LA ESKINA global ISSN 1900 – 4168
No.131 septiembre de 2023, laeskinavirtual@gmail.com; http//bloglaeskinavirtual.blogspot.com; WWW.ELLIBROTOTAL.COM; Bucaramanga; LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M. (diagramación y diseño); Claudio Anaya Lizarazo (edición y dirección).
PÁGINA 1
UN
DELICIOSO COCONUT TEQUILA
Manhattan, Dry Martini, Dolores, Brandy Alexander, cualquiera hubiera servido. Al final opté por Coconut Tequila, porque me pareció sabroso.
42 g de tequila, 2 cucharaditas de zumo de limón, 2 cucharaditas de crema de coco, 1 cucharadita de maraschino. Agitar en el mezclador a baja velocidad durante 15 segundos con hielo picado, colar en una copa de coctel.
Una visita al Aula máxima Bar
Por
Luz Helena Cordero Villamizar[1]
¿Cómo es Bucaramanga en la ficción? Salvo algunos cuentos y canciones que tienen a la ciudad como escenario, salvo artículos y notas periodísticas, desconozco las representaciones y elaboraciones literarias hechas por poetas y narradores sobre esta otrora ciudad de los parques. Seguramente desde su fundación hasta hoy ha sido descifrada por la literatura. Algunos de sus hijos pródigos la hemos abandonado y tenemos esa deuda con ella. Quizá es necesario alejarse para luego descubrir que es ahora la ciudad quien habita dentro de uno.
Aula máxima Bar de Claudio Anaya Lizarazo transcurre en Bucaramanga. Visitar sus páginas ha sido como volver a una ciudad desconocida que apenas presiento, ajena en la experiencia. La estructura de este libro de relatos, a veces agitados, flambeados, batidos, aderezados, es un deleite. Es peculiar e innovadora la mezcla picante, la coctelería de ingredientes como narración, diálogo, imaginación, pintura verbal, humor, reflexión, sarcasmo, parodia e historia. Los relatos transpiran pasión, crítica, agudeza en la observación. El perfil de los personajes y sus historias conforman un álbum que retrata y cuenta un colectivo que corresponde a una generación a la que el autor rinde un homenaje. También puede decirse que Bucaramanga es el gran personaje, el gran lienzo sobre el que se pinta la atmósfera y se dan pincelazos de etnografía de este rincón del mundo.
Cada coctel preparado por el bartender — la palabra en castellano, camarero, no alcanza el mismo sentido para nosotros — que es el mismo narrador, es un pretexto y una razón para compartir una historia de vida y un modo de ver el mundo. La música no es menos importante. Con frecuencia se alterna un ritmo, una voz, una melodía, con un personaje y un tema que se trae a colación. En algunos relatos el narrador hace analepsis o elucubraciones mentales que por momentos pueden agotar a su público. Es clara la intención de cuestionar el ambiente cultural de la ciudad. Quien habla se apoya sobre la barra del bar, una especie de panóptico reflexivo, desde donde se hacen preguntas, se inquiere sobre diversos temas y no se desaprovecha la ocasión para instruir.
Debo decir que he disfrutado más los relatos en los que se da rienda suelta a la imaginación, al solaz, como ocurre en “Tesstarrosa”, esa loca ficción de un expreso de medianoche en las calles bumanguesas, combinación espirituosa, de imaginación, literatura, humor, sueño, donde es posible ver una carrillera y un tren del que descienden Juan José Arreola y Pedro Gómez Valderrama para hablar con un grupo de jóvenes escritores sobre el valor de sus ficciones, en contraste con la adusta realidad. ¿Quién no quisiera abordar esa ruta de la fantasía?
“Caipirinha” es otro coctel que embriaga por su vuelo imaginativo al revivir a un personaje como Chucho Peña, el teatrero y poeta asesinado en nuestros peores años de terror. Escuchamos su voz dentro de una puesta en escena tragicómica y aspiramos su «olor de azucenas». El artista ha regresado para opinar sobre el presente y en este coctel divertido y trágico se alude a otro personaje innombrable del que quisiéramos prescindir en la realidad y en la ficción.
