LA ESKINA magazín ISSN 1900–4168
Magazín No 70, noviembre de 2019, laeskinaperiodicocartel@gmail.com; laeskinavirtual@gmail.com; blog: https://laeskinavirtual.blogspot.com/; Bucaramanga;
Consejo editorial: Gloria Inés Ramírez M., Gloria Elena Carillo, Carlos Lizcano, Claudio Anaya; diseño; Gloria Inés Ramírez M.; LA ESKINA en LIBRO TOTAL: www.ellibrototal.com: Daniel Navas; se distribuye en: Llega la noche en emisoras El túnel rock y UIS Stereo; Casa Cultural El Solar; IMCT de B/manga; Museo de Arte Moderno de B/manga; UCC, Cineteca Municipal Centro Cultural del Oriente; FUSADER; Coliseo Peralta; Fundación TOTEM; UNICIENCIA; UDES; UNAB; Normal Mixta de Bucaramanga; ICP )
©Reserva de derechos de autor. Las opiniones expresadas en los artículos de esta edición son responsabilidad de sus autores.
RINA
CECILIA CONTRERAS MACHADO
Y
”Luces de la ciudad”;
algo de su historia
Comunicadora Social Periodista y Organizacional, de la Universidad
Autónoma de Bucaramanga
Hace 26 años, en julio
de 1993, Rina Cecilia se vinculó a la Emisora Cultural Luis Carlos Galán
Sarmiento, inicialmente como practicante, luego como contratista y, finalmente,
en enero del 2000, como funcionaria pública, en el cargo de Coordinadora de la
Sala de Música; por medio de un convenio que se llamó Biblioteca-UNAB-Alcaldía,
se contrató a nueve estudiantes de Comunicación Social de la Universidad
Autónoma de Bucaramanga, para que desarrollaran su práctica profesional en esta
emisora. Fue así como el Dr. Jorge Valderrama Restrepo, delegó en estos
practicantes, los programas que debían producir con el apoyo de productores
externos, con el fin de ir conformando la parrilla de programación que en ese
momento no existía porque aún la emisora estaba en periodo de prueba, y sólo se
limitaba a emitir música sin presentación. En esa tarea, el Dr. Valderrama
escogió a Clara Teresa Jurado Sarmiento y a Rina Cecilia Contreras Machado,
para que hicieran un informativo cultural a través del cual se difundieran
todas las actividades artísticas, culturales y académicas de Bucaramanga, y se
destacara a los artistas locales. Con el tiempo el programa fue extendiéndose,
hasta cubrir la agenda cultural del Área Metropolitana, del departamento y algunos
eventos de carácter nacional.
El primer programa de
difusión cultural de la Emisora Cultural Luis Carlos Galán
Sarmiento, que salió al aire hace 26 años, fue el
informativo cultural “Luces de la Ciudad”, cuyo nombre fue escogido por la
compañera de fórmula de Rina Cecilia: Clara Teresa Jurado Sarmiento, en honor a
una película de Charles Chaplin: Luces de la Ciudad. Con seguridad fue el
primer informativo radial de la región, dedicado única y exclusivamente a la
difusión del arte y la cultura, con un espacio inicial de emisión de 15 minutos
en la mañana; más adelante, esos 15 minutos se repetían en la tarde, para luego
ampliarse a una hora, presentando durante su trayectoria hasta la actualidad,
muchos cambios, pero conservando su espíritu inicial de promoción y difusión el
arte y la cultura de nuestros artistas y gestores, quienes conforman
ya una extensísima lista.
De Rina se recuerda principalmente su sensible
personalidad y su vocación de servicio, su altruismo y la dinámica que supo
imprimir a su programa “Luces de la
ciudad”, hasta el punto en el cual hoy, y sin demeritar a los
profesionales que actualmente lo dirigen, aún se asocia al programa con su
nombre.
