El libro lo comencé a escribir en noviembre de 2019 por la historia que escuché sobre algo que le sucedió a Diego, tenía mucho de ficción -literatura- el verdadero ejercicio comenzó cuando puse a funcionar la memoria, para traer del pasado cosas que a mi parecer estaban cargadas de ficción y de poca realidad, siendo lo contrario; de esa manera comenzaron a fluir los cuentos, pero el factor central es el confinamiento por la emergencia sanitaria; al virus dedico este breve libro y a mi esfuerzo, más que de escritura, de disciplina; espero me alcancen los ahorros, debo reinventarme; mi sector, turismo, quedará del tamaño de un pan; también lo dedico a mi hijo, mi bello Huasson, Conejito, Chiqui, dueño de las Anacondas y la ciudad donde viven, para que llegues a ser un gran director de cine, te tocaron estas dificultades, serás de la generación que sobrevivió.
A los jóvenes la palabra “telegrama” les debe sonar extrañísima, pregunten para qué servía; a la gente mayor.
Claro de Luna
Diego tiene el cabello abajo del hombro y un grupo de amigos corridos como él, estudia diseño en la U, usa aretes, le gusta el rock, el heavy, pasarlos con licor y también el blues, hay ocasiones en que el tabique le queda irritado y las neuronas girando como un planeta. Cuando hay dinero en el bolsillo y tiempo con los amigos se va para los bares cerca al parque de los periodistas, en los límites del barrio de la Candelaria, en esos lugares se embriaga y consigue ligues con nenas, también tropeles gratuitos y uno que otro recuerdo, con Joel y Felipe andaban de rolin, las polas les cabían en la cabeza pero no la estupidez de algún vago que también le lanzaba cebada a su cabeza; ¡oye peluda gay! ¿Cuánto tiempo gasta poniéndose sus aretes? Se confundían sus insultos con la paciencia de Diego, revuelta con las tonadas de hard rock, que lleva más dentro de la nebulosa al trío. “Este gonococo está pasado de calidad”; pronuncian en coro, las luces dan la sensación de movimiento estático, sobre los destellos sonríen los dientes, el barman bate las mezclas, en la pista los bailarines, tras la cortina de luz aparece Margarita la rockera, tiene en su boca un puñado de alcohol y una promesa, luz ojos verde luz el cabello rojo juega con las pecas de mejillas y hombros, se encuentran los ojos de los cuatro con los de Angie, le gustan las nenas y un poco de todo. ¡Oye mechuda gay! ¿Cuánto tiempo demoras poniéndote los aretes? Esa gota llena la copa, en la barra una botella no alcanza a huir y Diego la explota en la cabeza del hermafrodita, gira la cabeza y cae, gotas de cerveza y sangre mojan las mesas y a los corridos, el man tirado en el piso; ¿por qué le partieron la crisma?; el volumen ocultó los lamentos, Diego con la mano empapada de sangre, Felipe y Joel, helados, Margarita rockera y su amiga huyen, Diego acompañado de la luna arrastra los pies, deja un hilo de sangre, llega al hospital, de una patada sus amigos abren la puerta de urgencias, le cosen la mano; el cuerpo del idiota tirado junto a la barra, mañana alguien trapeará esa huella y al abrir las puertas llegan otras historias.
Parche en la cancha
El humo le llena la cabeza, Jonás tiene un clavo de acero en la
pata izquierda y muchos morados a lo largo de su corta existencia, le gusta
jugar básquet, parchar con los artesanos y vagos que van a la cancha junto a la
plaza; cuando tiene dinero se va para los bares donde hay caraoke, juega a ser
cantante de rock y boleros, adora las putas y pierde las tardes del sábado
jugando a la seducción comprada, no ha descubierto su erotismo aunque ya vivió
con una hembra mayor que él, soñó con ser artista en un programa reality; antes
de que lo expulsaran de la universidad por fumar en el salón mientras asistía a
clase, quería ser médico veterinario, tiene sobre su espalda las vidas de siete
gatos y cuatro perros; ¡glu glu glu! las cervezas suben a su cabeza, se arma un
bareto y sale a la calle, trastrabilla zigzaguea, el camino de humo lo delata y
un trío de ñeros lo detecta: “tírenos la corta bacán”; posando de maloso los
manda comer mierda, y hacen que el brillo de la navaja lo ponga en retirada, lo
corretearon, sin la taqui camina pausado, la vio cerca, la calle lo mira
con los ojos de los maniquís de las vitrinas, el clavo en la pata le
recuerda el dolor y una pepa lo hace olvidar, qué hacer con esta noche sin
desenrollar, recuerda su cancha y los visitantes, encuentra a los de siempre,
vagos sin preocupaciones entre los sesos sin imaginación; es la radiografía de
“Navegante” uno de los tontos que frecuenta; vamos a soplar bazuko, nada
creativo propone “Navegante” lleno de tatuajes y pircin, teñido de acento ñero
y la ropa sucia con Navegante explora el cúmulo de sombras que los rodea, dan
una vuelta a la plaza y dan la vuelta a la conciencia, su ancla al mundo es la
boquilla del bazuko, para él es un clavel en la solapa, con sus neuronas
aceitadas de acelere, los océanos de Navegante son los limites de lo licito y
lo ilícito, en ese mar con Jonás naufragan, cuando dudaron con la hoja de acero
empuñada saliendo de una licorera, el frío del clavo en la pata de Jonás lo
traiciona haciéndolo más lento que su cerebro, Navegante corrió peor suerte, un
patadón en la cara le dejó la mandíbula más grande que la de un caballo, una
patrulla que apareció -como la virgen- los lleva a seguro puerto, donde los
coja el parche del barrio, otro gallo le había cantado, en un hospital espera
sentencia, mientras Jonás acorta la pena enseñando cómo sanar o matar perros y
gatos en el reformatorio aguardando la mayoría de edad.