Si Aula Máxima Bar nunca existió, este libro lo acaba de crear como un referente bohemio en Bucaramanga. Aunque las mujeres en este libro y en este bar tienen un rol anodino, quisiera ir allí una noche para conversar con ese barman afable e informado. Imagino un local en penumbra, luces de neón, piano y armónica, una historia en cada mesa, tantas soledades compartidas en la barra, como en aquella nostálgica canción de Billy Joel. Me pregunto qué coctel me preparará el narrador, pues la lectura me ha dejado con sed.
Agosto
de 2023
[1] Poeta, narradora y cronista bumanguesa
Tesstarrosa
(Expreso
de medianoche) (1)
…esa noctámbula locomotora a vapor, que un par de veces he visto con su penacho de humo, se ve como la única sobreviviente de una época antediluviana, cada viernes en la noche, demostrando su increíble fuerza, haciendo su trabajo casi con la envidiable eficiencia de la más alta tecnología de las locomotoras modernas. Nadie sabe quién o quiénes, o qué orden clandestina de románticos la protegen en el ministerio; no obstante da temor pensar en los presupuestos para mantener sus aditamentos en las estaciones a lo largo i ancho del país, los depósitos con carbón i agua, los pequeños paradores con su improbable carga o su irreal correo, donde sólo esta locomotora se detiene, i los fantasmas guardianes de esos parajes que sólo se animan cuando llega, pujante, gobernada por el centenario maquinista la reluciente dama de acero, ella, sólo ella, con la maldición de su ignorada condena…
Vino a visitarme al bar, un querido amigo al que nos referimos como a nuestro Kipling boyacense. No precisamente por su obra literaria, ya que hasta donde yo conozco, Rudyard Kipling fue un narrador i nuestro Kipling boyacense es un poeta, convencido de su dolor por no haber podido contribuir a la transformación social del mundo, al menos eso es lo que deja traslucir. Lo menciono porque es su más frecuente postura i su más promocionada óptica ante la vida.
El apodo no es cuestión de género literario sino de un asombroso parecido físico con el escritor inglés; vino a visitarme porque se sentía solo esa noche, síntoma que se le ha agudizado, desde que salió jubilado del magisterio i desde cuando en Bucaramanga se disgregaron los pequeños círculos literarios i quedaron gravitando como él mismo lo dice: como solitarios lobos esteparios lamiéndose las heridas, a la entrada de su gruta.
Además, me comentó en esa oportunidad, que se sentía más solo en las noches, al saber de la inauguración del “Aula Máxima-Bar”, pues en un sitio como este se pueden encontrar personas interesantes con quienes hablar i eso lo estuvo motivando a acercarse.
—!Saludos poeta! —lo recibí con tono festivo.
—Amenito, compañero —me respondió afectando una rural formalidad— Quería ver cómo está el salón, se habla mucho de este sitio.
Después de una intermitente conversación, acosada por los meteóricos pedidos de los meseros, me propuso hacer una caminata nocturna por la ciudad, como en los viejos tiempos; me habló de su necesidad de repetir algunas de las cosas de su juventud i también me dijo que en esos intentos había notado que las aprendía como la primera vez, a lo cual le comenté que era viernes, i que este viernes yo salía temprano por haberme encargado del establecimiento durante todas las anteriores noches i con tiempo extra por ausencia de un mesero; entonces me acordé de Rosa Kreysler, ella me había visitado hacía dos o tres semanas con algunas expectativas parecidas, este detalle originó mi idea de invitarlo a pasear por el centro para darle a conocer nuestro Expreso de medianoche; me dijo un par de cosas más, devoradas por el bullicio de ese momento se perdieron sin entenderlas, i para salir del paso le pregunté qué deseaba tomar. A lo cual me respondió, halagando la fama del bar, por las mezclas, i esperando mi recomendación al respecto.
Le preparé un Tesstarrosa, guiado por el parecido de este encuentro con el de Rosa Kreysler. Le dejé en sus manos un coctel fuerte i refrescante, pero casi sin historia.
No me creyó que esa noche en el centro, veríamos algo fantástico, como tampoco me creyó que Rosa Kreysler todavía estuviera viva. Pensaba que yo trataba de pasarla en grande a su costa, pero finalmente salimos del bar minutos antes de las doce de la noche, caminamos hasta la calle treinta i seis con carrera diecinueve, i vimos que ya no había tránsito de vehículos, pues ahora, por toda la avenida, se veían los rieles de unas carrileras en los dos sentidos.