HUMO DE LA VOZ
De lo maravilloso i
lo autóctono,
en
Vicente Arenas Mantilla
en
Vicente Arenas Mantilla
por Claudio Anaya Lizarazo
Tres libros componen su obra: Cartas
ejemplares, Editorial La Cabaña, Bucaramanga, 1906; Estampas de mi tierra,
Imprenta del Departamento de Santander, Bucaramanga, 1941; i Crónicas y
romances, imprenta del Departamento de Santander, Bucaramanga, 1960; i se
encargan de la historia menuda de sus coetáneos, pequeñas noticias i sucesos
muy locales, recordados con la picaresca del lugar i contados con la fruición
que nos puede dar el genio de lo absurdo o de lo mágico. Vicente Arenas
Mantilla practicó la crónica i el romance, matizados por su singular humorismo
costumbrista, cuya más cercana
categorización genérica puede ser la del cuadro de costumbres, (con algo de
aventura podríamos decir que su oficio hunde sus raíces en el Criollismo, el
Costumbrismo i hasta en el lejano Romanticismo, aun teniendo en cuenta los
sesgos que identificaron o diferenciaron a estas escuelas), i cuya base, además
de la literatura decimonónica i algo de las escuelas vanguardistas de las
primeras décadas el Siglo XX, fue también una rica tradición oral con sus mitos
i leyendas, pletórica del elixir entre amargo e hilarante de la sabiduría
filosófica de los refranes, que impactó gratamente a su pueblo i a muchos otros
de sus lectores en Santander i en el país, pues él sabía extractar de la
elemental cotidianidad los sesgos de las situaciones, que por obvios, podían
generar la chispa del humor, con algo de indolencia en su discurso, es cierto,
pero el humor es así.
En un medio todavía bajo los
influjos de una desbordante naturaleza, junto al acervo de leyendas que
heredaron i también crearon nuestros ancestros, tenía por fuerza que generarse
i mantenerse el ámbito de lo mágico. Se puede afirmar que en la época de este
cronista, la fantasía i el mito estaban para combatir el tedio i la monotonía;
el bajo nivel de escolaridad i la adoctrinación religiosa, sumados al denso
aunque fraccionado sustrato mítico, conformaron esa amalgama entre la magia i
la ironía, con la cual el pueblo contaba i trataba de explicarse los fenómenos
que inclusive entonces, en cierto modo, eran también inexplicables en buena
parte para la ciencia; sencillamente, lo maravilloso formaba parte de la vida.
Romance del Ánima Coy
Al punto de media noche,
por San Antonio hacia abajo,
entre lamentos profundos
y alaridos muy macabros,
un bulto blanco camina
calle abajo, calle abajo,
y mientras reza, suspira,
suspira largo, muy largo.
Es Benedicta Rovira,
dicen los que la escucharon
durante largas centurias,
los miércoles y los sábados,
al golpe de media noche
cuando bajaba rezando,
con su túnica de llamas
y una canilla en la mano.
Es Benedicta ¡Dios mío!,
piadosa Virgen del Tránsito,
decía al oír los gemidos
don Policarpo Avendaño.
-La conozco por el timbre
de la
voz, y por los cascos
de mula que le salieron
por matar a su Rosario.
Con las puertas bien trancadas
mucho tiempo la miraron
las muy devotas matronas
de mi pueblo, que rezando
el credo y las siete salves,
la sentían pasar brincando,
como chulo algunas veces,
y otras veces
como cabro.
Cada lamento se oía
más lastimero, más lánguido;
y el pelo se le paraba
al pobre de uno, en el acto.
Muchos cayeron privados
en plena calle, a lo largo,
al toparse a Benedicta
el espanto más espanto.
-Ayudadme… decía a veces,
a rogar por mi Rosario,
mi hija niña a
quien maté
en el pozo hace veinte años…
Ayudadme… almas piadosas,
con limosnas y sufragios
a salir de los infiernos
donde ha mucho estoy penando…
Y un olor de azufre intenso,
iba la calle llenando
al paso de Benedicta,
que con su antorcha en la mano,
y entre
aullidos lastimeros,
iba bajando, bajando,
mientras las nobles matronas
rezaban credos y salmos,
y los serenos corrían,
y echaban palo los guapos.