Libertador
Así llamaban en el barrio a Simoncito, padre de dos a los quince años, parecidas a él y ella, Samantha, la damisela que sedujo en la cancha de futbol del barrio después del bazar, Simón lava carros pinta casas y hace mandados, para qué ir a la escuela a perder tiempo, dice a los amigos chicaniando con un puñado de billetes en tarde de sábado después de lavar los buses de Sigifredo, el magnate del barrio; otra ronda ordena a Doña Aminta, la zarina de la pola y la fritanga; cuando uno tiene las lukas se reúne con la pesada, gente de billete, le dice a sus amigos, o a quien se le arrima para beberse sus billetes, es el retrato de Simoncito que conocen los del parche los panas mis parces; los que se sientan con él en el escaño que linda con el lavadero de carros y el toldo de fritanga donde aterrizan los capitalistas del barrio, Pedro el paletero, Rosana de las obleas o Rigoberto y Melina los del chance, aquí no recibimos sino gente de plata medio atontado grita Simón, cree en el destino que le leyó una gitana en la arrugada mano después de lavar buses, usted va ha tener mucha plata, deje ese trabajo para brutos, con su talento el dinero le llega caminando y solito se le mete al bolsillo; predicción que sedujo a Simoncito, más convencido que creyente iniciado, cambió de profesión para vendedor en los buses, donde conoció a Francisco, rata y jibaro itinerante, quien le compró a Simón su fortuna, con el talento que tenés voz, bajate de este bus que te voy a subir en el tren de progreso, tenía razón el desalmado, Simón en un dos por tres era un experto cosquillero al bajar del bus llevaba varias billeteras y uno que otro bolso, y el progreso se reflejaba en la pieza donde no cabían televisor grabadora y estufa de gasolina cuna y licuadora, está buscándole campo a la nevera que con otra semana de trabajo llega, un silbido es la seña de Francisco para iniciar jornada laboral; mire pelao lo voy a matricular para que juegue en las grandes ligas, con los malosos del barrio inicio labores, esos manes trabajan apartamentos bodegas y obras civiles, donde Simoncito amarrado a un poste y una carretilla, espera escoltado por los celosos de la constructora que una patrulla lo recoja; este nos voltió mientras las otras ratas saquearon la bodega de herramienta y materiales, le dicen a los tombos, con la geta ensangrentada, recuerda sus días de lavador de carros, las muñecas decoradas por el par de esposas, en el barrio lo llaman Simonsiecito.
Monaguillo
Se le veía en la calle frente a la Universidad, no es que fuera estudiante, cuidaba los carros que parquean en la noche, usa camisa de colores vivos ajustada a sus huesos y por fuera del “lionson” como llama al pantalón; me cuadro las lucas sin matarme, con la jornada nocturna, después de abrirme me compro mi baretico pin y para la casa juicioso; su jornada parece normal, es pana de Chamo un pelado que vivía en veneco y le ayuda cuando no tiene nada que hacer -su estado natural- el viernes después de entregar el último carro que algún estudiante le dijo “échele un ojito” cuenta las lucas, le gasta la empanada a Chamo y lo abre, va para donde la Pulguita como llama a su pelada; allá para nada me sirve pinta, marrr como dice don Sánchez el ex sargento que vive en la esquina de la cuadra; al regreso de comer “chatarra” con Pulguita, le apunta a la suerte en el Chance y le da al blanco, al otro día se levanta millonario; un melón un palo, cuando mira la tirilla casi se le sale el corazón, su apretada camisa lo impide, ¡ahora soy millonario!, ya no cuido mas carros eso para los pobres ¡soy millonario!, se lo repite y se lleva a su Pulguita para un restaurante caché, donde le pasan una carta y un man con corbatín lo atiende y toca darle propina, para eso soy millonario, su agitada vida social no se detiene, días después con la familia de la novia en otro restaurante medio ebrio le mancha con cerveza la camisa a un señor y para disculparse, le pregunta; cuanto vale su camisa soy millonario y se la pago, el dinero hizo que Monaguillo literalmente se evaporara de la calle frente a la Universidad. En una ocasión cuando el equipo de futbol de la Uni fue invitado a jugar un partido en la cárcel, vieron a Monaguillo y el combo le pregunta: ¿Qué pasó Monaguillo que no volvió a cuidar carros?; su respuesta fue más original que cuando era millonario y pagaba camisas; estaba en la costa y un mafio me contrató para dar metralla y yo di metralla de una, di fuego, me llevé varios manes, sin asco, metralla de la propia, pero el mafio nos salió torcido y después me sapió… varios días después, mientras tomábamos unas cervezas en una de las tiendas cerca a la Uni, La “Pulga” como le dicen a Henry que trabaja de citador en un juzgado averiguó y nos trajo la nueva; el chino se le robó una cadena de oro a una tía; el tren de vida de millonario allá dejó a Monaguillo.
El loco Rodrigo
Vende prensa en la esquina de la calle treinta y cuatro con diez y nueve, madruga a comprarla en la taquilla para voceadores que tiene el periódico, vive en el Barrio Santander, le gusta la pola la marimba y las putas a quienes deja regularmente el producido de su trabajo, menos la tajadita al de la cantina y al jíbaro; le gusta escuchar los partidos de fútbol del Bucaramanga, el yucaramanga como lo llama, con su transistor pegado al oído, pegado a su esquina, pegado igual con la vuelta a Colombia en bicicleta, ese domingo escuchaba noticias y en los intermedios ofrecían dinero a quien tuviera la suerte bajo el brazo o dentro del bolsillo, lo que le ocurrió al loco; el locutor decía un número y quien lo tuviera en la serie de algún billete era el ganador, Rodrigo comenzó a revisarlos y vio la sonrisa de la diosa de la fortuna; tenía un billete con idéntico número, el grito del loco llegó al cielo le dio la vuelta a la cuadra donde vende la prensa, a su vecindario, al barrio de putas a la cantina y el callejón de su jibaro proveedor, a la taquilla donde compra la prensa y al restaurante donde almuerza; ¡un millón un melón un palo!, llamó a la emisora y le confirmaron, fue a la oficina y mostró el “te vi llegar” le dijeron sonría para la foto, firmó el recibo y salió derechito para el almacén de ropa, paso seguido, hizo caso al consejo del gerente “abra una cuenta de ahorro”, cruzó la calle y para el banco, dejó cien lucas dentro del bolsillo y para donde siempre, la noticia se había regado a la velocidad del chisme cuando llegó al burdel donde su gorda amada lo llamaron Don Rodrigo, el tradicional apodo de “loco” eso cuando era pobre, ahora tengo plata, mire las lucas, por eso hablo duro tengo plata y no chicaneo, la luz de la pista de baile lo vio amanecer y las putas decían “el loco tiene plata”, hasta los bombillos lo reconocían, los cajeros del banco vieron cómo el saldo caía en una pendiente igual a la demanda, y el letrerito RET abreviatura de retiro se repitió como si fuera pronunciado por un tartamudo, doce días después hizo su última entrada al banco, cuando le entregaron sus billetes, el cajero rompió la libreta frente a su cara, regresaba a su amada pobreza; sigue en su esquina con el radio pegado a la oreja; el loco le dice a sus amigas las putas a su proveedor y en la cantina: yo tuve plata.
