LA ESKINA global , periodico cultural

lunes, 17 de junio de 2019

LUZ HELENA CORDERO VILLAMIZAR

LA ESKINA virtual
No 6

LA ESKINA virtual
No 6, junio de 2019, laeskinavirtual@gmail.com; Bucaramanga;
Grupo LA ESKINA virtual: Gloria Inés Ramírez M.; Carlos Lizcano; Jaime Rojas; Claudio Anaya.
©Reserva de derechos de autor. Las opiniones expresadas en los artículos de esta edición son responsabilidad de sus autores.
 Luz Helena Cordero Villamizar
Estudió sicología en la Universidad Nacional de Colombia, y obtuvo una maestría en literatura en la Pontificia Universidad Javeriana, y se fue por las ramas hasta consolidar un quehacer que hasta hoy ocupa sus días. Vive en Bogotá, donde ejerce su  oficio literario en los géneros de cuento, poema y ensayo.
Sus libros: Canción para matar el miedo (cuentos, 1997)), y El puente está quebrado (relatos, 1998), obras publicadas por la Editorial Magisterio, narran situaciones críticas desde la mirada de los niños. 
Los libros de poemas, publicados, son: 
-Óyeme con los ojos, (Verdehalago, Ciudad de México, 1996 y Editorial Trilce, Bogotá, 1996), 
-Cielo ausente (Ediciones Sociedad de la Imaginación, Bogotá, 2001), 
-Por arte de palabras (Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2009), 
-Postal de la memoria. Antología personal (Caza de Libros, Ibagué, 2010),
-y Eco de las sombras (Uniediciones, Bogotá, 2018),
-Su libro Pliegos de cordel (Domingo atrasado, Bogotá, 2019) reúne poemas, ensayos y crónicas.
Recibió mención de honor en el Premio mundial de literatura José Martí, en San José de Costa Rica en 1997, y primera mención en el Primer concurso de poesía Fernando Mejía Mejía, en Manizales en 1992. Su obra poética ha sido incluida en diversas antologías, y algunos de sus ensayos y crónicas se han publicado en revistas académicas y literarias. Luz Helena Cordero Villamizar es conocida como poeta, pues la mayor parte de su obra en prosa está inédita.


Y SI ESTABA AHÍ
era para que yo la adivinara,
tan alta y lejana en mi gateo.
Tampoco conocía las palabras
pero no hacían falta para tocar
esa luz rebosante de adjetivos:
tibia
azul
        quieta
        sosegada,
fulgor plateado, la luna en el patio.
Tantear,
              rozar apenas,
atrapar ese ovillo de sueño,
ocultarlo detrás de la mirada
y despertar con un círculo
en el lugar del corazón.


Humo de la voz
Eco de las sombras,
de Luz Helena Cordero  Villamizar
Por Claudio Anaya Lizarazo
La escritura de todo libro es una forma de regreso, a una imagen impactante, a una situación que nos dejó su marca indeleble, a una época en la cual se constituyeron nuestros primeros estupores y descubrimientos. Por eso, todo libro, sea hablado o escrito, es un regreso en el cual debe regir la exigencia de lo original y lo inusitado como búsqueda de la voz propia,  como requisito de acceso al hecho estético.
Eco de las sombras, poemario de la poeta santandereana Luz Helena Cordero Villamizar, es un libro del regreso, un memorioso inventario de recuerdos y situaciones, sucesivas en el transcurso del tiempo y ahora, casuales en una memoria que al abrir las gavetas, los baúles y los álbumes, no se conforma con mirar o enumerar los objetos reencontrados, tocarlos u olerlos, sino que  sigue el juego de la evocación propuesta por ellos y redescubre, repasa y reafirma, los motivos fundamentales de la vida, de una vida muy particular en la intimidad de sus rasgos; válido narcicismo que al contemplar la imagen de sí, genera las maravillas de la conciencia, la individualidad, la historia personal y colectiva, y el amor propio; necesaria y fundamental actitud de rebeldía en estos tiempos de inmediatismo y amnesia general, donde  todo naufraga en un alma colectiva casi desprovista de sustrato simbólico.

Con la muerte de  los progenitores, regresamos a los asuntos elementales de la vida, barro genésico amasado por sus manos y por medio del cual hicimos nuestro ingreso en el mundo. Esta orfandad nos disipa las vanidades, nos entrega a la soledad meditativa como guía para ese último tercio de nuestro paso por el mundo. Entonces revisamos nuestra memoria como revisamos las gavetas, los baúles de nuestros muertos, y encontramos la historia familiar escrita o registrada de muchas maneras, con variados lenguajes y soportes, entre ellos, uno que cobra  inusitada  importancia es el lenguaje de los objetos, en la mudez de su reposo nos hablan de una serie de sucesos por medio de una cascada de imágenes, para quedar gravitando al margen del tiempo.

Se regresa al nombre original de las cosas para designarlas y para hablar de sus elementales usos y funciones. Sentimos, vivimos y saboreamos así, lo raizal,  la médula de nuestra visión, encontrada también en nuestra relación con los elementos naturales, el sol en el boscoso patio, los gatos noctámbulos en el tejado, el áspero contacto de la madera de la rústica escalera, la sedosa superficie del papel envejecido, los objetos y herramientas en su lenta oxidación en el lienzo del recuerdo, las fotografías desteñidas, el olor de la ropa clausurada, el sereno de plateados reflejos en el cuaderno y la blanda luz de la luna.
LA ESKINA proyecto cultural y educativo.

Director: Claudio Anaya Lizarazo.
Diseño: Gloria Inés Ramírez Montañez


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