Página 3
El mago de Arjona y los polvos de doña Liduvina,
por
Vicente Arenas Mantilla
Francamente les digo, que aunque los prodigios ejecutados por el muy célebre mago de Arjona son hechos tan reales como la salida del sol, yo siempre he sentido una chispita de desconfianza con respecto a esas curaciones milagrosas de que todos los días ha venido hablando la prensa costeña, cuyos comentarios acerca de los grandes éxitos del nuevo iluminado, me han tenido a punto de correr hacia él a ver si me cura de la nostalgia que es mi martirio capital.
Un día de estos, nos decía uno de esos periódicos aludidos, que a veinte ciegos de nacimiento los había hecho ver en un santiamén; que a un hombre a quien se le había caído la lengua por una maldición, se la había hecho también retoñar con solo tocarle con una pajita la campanilla; que a un cura le había sacado de la cabeza un camaleón que le habían puesto para atormentarlo los indios del Putumayo, y en fin un sinnúmero de curaciones que han puesto a los médicos a hilar finito y a pensar en qué otra actividad más lucrativa pueden ocuparse.
Y no es que yo no crea en la extraordinaria veracidad de las noticias de los periódicos y de la radio; no, señores, yo nunca he pensado en cometer tamaña irreverencia o desacato; pero como está dicho por el mismo Jesucristo que hacia esas calendas aparecerían falsos profetas, yo no he dejado de tener mis dudas, pero muy reservadas, porque a mí no me ha gustado nunca negarle los méritos a los demás, mucho menos a los curanderos que siempre han sido para mí los mejores médicos.
Y tanto es así, que cuando en Piedecuesta se dijo con insistencia que doña Liduvina estaba realizando por medio de unos polvos milagrosos las más estupendas curaciones en las gentes y en los animales, yo fui uno de los primeros en ir a presenciar tales prodigios, no sin sentir un poquito de miedo porque una vecina me dijo que a un policía lo había convertido en Fara, con solo pasarle por las narices una ramita de perejil.
Dichos polvos, que eran simplemente tierra que la vieja recogía todos los viernes santos junto a la cruz de “La Cantera”, tenían un poder tan asombroso de curación, que no lo tienen hoy ni la penicilina, el hongo, ni los rayos X; mucho menos ninguno de esos menjurjes con que se ha venido engañando la buena fe de las gentes, que bien pudieran curarse de sus enfermedades con procedimientos botánicos, inofensivos para la salud y tan activos y baratos como ningunos.
En mi villa existen todavía personas que recuerdan aquellos polvos portentosos, ya que a ellos le deben muchos la riqueza y otros la larga vida de que han disfrutado. Digo que la riqueza, porque a un sujeto del valle de Guatiguará que se hallaba en vísperas de suicidarse por ruina económica, doña Liduvina con su magia le convirtió en oro todas las piedras de la huerta, y a un caracolí lo transformó en vaca lechera, con la sola pronunciación de unas palabras cabalísticas que aunque me las sé de memoria porque la bruja me tenía mucha confianza, nunca me he atrevido a enseñárselas a nadie, pues la leche de la tal vaca ha venido produciendo en ciertos matrimonios de la región un alto porcentaje de bobos y de borrachines.
Un día murió, en la casa del Padre Mantilla, un perrito que era el encanto y la entretención de mi antiguo confesor. Como en dicho momento nos encontrábamos en el despacho parroquial Daniel Remolina y yo tratando de venderle al ama de llaves un gatico romano al cual habíamos enseñado a ejecutar un sinnúmero de musarañas, al darnos cuenta de la aflicción que dicho fallecimiento causó en el ánimo de aquel incomparable pastor de almas, corrimos hacia Villanueva en donde la vieja Liduvina tenía establecido su consultorio, y en un instante la informamos de lo acontecido. Ante tan deplorable noticia, la bruja estalló en gritos y sollozos que hicieron acudir a muchas vecinas, las que en cuestión de segundos ayudaron a la bruja a acicalarse debidamente, y una vez echada encima su mantellina y con su cajita de polvos por delante, nos encaminamos todos hacia la Casa Cural, donde ya doña Cleofe estaba dando principio al amortajamiento de “Caracucho”, y Antonio Pelayo que actuaba como sacristán, fabricaba la urna donde el más mimado de todos los canes de la tierra iba a reposar su último sueño.