Jaime Rojas Neira
Jaime Rojas abrió los ojos a la luz en Cali, viviendo su niñez transitoriamente en Manizales y Bogotá y en su plena adolescencia, sus padres se radicaron en Bucaramanga, ciudad dónde transcurrió la mayor parte de su vida; estudió en el Colegio Panamericano y residió en Cañaveral, época desde la cual se aficionó a leer, asumiendo la lectura como una herencia de sus padres y como una “enfermedad o vicio”, entre otros, que mantiene hasta la fecha y que le acompañará hasta el fin de sus días. Ha escrito varios libros que permanecen inéditos, tuvo un hijo y le falta sembrar un árbol, o cultivar un jardín como todos deberíamos hacer. Jaime Rojas comenta sobre un pasado de cómoda economía familiar, y que gracias a esa holgura se dio a ciertos excesos, pero no comenta cuáles. Fue una promesa del futbol que se entretuvo por las variantes de los caminos, estudio economía, ciencia política, curadoría y crítica de artes plásticas y visuales; ha ejercido la gestión cultural y la administración en diversos proyectos culturales, mas por las ironías de la vida o por las muecas del destino fue Consejero de Cultura; actualmente es editor de literatura y ha ejercido como ejecutivo de empresas en medios impresos, libros revistas y periódicos; fue editor del Fondo Bibliográfico Regional de Bucaramanga, ha colaborado con revistas especializadas de cultura y literatura, y fue columnista del periodo El Frente, medio de comunicación al que se debe que Jaime Rojas haya vuelto a publicar, después de un silencio de más de una década. Cuando lo interrogan sobre el porqué de su pasado silencio, responde que no tenía nada qué decir. Bueno, en esta edición de LA ESKINA global No. 102, saludamos a Jaime Rojas Neira, y celebramos que se haya vuelto a interesar por estos terrenales escenarios.
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500 semillas #6; Por JE-Cordero-Vi
A pesar de las recomendaciones de su padre, Ícaro echó a volar alegremente con sus alas de cera. Ascendió hasta las cercanías del Sol. El calor derritió la cera que mantenía unidas las plumas e Ícaro se precipitó a tierra trágicamente.
Asistí el miércoles 12 a la conferencia de un ingeniero mecánico sobre el fracking, tecnología que está en proceso de pruebas en Colombia con muchas posibilidades de vencer los obstáculos jurídicos para desatarse por todo el territorio nacional. El lugar fue la Casa del Libro Total, amable caserón donde se propician encuentros culturales todas las semanas desde hace muchos años. Comentaré lo que sentí, sencillamente, a flor de piel, sin molestar por datos, citas de fuentes, bibliografías o estudios.
El conferencista advirtió que iba a dar un panorama para que defensores, críticos y opositores abonaran sus conceptos, ahorrándose él su posición y así ofrecer mejor oportunidad a la tertulia desapasionada. Comenzó recordando los sesgos cognitivos que sufrimos cuando caemos en el brote generado por las políticas sociales, que siempre dejan vencidos y vencedores, lastimosamente. Un sesgo es darle más credibilidad a lo que apoya mi punto de vista. Otro es no profundizar, incluso desconocer, lo que debilita mis certezas, más inamovibles cuando más antiguas. Un tercero es darle más credibilidad a la información que viene recomendada por gente famosa o por corrientes mayoritarias, así desconozcamos su procedencia. Y así... entre otras, el conferencista recordó las falacias argumentativas más comunes.
Luego dijo que la técnica de fracturar la roca a grandes profundidades viene de 70 años atrás y lo que ahora ha hecho silbar las alarmas es que se está utilizando horizontalmente para extraer gas y petróleo debajo de acuíferos, campos de cultivos, reservas naturales y poblaciones. Una broca puede avanzar 30 kilómetros por debajo de todo eso para “cañonear” las rocas con agua, arena, químicos abrasivos y anticorrosivos, liberando gas metano y succionándolo controladamente junto al petróleo. El riesgo es que las grietas producidas y las naturales se conecten y dejen escapar sin control material contaminante hacia la superficie y las corrientes de agua. Esto ya ha sucedido y parece ser, más que accidente, una constante. Esto de constante no lo dijo el ingeniero, sino lo deduje por las estadísticas que tuvo en cuenta el Consejo de Estado Colombiano para exigir, en aras del principio de incertidumbre, más pruebas piloto.
En la ronda para el público, me produjo sudoración un joven ingeniero de petróleos de la Universidad Industrial de Santander, quien remarcando su amplia experiencia en la extracción de hidrocarburos por toda Colombia, se centró en los ingentes recursos que esta explotación aporta a nuestra economía extractivista y a nuestra gobernabilidad, adictas al petróleo. Inobjetable observación. Lo mismo en lo referente a que la plaga politiquera dilapida la mayor parte de las regalías. Un pupilo del profesor también quiso apuntalar con vocecita ingenua una falacia: que como todo causa impacto, el fracking no es nada distinto que un impacto más. El maestro del chico también remarcó que su ingeniería (y él en particular) puede controlar cualquier riesgo de esta tecnología, como lo han demostrado con innumerables obras de extracción limpia y responsable. Cuando dijo esto último provocó mi risa porque pensé en las explanadas (marcianoides) que la minería limpia y responsable ha hecho en el norte brasileño provocando avalanchas rojas de contaminación y muerte. Arrogancia ingenieril al servicio de rojos intereses. También vino a mi mente la fisura submarina inmanejable de petróleo crudo ocasionada en el Golfo de México, por una de las ingenierías más capacitadas del mundo en estos temas: la de la British Petroleum Company.
