos ayudamos los unos a los otros. Un buen ejemplo fue Nueva York
después del 11-S: la ciudad nunca fue tan solidaria, bajaron los índices de
criminalidad y se redujo el racismo en los meses siguientes a esa calamidad.
Creo que esa es una reacción que compartimos con todos los primates y es
exactamente lo contrario de lo que mucha gente esperaría. Una amenaza como el
coronavirus tiene el mismo efecto de cerrar filas, porque los peligros se afrontan
cooperando”.
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