Herminia Durán y otras tres plañideras que habían sido contratadas para el velorio de “Caracucho”, rodeaban el féretro cuando hizo su entrada en la alcoba la vieja Liduvina, que toda fatigosa y desmelenada por la carrera, se lanzó como una loca sobre el cuerpo inanimado del fallecido perrito, que no respondió a sus ruegos, ni a sus conjuros, ni a los sobatorios que por todas las partes del cuerpo le hizo con sus polvitos; mucho menos a sus imploraciones suplicatorias, ni a sus lágrimas candentes con las cuales empapó la mortaja aquella ponderada bruja de Villanueva, de cuyo fracaso profesional mucho me acuerdo cada vez que leo en los periódicos esas milagrosas curaciones de magos y de iluminadas.
Un día de estos, nos decía uno de esos periódicos aludidos, que a veinte ciegos de nacimiento los había hecho ver en un santiamén; que a un hombre a quien se le había caído la lengua por una maldición, se la había hecho también retoñar con solo tocarle con una pajita la campanilla; que a un cura le había sacado de la cabeza un camaleón que le habían puesto para atormentarlo los indios del Putumayo, y en fin un sinnúmero de curaciones que han puesto a los médicos a hilar finito y a pensar en qué otra actividad más lucrativa pueden ocuparse.
Y no es que yo no crea en la extraordinaria veracidad de las noticias de los periódicos y de la radio; no, señores, yo nunca he pensado en cometer tamaña irreverencia o desacato; pero como está dicho por el mismo Jesucristo que hacia esas calendas aparecerían falsos profetas, yo no he dejado de tener mis dudas, pero muy reservadas, porque a mí no me ha gustado nunca negarle los méritos a los demás, mucho menos a los curanderos que siempre han sido para mí los mejores médicos.
Y tanto es así, que cuando en Piedecuesta se dijo con insistencia que doña Liduvina estaba realizando por medio de unos polvos milagrosos las más estupendas curaciones en las gentes y en los animales, yo fui uno de los primeros en ir a presenciar tales prodigios, no sin sentir un poquito de miedo porque una vecina me dijo que a un policía lo había convertido en Fara, con solo pasarle por las narices una ramita de perejil.
Dichos polvos, que eran simplemente tierra que la vieja recogía todos los viernes santos junto a la cruz de “La Cantera”, tenían un poder tan asombroso de curación, que no lo tienen hoy ni la penicilina, el hongo, ni los rayos X; mucho menos ninguno de esos menjurjes con que se ha venido engañando la buena fe de las gentes, que bien pudieran curarse de sus enfermedades con procedimientos botánicos, inofensivos para la salud y tan activos y baratos como ningunos.
En mi villa existen todavía personas que recuerdan aquellos polvos portentosos, ya que a ellos le deben muchos la riqueza y otros la larga vida de que han disfrutado. Digo que la riqueza, porque a un sujeto del valle de Guatiguará que se hallaba en vísperas de suicidarse por ruina económica, doña Liduvina con su magia le convirtió en oro todas las piedras de la huerta, y a un caracolí lo transformó en vaca lechera, con la sola pronunciación de unas palabras cabalísticas que aunque me las sé de memoria porque la bruja me tenía mucha confianza, nunca me he atrevido a enseñárselas a nadie, pues la leche de la tal vaca ha venido produciendo en ciertos matrimonios de la región un alto porcentaje de bobos y de borrachines.