Noté que en el auditorio flotaba una nube de tristeza después de las palabras del profesor y su pupilo. Pidieron la palabra algunos viejos ambientalistas que hicieron referencia al exacerbado apetito de ganancia de las compañías, del desarrollo sostenible amenazado, de las víctimas. Hablaron de la voracidad corporativa, que es un problema de justicia y un drama económico. Pero no hablaron de la Madre Tierra y las especies diferentes a la humana. Estas voces son silenciadas por ignorancia, pero también por la arrogancia cientifista, por los mentirosos balances financieros corporativos y por los planes de desarrollo gubernamentales planeados desde las salas de juntas empresariales. Todos ignoran la voz de la naturaleza y las de cientos de miles de especies, como el oso de anteojos, el Koala e innumerables bosques extintos. Mi corazón comenzó a desfallecer y tuve que levantar mi mano pidiendo hablar a nombre de todos ellos.
Dije que los ingenieros, los economistas y los políticos coinciden cuando en estos temas priorizan los ingresos que reciben los Estados, los gobiernos locales y las poblaciones. Ingresos a cambio de favorecer que estas tecnologías dudosas se tomen los territorios y países enteros. Dije que son argumentos cortoplacistas que miran intereses pequeños, no solo de los involucrados concretamente, sino pequeños por ser de una sola de las especies que habitan el planeta. Incluso pequeños y torpes cuando se mira cómo ponen en riesgo el desarrollo sostenible, que es no hacer peligrar la existencia de las generaciones humanas futuras. Dije que en la sala se olvidaba que el problema con el petróleo no es por lo rentable, no es por hacer su producción más segura o limpia o más justa la distribución de sus regalías. El problema con el petróleo es el uso que se le da, que ocupa un conspicuo segundo lugar (después del uso del suelo) en la generación de gases de efecto invernadero, que nos lleva directo a una catástrofe climática que pone en entredicho nuestra propia sobrevivencia y la de muchas especies que nos han acompañado en la evolución. Si ya el Panel Intergubernamental de Cambio Climático ha hecho sonar las alarmas del año 2030, ¿a qué viene una discusión sobre fracking?
Con eso entregué el micrófono. Me aplaudieron y no lo esperaba. Imaginé que el clima mayoritario de la asistencia aplaudía a la Madre Tierra. Vinieron otras intervenciones, incluida una repetitiva del ingeniero (que mientras yo hablé abandonó la sala, no quiso escuchar) restregando lo de los ingresos. Me quedé pensando que la única salida natural que le queda a la arrogancia ingenieril ligada al poder corporativo y gubernamental es: ignorar la ciencia del clima, negar el calentamiento global, la migración, la extinción y mutación de especies... Revelé otro sesgo cognitivo que olvidó el conferencista: la postverdad, o sea, negar la evidencia mediante silencio, contrapropaganda y mentiras ultradifundidas. Y recordé que en los territorios, cuando las víctimas directas del extractivismo son inmunes a la postverdad, se les aplica una medicina que los vuelve extremadamente sensibles: la violencia organizada del Estado y la empresa privada.
HUMO DE LA VOZ
(Humo de la voz N.43; publicado en LA ESKINA global N.102, abril 20 de 2021)
Por Claudio Anaya Lizarazo
Los relatos de Cenizas para el viento se escribieron con estructura abierta como la vida misma, en ellos se percibe el azar i lo fortuito como los principales demiurgos. Obra concebida desde la comedia i la tragedia del ser humano, inmerso i casi siempre inerme dentro del avatar que rige a la sociedad, de la cual fluyen además de los momentos felices, el desarraigo, el desamparo, una muy relativa seguridad, la soledad, la política, la guerra, el egoísmo de la burocracia, pero sobre todo, el sentimiento de frustración. Estos relatos tienen entretejida la sorpresa al tiempo de ser descarnadas historias pobladas por la incertidumbre; debieron ser escritas como se escribieron, para poder reflejar las azarosas circunstancias de la situación política i social colombiana de mediados del Siglo XX, por parte de nuestros compatriotas de esa época: nuestros abuelos, los jóvenes de entonces, i sus niños, nuestros padres.
Flota en las páginas de este libro, el miedo ambiente generado por la confrontación política i militar, entre el régimen conservador apoyado por los sectores militar i eclesiástico, i los rebeldes liberales que en esos tiempos seguían cumpliendo funciones reformadoras en una sociedad que patinaba suspendida entre un pasmado feudalismo i las pretensiones de un incipiente capitalismo industrial; matizado este estado de cosas, con el visceral fundamentalismo de las morales religiosas i la doble moral de los caciques de la dirigencia política.
En algunos de estos cuentos, se ve la sorprendente fragilidad que la inusitada violencia de la guerra imprime a los afectos i los vínculos. Se huele la tragedia latente, fuertemente impregnada por la incertidumbre propia de estas situaciones; mientras que, en uno de sus relatos se ve la narrativa de la violencia de la guerra padecida por los protagonistas o ciudadanos de otros países, como extensiones de foráneos conflictos en nuestro suelo; en otro relato se da el encuentro armónico con la naturaleza i el amor; estos relatos son como una singularidad i un oasis, respectivamente, dentro del contexto de esta colección.
Cada una de estas narraciones es reveladora en sí misma, al igual que los prototipos de sus personajes, que ofrecen una amplia gama del perfil de los ciudadanos colombianos atrapados en la vorágine de la violencia desbordada en el 48; tipología humana de amplia variedad i riqueza de caracteres, agudizada por unas circunstancias de sobrevivencia i ambientada en un país mayormente rural. Con este material, que es el tema de la violencia política i el retrato psicológico del colombiano de esos tiempos i condiciones, logra Hernando Téllez una de las más importantes obras literarias, verdaderamente estéticas, de la historia de la violencia política en Colombia; con un lenguaje preciso i eficaz, con una estructura que sólo puede ser tomada de los hechos de violencia que históricamente han conformado nuestra realidad.
*
Hernando Téllez nació en 1908 i murió en 1966. Periodista, político, cónsul en Marsella, Francia, desde donde regresa a Colombia i al periodismo poco antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial. En 1944 es elegido Senador i durante 1959 ejerce como embajador de Colombia ante la UNESCO. A partir del año 1943 i hasta 1956, publica los libros de ensayo, Inquietud del mundo, Bagatelas, Luces en el bosque, Diario, Literatura, Literatura y sociedad, Glosas precedidas de notas sobre la conciencia burguesa, i, el libro de cuentos Cenizas para el viento, éste último escrito en 1949 i publicado en 1950. En 1967, la Biblioteca Luis Ángel Arango, hace la edición póstuma de su libro de ensayos Confesión de parte.