Nuestro Kipling, que quería demostrar mi necedad, mientras caminábamos, aseguraba que yo estaba borracho o drogado, o que en el “menos peor de los casos”, yo estaba intoxicado con tantas mezclas, o que me había dado por frecuentar la maracachafa, pero cuando vio los rieles sonrió diciendo que se trataba de alguna escenografía, comentando que al fin i al cabo la ciudad en las últimas administraciones, ha estado intervenida por una serie de proyectos culturales que se afincan en la comparsa i en el circo, i que después de esto i de lo que se ha visto, cualquier cosa se puede esperar. Sin embargo, cuando se oyeron a unas cuadras el pito i la campana del tren, i a los pocos segundos éste aparecía estrepitosamente, exclamó:
—!Imposible! —i se quedó mirando estupefacto el vívido brillo de la realidad nocturna, la gigantesca locomotora que acababa de detenerse frente a la Estación UIS Bucarica, semioculta en una nube de vapor, chispas i chirridos de metales que parecían retorcerse, rozarse hasta el rojo vivo, llegando a producir una intensa sordina— !No puede ser!
—?Por qué no puede ser? —pregunté— ?Qué tiene de imposible?
—No es real —volvió a decir, visiblemente abrumado por la persistente alucinación que tenía ante sus ojos— !Sólo es un maldito sueño! —dijo esto último con un trémulo movimiento de negación de su cabeza i acto seguido, sus ojos expresaron el espanto puro cuando vio que descendían los dos pasajeros invitados de esa noche, reconociendo en sus rostros, respectivamente, a los escritores Juan José Arreola i Pedro Gómez Valderrama, que saludaban, levantando una mano.
—Pero si
ellos ya murieron
—dijo con un hilo de voz— Esto es
un sueño.
—Los sueños son parte de la realidad —afirmé ante su incredulidad— Si nuestra actual realidad es precaria, ?por qué negarnos los sueños? ?Hasta a eso debemos renunciar?...
Claro, yo ya no era primíparo en este asunto, yo ya había tenido mi primera noche de total incredulidad cuando Rosa Kreisler me invitó, hace algunas semanas, a recibir i conocer nuestro Expreso de medianoche. Ella había pasado por el “Aula Máxima–Bar” como a eso de las diez de la noche, i mientras esperaba mi salida, había tomado su Tesstarrosa, como era su costumbre. No sabía yo que semejante programa tiene lugar los viernes a medianoche, i que al menos cada viernes a medianoche nuestra ciudad queda en la ruta de la imaginación i la fantasía.
Cuando los escritores descendieron por la escalerilla, un nutrido grupo de jóvenes los rodeó. Eran los nuevos escritores de un taller de literatura con el nombre de un pueblo santandereano, que tiene sede en la más importante institución educativa de nivel superior en el Nororiente de la ciudad, i que sólo a una oportunidad como esta consideran de la altura de su curiosidad. Sin embargo, su juventud animaba la noche i el ejercicio del oficio literario los impulsaba a este recibimiento, salvando, por decirlo de alguna manera, a la ciudad en este momento, que en ellos tuvo a sus representantes.
Al principio se formó una especie de entrevista callejera, con todos los sesgos de la informalidad que le imprimía a la situación la personalidad de Juan José Arreola, sensible observador de los hechos de la vida, i evocador de los fantasmas i criaturas de una numerosa fauna de bestiario que habita entre nosotros, oculta por la lógica de la realidad, i Pedro Gómez Valderrama, chamán de corte gerencial, a medio camino entre la invocación i la desmitificación de las criaturas malditas por el cristianismo i la política universal.
Alguno de esos muchachos le preguntó a Juan José Arreola, que de dónde había sacado los personajes de sus relatos, que si lo había hecho de la tradición oral, a lo cual, echando su capa negra sobre la espalda i apoyándose en su reluciente bastón que tenía una inquietante talla de serpiente, el maestro respondió que si uno mira bien, con sensibilidad, que es una de las más inteligentes manifestaciones de la curiosidad, encontrará que todos estamos rodeados de esta fauna de bestiario que no ha parado de enriquecerse en formas i apariencias, desde que el hombre vive en sociedad.