Un día murió, en la casa del Padre Mantilla, un perrito que era el encanto y la entretención de mi antiguo confesor. Como en dicho momento nos encontrábamos en el despacho parroquial Daniel Remolina y yo tratando de venderle al ama de llaves un gatico romano al cual habíamos enseñado a ejecutar un sinnúmero de musarañas, al darnos cuenta de la aflicción que dicho fallecimiento causó en el ánimo de aquel incomparable pastor de almas, corrimos hacia Villanueva en donde la vieja Liduvina tenía establecido su consultorio, y en un instante la informamos de lo acontecido. Ante tan deplorable noticia, la bruja estalló en gritos y sollozos que hicieron acudir a muchas vecinas, las que en cuestión de segundos ayudaron a la bruja a acicalarse debidamente, y una vez echada encima su mantellina y con su cajita de polvos por delante, nos encaminamos todos hacia la Casa Cural, donde ya doña Cleofe estaba dando principio al amortajamiento de “Caracucho”, y Antonio Pelayo que actuaba como sacristán, fabricaba la urna donde el más mimado de todos los canes de la tierra iba a reposar su último sueño.
Herminia Durán y otras tres plañideras que habían sido contratadas para el velorio de “Caracucho”, rodeaban el féretro cuando hizo su entrada en la alcoba la vieja Liduvina, que toda fatigosa y desmelenada por la carrera, se lanzó como una loca sobre el cuerpo inanimado del fallecido perrito, que no respondió a sus ruegos, ni a sus conjuros, ni a los sobatorios que por todas las partes del cuerpo le hizo con sus polvitos; mucho menos a sus imploraciones suplicatorias, ni a sus lágrimas candentes con las cuales empapó la mortaja aquella ponderada bruja de Villanueva, de cuyo fracaso profesional mucho me acuerdo cada vez que leo en los periódicos esas milagrosas curaciones de magos y de iluminadas.
Hoja suelta
¿Debe la literatura pasar por el cedazo
de la política?
Por Silvestre Lixaus
No sólo se deben defender los Derechos Humanos al interior de regímenes
dictatoriales de izquierda; los escritores europeos como el austriaco Salman
Rushdie, la presidenta del PEN América, Jennifer Egan, el británico Hari
Kunzru, Joyce Carol Oates, y Slavoj Zizek,
entre otros notables, que critican la concesión del Premio Nobel de
Literatura en 2019 a Peter Handke, actúan como títeres gratuitos de los
regímenes de derecha hacia los cuales manifiestan sus simpatías y al interior
de los cuales, para nadie es un secreto, se violan diariamente los derechos humanos
no sólo de las minorías étnicas sino de toda la ciudadanía; sociedades donde
aún se practica por hambre o por bala el exterminio sistemático de minorías
étnicas, se entablan nuevas formas de esclavitud y se niegan los derechos hasta
el de la vida, terminando en la destrucción del planeta que es en última
instancia el total despojo a las presentes y futuras generaciones.
Handke ha sido criticado
desde los años noventa, por su postura de apoyo en la guerra de Yugoeslavia al
líder servio Milosevic, y por su condena a los bombardeos de la otan y de
estados unidos. Desde entonces ha sido
atacado por un amplio abanico de intelectuales como por ejemplo Susan Sontag.
En semanas pasadas, Dan Therriault, dramaturgo estadounidense, recordó que
Harold Pinter, Premio Nobel en 2005, también había expresado públicamente su
desacuerdo con los mencionados bombardeos de la otan y de estados unidos, y
recibió el Nobel sin tantas críticas, aunque es cierto que el dramaturgo
británico no asistió al funeral de Milosevic.