CUENTOS DE LA REALIDAD MÁGICA; ARTURO USLAR PIETRI
(Humo de la voz N.44; publicado en LA ESKINA global N.102, abril 20 de 2021)
Por Claudio Anaya Lizarazo
En esos parajes remotos del tiempo i en este vasto pedazo de mundo, que tocan a esta obra, se dieron los elementos esenciales para el ejercicio de un omnímodo poder que llevó a la alucinación de la conciencia, cuando dictadores, caudillos, caciques i bandidos frecuentaron los caminos i los métodos de la crueldad, la injusticia, el despojo, la violencia, todos estos, elementos de una exuberancia pletórica hasta el absurdo. Este ejercicio de una desmesurada vocación de poder, apoyada en la violencia, nos sumerge a todos en la maravilla trágica que lleva a la fascinación de la supervivencia. Se percibe entonces la maravilla de que la vida perviva, después de las cargas de caballería i plomo, después de que el fuego de la muerte se reparta como una semilla, después de ver que por la sequía que lo va calcinando todo, el hálito de la vida se adelgaza i queda como un frágil suspiro de savia a la espera de un poco de quietud i de unas gotas de agua para reverdecer, i florece. Se puede decir entonces que, estos relatos parecen emanar del influjo de una realidad maldita i mágica que se extiende como la maleza i los pajonales, como si las calamidades brotaran de los ocultos pliegues de esta dilatada geografía.
Las historias de este libro suceden en un escenario de finales del Siglo XIX i principios del Siglo XX, tal vez, donde las fuerzas sociales i políticas son tan devastadoras como la furia de los elementos de la naturaleza, pero el tiempo de estas historias no se da solamente en el pasado, es así que, cambian con el trascurrir de los años parte de las circunstancias i el poder dinástico i oligárquico, renovándose generacionalmente en sí mismo, sigue ejerciendo su devastadora administración del caos. La historia i el presente de Latinoamérica se reflejan en este libro, por medio de unas historias que no necesitan fechas ni nombres propios, sus protagonistas son, quizá, los mismos de las hipotéticas vidas reales que con seguridad inspiraron estos argumentos i enfrentaron ante todo a la fatalidad, como la enfrentan hoy en día en todos los continentes, los millones i millones de desplazados principalmente por las consecuencias de las jugadas en la geopolítica. Pero en este libro, son historias de la tierra, de una cultura criolla, del tiempo en que los pueblos campesinos de América Latina aún no habían perdido su ingenuidad. Estos protagonistas están solos, como habitantes de una instancia lejana e incomprensible, ante los temporales de la naturaleza i de la sociedad con sus avatares políticos.
En esta obra, Arturo Uslar Pietri logra plasmar algunos sesgos de la cruda realidad, que por crudos i violentos, devienen en maravillosos. No se trata del regodearse ejerciendo un oficio literario de carroña sino de retratar la época narrando los hilos i conexiones ocultas, que determinan las relaciones sociales i su asentamiento en el paisaje i en la historia que, a partir de ahí, se disuelve en el aire, impacta la memoria para desvanecerse lentamente, o se imprime i se conoce como noticia para caer en el olvido. Para lograr estos magistrales relatos se vale de un discurso preciso de la acción, algunas veces con la concisa descripción de la violencia i sus efectos sobre los cuerpos inermes e indefensos, o retratando el sentido de orfandad i fragilidad de los seres humanos ante fuerzas que de antemano saben inconmensurables i ante las cuales sólo podrían oponer su dolor, su soledad, su resistencia; logra captar ese ámbito atmosférico del pensamiento mágico, de los trasfondos míticos, o de una retórica supersticiosa, a los cuales acuden los pueblos con necesidad de explicación, cuando saben que las cosas marchan mal e ignoran hacia dónde los llevan.
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Arturo Uslar Pietri nace en Caracas el 16 de mayo de 1906 i muere el 26 de febrero de 2001. Fue periodista, catedrático, activista demócrata. De 1945 a 1950 estuvo exiliado en Estados Unidos, debido al golpe de estado perpetrado contra el Gobierno de Arturo Angarita, del cual formaba parte. En 1990 obtuvo el premio de Literatura Príncipe de Asturias. Es autor de una extensa e importante serie de libros, que comprende diferentes materias i géneros como la novela, el ensayo, el cuento, obras de las cuales resaltamos la novela: Las lanzas coloradas de 1931, i el magistral cuento titulado: Simeón Calamaris.
EL ARCHIVO DE EGIPTO; LEONARDO SCIASCIA
(Humo de la voz N.45; publicado en LA ESKINA global N.102, abril 20 de 2021)
Por Claudio Anaya Lizarazo
El Archivo de Egipto se escenifica en la Sicilia del Siglo XVIII i es una historia donde se trenzan, en un pulso de vida o muerte, el inicio de la caída de la aristocracia i el ascenso de la burguesía, los privilegios de los apellidos dinásticos i las nuevas ideas de la ilustración, las vidas del abate fray Giuseppe Vella, i el jurista, intelectual i patriota, Francesco Paolo Di Blasi; dos situaciones, dos asuntos, dos hombres i dos faltas a la ley imperante de entonces.
El virrey había suprimido la Inquisición, que era el arma utilizada por el Estado en connivencia con la Iglesia Católica, para imponer autoridad por la fuerza. Esta medida generó malestar entre los aristócratas, pues vieron amenazados sus derechos i dominios. Entonces aparece el archivo que, traducido del árabe por fray Vella, demostraría algo muy incómodo para la aristocracia, ya que éstos “consideraban públicamente” que sus privilegios procedían de la relación entre la divinidad i la realeza, aquello que fue concedido “por la gracia de Dios”; i la aceptación de un pasado dominio musulmán en la isla, eliminaba de plano el tal ascendiente divino, por lo cual el otorgamiento de tierras i derechos por parte del rey, o sea, de parte de Dios, quedaba en el vacío, i los aristócratas pasarían de propietarios a usurpadores. Delicado asunto en tiempos de Diderot, D’Alembert, Voltaire, Roseau, Moro, Robespierre i otras singulares personalidades de ese combo tan famoso; pues ya las nuevas ideas de la ilustración circulaban entre el pueblo raso i con ellas, tomaba conciencia de que su sometimiento favorecía a la aristocracia.