—Pero ?quiénes son todas esas criaturas? —insistió el muchacho, a lo cual Arreola remachó:
—Son la humanidad, que da para todo. Cuando podemos mirar a la realidad, desprovistos de las amarras de la lógica, encontramos una vida más variada i entretenida de lo que parece, i descubrimos también que esas innumerables especies al mezclarse i fusionarse, van creando a su vez nuevas especies, con su comportamiento i su verdadera apariencia ocultas bajo el rostro de la normalidad, que no pasa de ser el formato del discurso oficial en el que, al decir de Estanislao Zuleta, estábamos insertos desde antes de nacer.
Me di cuenta que, el muchacho quedó pensativo pues los devaneos de su cerebro se reflejaban en los indecisos movimientos de sus manos, hasta que al parecer encontró el empalme e iba a preguntar nuevamente, pero otro muchacho se le adelantó:
—Maestro Arreola, teniendo en cuenta que una buena parte de la literatura deriva de obras anteriores, ?el Guardagujas es un personaje de su plena invención?
—De mi varia invención —respondió Arreola con notoria deferencia— Por analogía se podrían citar algunos antecedentes, dentro de los cuales el más célebre pertenece a la literatura anglosajona, pero en realidad no es así. Mi Guardagujas es el talante del mundo, es la ironía de la vida i nació o se creó de la observación de las circunstancias materiales i la sicología de nuestros pueblos, es, en otras palabras, la fusión de nuestra tragedia i nuestro sentido del humor. Se lo digo yo, que duermo con un volcán bajo la almohada.
Otro muchacho, dirigiéndose a Pedro Gómez Valderrama, preguntó:
—Maestro, ?por qué algunos críticos i colegas suyos lo llamaron “el gran brujo”?
—Nunca lo supe —respondió Gómez Valderrama— pero si lo hicieron, debió ser por los temas que abordo en algunos de mis libros de cuentos i ensayos. Al fin i al cabo, sí supe que hubo opiniones muy variadas que iban desde los que creían que mi trabajo era sólo una investigación histórica, antropológica, política, del trasfondo social de las manifestaciones del mundo de la hechicería i lo considerado diabólico, i de otras formas de rebeldía i de resistencia que incluyen a las religiones de la tierra, llamadas paganas, hasta los que opinaban que por medio de estas investigaciones lo que yo pretendía era dar nueva vigencia a todas esas disciplinas i gentes engañosas de la brujería i el mundo abisal.
Pero no bien había acabado su respuesta el maestro Valderrama, cuando se oyó la voz de una muchacha, preguntándole:
—Señor Valderrama, para usted ?cuál es el rasgo más importante de la brujería, que tenga incidencia directa en las sociedades actuales? I ?qué es la brujería?
Pedro Gómez Valderrama sonrió con una expresión distante, que no le había visto desde meses antes de su muerte, mientras, pensativo, sacaba su pañuelo i limpiaba sus gruesas gafas de carey. Cuando hubo terminado guardó el pañuelo, miró a la muchacha i a los demás muchachos, i dijo:
—La principal implicación de la brujería es el origen de la libertad, de la libertad de conciencia, i tiene implicaciones directas en las sociedades contemporáneas porque a ella debemos buena parte de nuestra libertad, como también se la debemos a la lectura íntima o individual que remplazó a la lectura colectiva i en voz alta, a la libertad religiosa con la Reforma i los cismas que ocasionó, a las traducciones de Aldo Manucio, a la imprenta de Gutenberg, a la ilustración, al Romanticismo. La libertad de conciencia también puede hallarse en el origen de la brujería; i la brujería es el conjunto de rituales en que una parte de la humanidad insistió, como reacción de resistencia a la tendencia suicida de otra parte de la humanidad empeñada en negar i destruir lo que la dignifica.