Esta noticia hace que me pregunte, si ¿las
posturas políticas de un escritor, aunque no estén implícitas en su obra,
pueden ser utilizadas por críticos politizados que pretenden descalificar
aparentemente a un hombre, cuando en realidad lo que persiguen es ningunear su
obra? ¿Pueden los críticos de Hankde alzar su voz en este caso, cuando no la
han alzado, por citar unos pocos ejemplos entre muchos, contra la masacre en
modo cuentagotas contra la población negra en los estados unidos, o contra las
políticas invasivas de las actuales potencias en el nuevo reparto de las áreas
estratégicas del planeta, ocasionando con esto millonarias víctimas, a lo cual
también podemos llamar masacres u holocaustos?
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_________________________________________
Charlas con
“Pichuco”
EDITORIAL
por Carlos “Pichuco” Lizcano
Pero no siempre fue así. En nuestro medio regional, editar una publicación de tipo cultural o “Revista de Letras”, como se les llamó a principios del siglo pasado, siempre constituyó un acto azaroso y quijotesco. Desde las primeras revistas como: Lecturas, Alma Latina, Intenciones, Revista Santandereana, Club Campestre, Selección, Stadium y Revista Literaria del Oriente; para sólo nombrar algunas de la primera mitad del Siglo XX, se luchó desde las imprentas por dar a conocer el pensamiento y creación de poetas, novelistas, oradores, cuentistas, críticos, ensayistas y cronistas, que de una u otra forma, quisieron dar a conocer el sentir de una sociedad que por momentos se debatía entre el desarraigo, el individualismo y los temores hacia fuerzas superiores dueñas de sus destinos.
En la segunda mitad del Siglo XX, por casi treinta años, el suplemento de Vanguardia Dominical bajo la dirección de Jorge Valderrama Restrepo, Miguel Ángel Pérez y Luis Álvaro Mejía, entre otros, se constituyó en un derrotero que señaló el devenir del arte y la cultura, no sólo en Bucaramanga, sino en toda la región. Es necesario mencionar otros medios impresos que no pasaron desapercibidos en los círculos y tertulias de los cultores del arte en Bucaramanga, entre ellos debemos citar por ejemplo: los también suplementos de los diarios El Frente y El Deber o las publicaciones de la UIS: Cátedra y Auditorio, además, revistas de carácter independiente como: Falsas Riendas, El Grillo, Tropos y Umpalá.
(1958, Bogotá,
Colombia).
Correo: tabares.maria@gmail.com
Poeta y narradora egresada de la Escuela
de Escritores de México, SOGEM. Ha formado parte de talleres de poesía,
narrativa, dramaturgia y guión en España y México; ha sido publicada en
revistas y antologías en Colombia, Ecuador, México y Francia.
Reconocimientos: -Libro de poemas Y cae y
suena y nos invade. Segundo lugar. Museo Rayo y Ediciones Embalaje, 2010.
-Libro de
poemas, La luz, poemas de sombra. Premio Nacional de Poesía. Museo Rayo y
Ediciones Embalaje, 2011.
-Cuento, Cinco
minutos. Tercer lugar. Concurso Nacional de Cuento, Fundación La Cueva,
Barranquilla, Colombia, 2012.
-Libro de
poemas Los Sombra. Mención de Honor. Premio Nacional de Poesía Ciudad de
Bogotá, 2013.
Otros libros
publicados:
-Los Poetas
del Megáfono, México, 2008;
-La tortuga
feliz (libro de artista); La Diéresis Editorial Artesanal, México, 2012;
-Álulas, El
Ángel Editor, Ecuador, 2014.
-Al filo del
mundo, Editorial Domingo atrasado, Bogotá, 2019
Otros medios:
-Lectura de
poémas por la Paz de Colombia; Youtube
-Poemas; Blog
de Eugenia Sánchez Nieto
-Blog de María
Tabares
-Poemas
Revista Metaforología
Estados de ánimo. Poemas de lo abstracto,
María Tabares
(de su libro Al filo del mundo, Editorial Domingo Atrasado)
-Es también de aire esta tristeza
baja, sin pájaros revoloteando el pulso rojo. De aire sin rumbo, solo
existencia como ropa que ahoga y no abriga. Dolorosa es la tristeza que amanece
pura tras los párpados, ungida de muerte y peso.