El Archivo de Egipto no es sólo una reflexión lúcida e irónica de la sociedad siciliana de finales del Siglo XVIII en los albores de la revolución francesa, que se refleja en la trama de relaciones que se da entre el abate i los aristócratas, i pone en evidencia las corrientes despóticas de usos i costumbres con las que se movía Europa i todo el viejo mundo. (El cómplice silencio del abate a cambio de una remuneración para la alteración genealógica en la traducción del códice, que este abate finge traducir pero en realidad inventa i le confiere un poder determinante que le permite oscilar entre la ambición de fama i riquezas, i la cobardía; espera que las consecuencias de su proceder se manifiesten en los acontecimientos, acomodándose a ellos para flotar de la mejor manera posible; finalmente es absuelto por esta sociedad). El Archivo de Egipto es también una narración trágica de la sociedad europea en los años que anteceden a la mencionada revolución burguesa: el mundo i la vida vistos a través de la conciencia de los torturados, la conciencia de Francesco Paolo Di Blasi, con su servicio a una causa política reformadora, aún, a costa del gran sacrificio de perder su condición aristocrática i la vida; por parte de él: capacidad, heroísmo, sacrificio, grandeza de espíritu. Este aristócrata revolucionario es descubierto, detenido, torturado, para finalmente ser condenado a la guillotina como sentencia i condena por su traición al rey, al abrazar la causa burguesa inspirada en la ilustración. Enfrenta su sacrificio con inaudita entereza de ánimo, rebasando en cierto límite su tortura; esta aniquilación de su vida lo sume en una nebulosa de mágica lucidez; la destrucción de su cuerpo por el castigo i el dolor, lo sumergen en melancólicas reflexiones sobre la vida, algo así como una poética de la derrota, de la desaparición inevitable que habrá de llevárselo con la conciencia del momento político que le tocó vivir; piensa sin rencores, en que dejará de ver el mundo en el instante de revelación que es La muerte.
Dos historias simultáneas en una sociedad particular, en un momento histórico, contribuyen a retratar la sociedad siciliana i a través de ella, la sociedad europea de ese tiempo, i estoy seguro, también a las sociedades actuales, movidas por idénticas pulsiones, ya que la ignorancia i el egoísmo son los principales medios sobre los que prospera la impostura en esta civilización de la falsa imagen, pues una mentira es sostenida por quien la crea o la encarna, pero también por quienes se benefician de ella; cualquier parecido con la política actual en Colombia… por ejemplo…
EL CHINAGO; JACK LONDON
(Humo de la voz N.46; publicado en LA ESKINA global N.102, abril 20 de 2021)
Por Claudio Anaya Lizarazo
London en todos sus relatos, nos asombra por su magistral técnica de auténtico narrador. Supo poner sus talentos al servicio de un ideal de vida aventurera, de una escuela literaria de la acción que encarnó, pues sus años de viajero fueron una granizada de aventuras que se constituyó en el material de sus libros. De él se dice que su biografía se confunde con su obra i que muchos de los personajes de sus narraciones primero formaron parte de sus experiencias. Sus libros narran historias de aventureros, pioneros, desesperados i obsesivos personajes a los cuales el sistema capitalista de entre siglos puso al borde del abismo, protagonistas a quienes sólo les quedaba seguir por la misma ruta ya que su inestable situación era tal, que como única opción sólo contemplaban el esfuerzo sobrehumano para desafiar o enfrentarse a las vastas zonas geográficas que entre el finales del Siglo XIX i principios del Siglo XX, permitían soñar con el ideal de la aventura i el golpe de suerte, la quimera del oro, la posesión de la tierra, o la explotación del mar i de los recursos naturales que en esa época, bajo la mentalidad positivista del capitalismo decimonónico, se creían inagotables.
El Chinago, como todos los relatos de Jack London, narra una aventura, que para un lector medio no se queda en los detalles de la acción, i no se puede ver en este relato sólo la aventura como posiblemente se le vio en décadas pasadas i hoy también, porque paralelo a la aventura i la desventura, marcha el hálito de otro relato, ya sea como una intención oculta del autor o como un remanente involuntario, que en cualquiera de los dos casos se constituye en la otra médula del texto i desvela la crueldad, la injusticia, el morbo i el desprecio del hombre blanco colonizador del pacífico, sobre el destino, la vida i la muerte de los trabajadores esclavos de las razas orientales consideradas inferiores desde el Siglo XIX hasta principios del Siglo XX, i de las consecuencias que impactaron a las comunidades a las que ellos pertenecieron. Este oculto plano de la narración nos habla del registro histórico, de los apuntes: sociológico, psicológico, antropológico, que quedan como una instantánea de las circunstancias, que trascienden al autor i al relato, permitiendo una visión crítica, todo esto, dentro del gran fresco de la época que encierra esta historia.
Las obras buenas perduran, i cada nueva generación de lectores le dará a su lectura, la singularidad de su interpretación i de su contexto sociohistórico. La esencia de estas buenas obras, siempre se renovará ante los ojos de las nuevas generaciones de lectores, o sea, que, mostrará esta o cual faceta, pero todo eso ya está dentro del relato. Conformando así, parte del proceso conjunto de creación entre el autor i el lector.
EL GRAN CUADERNO - LA PRUEBA; AGOTA KRISTOF
(Esa vieja costumbre de sentir)
(Humo de la voz N.47; publicado en LA ESKINA global N.102, abril 20 de 2021)
Por Claudio Anaya Lizarazo
Esta narrativa de Agota Kristof, compuesta por los dos primeros relatos de su trilogía sobre unos gemelos: “El gran cuaderno - La prueba – La tercera mentira”, narra la vida de unos niños que, por motivo de la gran guerra en Europa (la Primera guerra mundial), son llevados por su madre a vivir con su abuela en un pueblo de la frontera. Con ella aprenden a sobrevivir trabajando en el huerto i en el corral en la cría de animales; se procuran su propia lectura i educación, i pronto estructuran su propio código moral con el cual se defienden de los adultos durante los caóticos años de esta gran guerra. No obstante, sus singularidades, la abuela fue un personaje importante en sus vidas, pues el austero rigor de su carácter al lado de una “ética natural” en ellos, nacida en la inocencia de la niñez como de su necesidad de autoprotegerse, los lleva a tomar decisiones que algunos ven como amoralmente prácticas i con seguridad de una discutible corrección. Estos hechos demuestran que los gemelos, por su necesidad de sobrevivir, pero primordialmente por su condición de inocencia, están muy alejados del bien i del mal.