Las palabras de Gómez Valderrama generaron en el auditorio un desconcierto de impacto, sobre todo en la mayoría de los jóvenes escritores que lo agasajaban pero que no lo habían leído; porque aquí es común asistir a la convocatoria por la celebridad del personaje i con el desconocimiento de su obra, con frecuencia se les oye decir a varios de los muchachos de ese taller de literatura de esa institución educativa de nivel superior ubicada en el Nororiente de la meseta, que prefieren leer autores extranjeros, adoptando con ello un aire de suficiencia i de mundo.
Sin embargo, los muchachos tenían bastante entusiasmo i la improvisada tertulia prometía continuar, pero se había venido dando una acumulación de personas alrededor de los escritores que demostraban tener más vida que todos nosotros juntos. En esa acumulación de personas se contaban las doce o quince que manejan los cuatro medios culturales que hay en la ciudad, i a partir de ese momento, todo cambió. Nuestro Kipling boyacense al fin llegó a su punto i quería cruzar algunas palabras con los escritores, pero como los artistas de la ciudad i quienes manejan los cuatro medios culturales fueron llegando paulatinamente, desplazaron a los muchachos i al público que se había congregado allí, rodearon a Valderrama i a Arreola, de manera tal que fue imposible acercarnos a menos de cinco pasos, pues ocurrió con ellos lo que ocurría en Bucaramanga cada vez que estas entidades culturales traían a un escritor de cierta importancia nacional; pues los rodeaban de tal forma que más que un séquito o comité de bienvenida, parecían un cerco o un secuestro de relativa i corta duración; las escritoras los besaban i los abrazaban para la sección de fotos que casi siempre era interminable, i algunos escritores regionales i sobre todo los gestores culturales, haciéndose pasar ante el público por viejos conocidos de los escritores invitados, trato de tú a tú, espantaban a los demás, negando con esto la posibilidad de acercar al escritor con sus lectores; los invitaban a comer, a tomar cerveza, para terminar en los bares.
Siempre pasa lo mismo acá en Bucaramanga, cuando una entidad cultural o un gestor, invitan a alguien importante, actúan como si durante el tiempo de estadía en la ciudad el personaje fuera de su propiedad, i lo muestran en el evento, pero lo aíslan después de terminada la programación.
Cuando los diez o doce artistas, escritores i gestores importantes que manejan los cuatro medios culturales que hay en la ciudad, se llevaban a los maestros, lisonjeándolos con invitaciones por diestra i siniestra, Juan José Arreola a modo de despedida hacia los jóvenes escritores de Bucaramanga i hacia el público general que había, hizo unos pases mágicos sacando una blanca paloma del puño de su camisa i la paloma echó a volar con aleteo sonoro, pero cuando se alejaban i sacaba una segunda paloma i una tercera, con notables características de diferencias en cada una, Pedro Gómez Valderrama empezó a tomar notas de esto en una pequeña libreta que extrajo del bolsillo de su chaqueta, i así, los perdimos de vista
Después estuvimos paseando por esta ciudad semidesierta, cuya vida nocturna sólo la hacen los bares, las discotecas abiertas, los desayunaderos, algunos poetas i artistas universitarios que toman vino barato en el Parque de Las Palmas, el desenfado de otros ebrios que vagan sin rumbo, la lubricidad de las parejas, la acechanza de la delincuencia, las luminarias públicas de sodio que junto a los vapores del alcohol, destilan el esmalte de irrealidad i fantasía de la noche, pequeño carnaval donde se toca levemente la idea de la libertad por la celebración de la alegría, la impudicia i hasta el oprobio.
Horas después nos encontrábamos en un bar tomando una cerveza, cuando oímos el lejano pito del tren que se alejaba, dejándonos un recuerdo fantástico i maravilloso, internándose por entre los bloques de edificios hacia la profundidad de la nutricia oscuridad, huyendo de la luz del día, esparciendo entre la humareda, las semillas del misterio que hacen ver el germinar de las miserias de la realidad diurna, como malezas invisibles que impiden nuestros movimientos i que impiden que otra planta germine. Se alejaba el fantasma del tren con sus múltiples significados i sensaciones, pues nos mostró la maravilla de lo imposible, la boca del abismo, la leve gravedad de las gentes de tiempos pasados, el óxido de la política, el egoísmo que lo pudrirá todo, i la incertidumbre de la luz, que ya clarea…
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