-En sosiego la casa. El sol afuera,
inevitable nombrarlo si es el mundo. El agua de la cisterna con su canción
oscura. La gata y el sueño junto a la ventana. La silla, el escritorio y este
computador-barco navegando entre lo que soy y lo que no, el mar de los peces
que huyen.
-Amanece y el abismo dentro del
pecho no desaparece. Un colibrí espera a que lo alimente. Mis manos pesan y el
dolor de todo golpe es mío. El mar se vacía dentro de un vaso de agua, el vaso
estalla en pedazos y la fuerza de gravedad (del amor) junta de nuevo los
cristales. Ninguna grieta queda explícita o visible en ese cuerpo que todo
contiene. Sin embargo al vidrio le duele el desborde, la fractura, el estar
vivo.
___________
La poeta
María Tabares
entrevistada por
Gloria Elena Carrillo,
Buenas tardes, Poeta María Tabares, soy Gloria Elena Carrillo, hago parte del grupo
que está organizando la presentación del 24 de Octubre, aquí en la ciudad de
Bucaramanga, en la Casa del Libro Total.
Me
correspondió leer su libro Al filo del mundo. Sobre él, deseo hacerles unas
preguntas, para organizar su presentación.
Poeta, debo agradecerle su escritura y
confesarle que su trabajo, me tocó de frente, me esculcó y me dio elementos
para pensar en mi papel frente a este tiempo que estamos viviendo. Así que mis
preguntas todas tienen que ver con esa mirada, tan distinta, comprometida y
significativa que usted tiene, primero como poeta y después como mujer.
Gloria Elena Carrillo: Cuando digo
distinta, me refiero a los ojos abiertos de un lado a otro, esperando que
suceda algo diferente; que no rompa la promesa que un día nos hicieron, que
muestre que vale la pena estar y habitar. Lo dice en su cuento “La niña”,
cuando se baja de silla: “… obligada bajas el rostro, tus ojos están ciegos de
tanta luz y lloras porque te arden y porque esta vez tampoco has visto nada…” ¿Aún espera ver algo que valga
la pena la mañana, un suceso que rompa el desaliento e ilumine con luz propia
la profunda noche para que todos veamos?
María Tabares: Creo que en la
niña no existe desaliento por el mundo. En ella existe la fé. Un deseo de ver a
Dios, reiterado e infructuoso. No sabemos si está es la última vez que lo
buscará; sabemos sí, que no es la primera. Quizás, es posible, que sea la
adulta que muchos años después no cree que Dios exista y escribe “Suenan las
campanas. Dios no sale ni entra…”, aunque nunca lo sabremos.
Personalmente, no espero “ver algo que haga
valer la pena la mañana” distinto que la mañana misma. Creo que aquello que da
valor a la existencia es el hecho escueto de existir. Que ningún ser vivo,
humano o no, nace para alcanzar algo o tener una misión en la vida, distinto
que hacer lo mejor que pueda de su existencia para él y para los demás.
Gloria Elena Carrillo: Auscultar el paso
del tiempo, ha sido una tarea obligada por nuestra inteligencia y también por
la fisiología de nuestro cuerpo, usted lo registra y lo muestra a los ojos del
lector diciéndole que nada ha pasado, que todo está igual, que es ahí, y ahí
permanecen los recuerdos y hechos que no podemos dejar pasar. Lo trae su poema
2005:
“Cerré la puerta/trece
años/ como trece muertos/ como trece asesinatos”/
¿Cree que parte de la responsabilidad del
poeta, es hacer historia, cuando todo pretende ocultarla, sepultarla, con la
risa idiota que provoca un carnaval amañado?
María Tabares: Pienso que la única responsabilidad del
poeta es escribir el mejor poema que le sea posible, de la forma más bella y
única que pueda, sobre lo que se le antoje. Que solo esto, y si la suerte lo
acompaña, hará historia. No creo que el poeta tenga la responsabilidad de crear
conciencia, hacer historia, en mayor o menor grado que cualquier otro ser
humano, sea cual sea su oficio.