En el primer relato titulado El gran cuaderno, los gemelos sienten, piensan i viven como una sola persona. Cuando llegan a la casa de la abuela, ya tenían definido que ellos eran una sola persona; es posible que el temor ante el mundo o ante los adultos crueles i desconocidos, los llevara a sentirse entrañablemente unidos para protegerse; quizá esto consolidó su mundo interior. Además, recibieron de la abuela una educación austera i rigurosa. Ella tenía el talante de un práctico escepticismo rayano en la crueldad, influencia que, sumada a una constante actividad de los gemelos en trabajos en el huerto i en el corral para ganar o pagar la subsistencia, les dio un sentido de total autonomía i pragmatismo ante las diferentes situaciones a encarar; como lo demuestra su separación, al cruzar uno de ellos, pisando sobre el cadáver de su propio padre, para evadir el paso de la frontera minada i alambrada, hacia el otro país, pues en plena adolescencia habían decidido que debían aprender a vivir el uno sin el otro. Me parece esto, uno de los importantes ejes de la historia, la desaparición de los seres cercanos, las sucesivas pérdidas de la madre, de la abuela, del padre, de algunas personas con las cuales tuvieron cercana relación o de las cuales recibieron apoyo, i finalmente la pérdida de su otra parte: el otro gemelo. La muerte se presenta con la rapidez de las cosas naturales, de los hechos inevitables, la muerte es la desaparición i la desaparición es la muerte, las dos nos enfrentan al vacío de la ausencia, i de allí nos llevan a un cuestionamiento fundamental: ¿Qué somos sin los demás?
Lo sorprendente de esta decisión i de las consecuencias que tendría en ellos, es el posterior vacío delirante ante esa pérdida de la persona querida entrañablemente hasta las bases de la identidad, i nos pone de cara ante la implacable ausencia que nos arroja lejos de las rutinas i hábitos de nuestra intimidad, que es lo que nos da un sitio en la realidad. De la lectura de El Gran cuaderno, queda la huella de lo ancestral, la cercanía de la sangre fraternal i con ella, la conexión del individuo con la especie; de la lectura de La prueba, algunos lectores no salen indemnes, pues se destila el alcohol de una melancolía originada en la sorpresa de las separaciones humanas que, no los abandonará ya jamás, porque muy a su pesar, esta lectura ha insuflado nuevo aliento a sus viejas tristezas, a lo inexorable del tiempo i lo que desaparece con él, a esos rostros i a esas voces que ya nunca más se volverán a ver ni oír...
Este “díptico”, leído bajo las circunstancias políticas i tecnológicas de estas fechas, representa o explora un asunto de la historia de la cultura humana que, nos ha acompañado siempre i se expresa con las siguientes palabras: Esa vieja costumbre de sentir; a pesar de que siempre ha tenido como su sombra a esos predicadores de la indiferencia que proponen un mundo supuestamente práctico por haber extirpado de él, los sentimientos. La capacidad de sentir, inexistente en el mundillo de los negocios, en la sociedad de consumo i en el vacío de la civilización material, está sepultada por la adicción al inmediatismo de las comunicaciones electrónicas, que han derivado en el avance de los nuevos paradigmas racionalistas que sustituyen lo subjetivo emocional que es perenne, por lo objetivo racional que es fugaz.
En El gran cuaderno - La prueba, la vieja costumbre de sentir está formulada desde una mirada antiséptica, se asume la narración de los hechos sin detenerse en los pantanos de los sentimientos humanos ocasionados por los insucesos, i accede a la estética, pero no quiere esto decir que no se pueda acceder a la estética ahondando en esas situaciones que desafortunadamente configuran las tragedias humanas, pues ya la literatura de otras escuelas i épocas lo ha conseguido, al fin i al cabo, la intimidad del ser humano es precisamente la más importante materia de la literatura; no obstante el relato mismo i algunas posteriores declaraciones de la autora, se deja presentir este pantano de sentimientos en la carga oculta de estas obras, las nueve partes del iceberg, el metalenguaje, lo sugerido para el lector, lo aportado por el lector…
PABELLÓN DE REPOSO – EL VIENTO EN EL ROSTRO;
JESÚS ZÁRATE MORENO, sus columnas
(Humo de la voz N.48; publicado en LA ESKINA global N.102, abril 20 de 2021)
Por Claudio Anaya Lizarazo
En Jesús Zárate Moreno, la crónica cultural publicada en prensa adquiere un formato de límites elásticos e imprecisos; su texto literario asume a veces los perfiles del comentario de análisis, tan cercano al ensayo corto, como vemos en sus crónicas de Pabellón de reposo, o, entra de lleno en un relato ágil i refrescante que parece un breve documental como en sus historias de El viento en el rostro; en otras oportunidades explora el ensayo magistral como en su serie de reseñas de análisis titulada Los maestros del cuento; Zárate Moreno es un autor considerado por Guillermo Camacho Montoya i otros, como el creador en nuestro medio, de “un género de pequeñas descripciones, que tampoco pueden calificarse de cuentos comprimidos”, supo crear sus historias con una afortunada mezcla de realidad i ficción, pues nuevamente según G. Camacho Montoya, mucho en estas historias “responde a un escenario de realidad o a personajes existentes”; este es, creo, el más importante aporte de Zárate Moreno a nuestra tradición literaria, por cuanto la literatura emancipada un tanto de la ficción, i estableciendo sus conexiones con los asuntos de la gente, encuentra sus funciones o aplicaciones en la vida diaria, de ella parte i hacia ella vuelve; no sería en este caso la literatura un objeto más agregado al mundo, una ficción paralela a la realidad, una virtualidad que, ayudando a entendernos, nos pone de cara a la belleza i la tragedia, sino un objeto más agregado al mundo, pero como ese objeto híbrido i consolidado en el texto impreso, mitad argumento ficción i mitad memoria real, aspectos con pleno ejercicio de la crítica i la estética, en directa conexión con nuestros asuntos medulares: el análisis histórico, el oculto relato de nuestra ancestralidad en las opiniones i los testimonios, el registro de nuestro paso por el mundo, nuestro ideal de belleza de la mano del pensamiento crítico, i nuestra sensibilidad e integración ante los demás pueblos.