Lo que sí creo que sucede
es que cuando un poema funciona evoca en el lector algo más amplio, más hondo y
libre, que el mundo del autor. En esa medida el poema pasa de ser un fin en sí
mismo a convertirse en un medio (metáfora) y de esta manera a hablará de algo más.
No sé si este es el caso
en el poema, pero de llegar a serlo, podríamos pensar que sí cuestiona la
linealidad del tiempo, no permite el olvido y sugiere la imposibilidad de que
exista un presente aislado y autónomo.
Gloria Elena Carrillo: Hay algunos rasgos
de su poética, que me muestran que ha hecho de la escritura un oficio, muy
distinto al de la poeta Alejandra Pizarnik, ella no encontró en el lenguaje un
escape, Usted lo encuentra en la poesía. Así lo manifiesta el poema. “Suenan las campanas de la iglesia”, cuando dice “Dios no sale ni entra/ queda/ afilar el lápiz y escribir a oscuras/.
¿Poeta, la salva la escritura? ¿Cómo es su oficio?
María Tabares: Sí. Me salva de la soledad, de la
aburrición, de la superficialidad. Escribir y leer es lo que ocupa casi todas
las horas de mis días. Siempre estoy en ello, aunque en apariencia esté
haciendo algo distinto. Nunca me alejo más que unos pocos metros de la palabra
escrita. Junto con la lectura siempre estoy con los vivos o con los muertos y
la poesía es lo que me permite atravesar la superficialidad del mundo; ver lo
oculto en lo existe.
Antes de escribir suelo
tener miedo. Para mí es como atravesar un río a nado debajo del agua. Si logro
salir al otro lado, si alcanzo la orilla, la felicidad, el éxtasis, son
totales. Vivo una de las mayores alegrías que puedo sentir. Luego viene otra
forma del trabajo que también disfruto enormemente: revisar cada palabra, precisar
cada imagen, escuchar los silencios, pulir, pulir y pulir, esto suele durar
años, hasta que por fin siento que está.
Gloria Elena Carrillo: Nos nutrimos de
realidad para escribir, para poetizar, para cantar, para bailar, para hacer
teatro, para crear cine, para todo lo que trae noticia y es nuevo, la realidad
es un fuerte ingrediente, pero además las lecturas de grandes personajes del
mundo. ¿Quiénes han sido sus maestros y lecturas que han contribuido al
fortalecimiento de su oficio? Cuéntenos sobre algunos de ellos, los que la han
deslumbrado y han sido luz en su camino.
María Tabares: Si bien a estas alturas, la gran mayoría de
los autores, lecturas y experiencias que he tenido las he olvidado, es cierto
que todas, así no las recuerde me constituyen. Se han vuelto parte de mi carne
y de mi manera de ver, pensar el mundo y dentro de aproximarme a la literatura
y a la poesía.
Aun así, recuerdo algunos
nombres con admiración total. Autoras como Marguerite Duras, Marguerite
Yourcenar, Olga Orozco, Idea Vilariño, Clarisse Lispector, Carson Maccullers, y
otros como Jorge Amado, Robert Artl, Jorge Luis Borges, Truman Capote, Albert
Camus, Tolstoy, James Joyce.
El último autor que estoy
leyendo, Hector Rojas Erazo, es completamente fascinante. Quien no haya leído
su novela “Respirando el verano” que da nombre a la colección, se ha perdido de
un universo maravilloso y de una escritura magistral.
Muchas gracias Gloria
Helena por tu lectura y las preguntas. Pocas son las oportunidades de conversar
con un lector con esta profundidad. Me hiciste reflexionar y siempre eso lo
agradezco.
Un abrazo de aire, hasta el
físico que nos daremos pronto.
LA ESKINA
proyecto cultural y educativo.
Dirección: Claudio Anaya Lizarazo.
Diseño: Gloria Inés Ramírez Montañez
Bucaramanga, Colombia.
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