Se ve también en el tono narrativo de estas crónicas, rasgos del hombre de provincia que descubre el mundo. En él, una sólida formación humanística representada en sus muchas lecturas, marcha de la mano con su dominio técnico del lenguaje i las experiencias de sus años como agregado cultural de la embajada de Colombia en España i otros países entre los años de 1946 a 1953, aproximadamente. Se percibe en su escritura cierta alegría i curiosidad ante lo nuevo de los países visitados; los sesgos argumentales de los pequeños sucesos que originan sus historias, que habían sido vistos en su patria, adquieren la seguridad del hecho literariamente válido, cuando los ve suceder también afuera de nuestras fronteras, adquiriendo así la dimensión universal de todo lo humano. I los escribe, además, con maestría, en un lenguaje sencillo i espontáneo que lo consolida como escritor, al tiempo que aporta sus obras a la tradición literaria, contribuyendo a realzar nuestra cultura en el contexto internacional. Zárate Moreno tenía muy claras las condiciones de atraso i desigualdad de la sociedad de su tiempo en su patria; por ello puso su pluma al servicio de un cambio, al llamar la atención sobre los temas i problemas que veía necesario tratar en sus columnas, i al querer generar el debate o impartir una sana pedagogía de claras ideas liberales. Se resalta su perfil pedagógico, aunque su concepto de nuestros asuntos nacionales era un tanto negativo o escéptico, pero no lo movían complejos de inferioridad cultural o racial, sino que anteponía su rigor i honestidad intelectual al tener en cuenta el resultado del crudo balance de nuestra situación, como en su crónica titulada La estampa del indio.
Asume la defensa o el resalte de ciertos temas, con la clara intención de apuntar en la consolidación de nuestras culturas nacionales. Tiene muy en cuenta los elementos del paisaje, lo cual habla de la época en que vivió i la sociedad rural de la que proviene. Esta mirada suya abarca tanto a las regiones de Colombia como de otros países, por medio de textos serenos, lúcidas aclaraciones de criterios i conceptos políticos, sociales, históricos, descripciones o viñetas de los temas surgidos en una Colombia de vida bucólica, con algunas ciudades grandes i salpicada de pequeñas poblaciones, donde el impacto o influencia de lo rural se deja sentir en alto índice. Sus columnas, además, son un excelente retrato de la miseria i las limitantes condiciones de nuestro pueblo a mediados del Siglo XX, como en La violencia no es política; revelándose en verdadera cátedra de técnica literaria i propuesta estética en El secreto del lirismo; en Viaje a la playa, me recuerda el nudismo lúdico de Pavese, la vida despreocupada i vaga, como debe ser, desconectada de afanes económicos i productivos, en contraste, en contacto con la naturaleza.
LAS NOCHES DE LA VIGILIA - BALANDÚ; MANUEL MEJÍA VALLEJO
(Humo de la voz N.49; publicado en LA ESKINA global N.102, abril 20 de 2021)
Por Claudio Anaya Lizarazo
Libro publicado en 1976, i cuya fecha indica, tal vez, el cambio fisonómico que se estaba dando en nuestro país por esos tiempos: el paso de una Colombia mayormente rural a una Colombia citadina: las ciudades crecían rápidamente también como consecuencia del desplazamiento de los campesinos a sus arrabales, desplazamiento generado por la “violencia desbordada en el 48”.
Con el crecimiento de las ciudades la sociedad se transformaba, asumiendo una actitud más abierta al mundo, propiciado esto por el desarrollo en todos los campos de la técnica, pero principalmente en la tecnología de las comunicaciones. Determinándose así, un país claramente alinderado entre la sociedad rural i la citadina, lo cual llevó a la convivencia de dos culturas; pero interesa a este libro el desarraigo del campesino i sus descendientes en las ciudades, i la visión fragmentariamente mítica que podía aportar el campo, mitos sobrevivientes por muchos años en las barriadas marginales, aún hoy es posible encontrar vestigios de esos relatos, en unas ciudades que no han parado de dilatarse desde entonces.
Las noches de la vigilia narra las cosas que el escritor ve en los hechos más sencillos, lo cual demuestra el poder de la mirada poética para desentrañar un poco de maravilla al tedio de la cotidianidad, o para recuperarle al instante algo de belleza, así sea por breve tiempo, que de otra forma marcharía inevitablemente al inmediato olvido. Balandú es un lugar literario creado por Manuel Mejía Vallejo; es el escenario de estos relatos i está inserto dentro de la tradición latinoamericana de lugares como Comala, Macondo, o la Santamaría de Onetti, entre otros. Las noches de la vigilia es un libro de bestiario, de catálogo de figuras imaginarias que nos recuerda el Libro de los seres imaginarios de Borges, o los personajes del Confabulario de Arreola, o las geografías i pueblos exóticos de Michaux. Las noches de la vigilia es una obra de clara estirpe rulfiana por cuanto flota en sus personajes, relatos i fábulas, la desolada i punzante atmósfera de Luvina.
En La Casa de las dos palmas (tema medular en la obra de Manuel Mejía Vallejo, sitio elevado a la categoría de personaje) en el misterioso páramo, los espacios i lugares parecen cobrar vida, quizá porque han absorbido la esencia de quienes han desaparecido en ellos, porque se poblaron con las historias del pasado de muchos protagonistas, contenidas en las palabras, en los objetos i en los espejos de la casa de las dos palmas, o tal vez, porque era el destino de algunos personajes perderse o desaparecer en estos parajes para dar paso a las leyendas. El páramo se constituye en su narración en un protagonista con una personalidad cargada de misterio i de peligro, de actitud sabia, huraña i difícil como un eremita; en él, las personas, los animales, los objetos, las plantas, sólo son la circunstancialidad que, en algún recodo del camino, pacientemente preserva el rescoldo de las leyendas.
LEYENDAS DE LA ALHAMBRA; WASHINGTON IRVING
(Humo de la voz N.50; publicado en LA ESKINA global N.102, abril 20 de 2021)
Por Claudio Anaya Lizarazo
Fiel a la propuesta medular del Romanticismo, el escritor norteamericano Washington Irving, Nueva York, 1783 – 1859, buscó en España la historia, el mito i la leyenda, que no vio en su joven nación i que tampoco advirtió en la historia oral de las Culturas Siux.
Publicó: El libro de apuntes, Vida y viajes de Cristóbal Colón, Crónica de la conquista de Granada, Mahoma y sus sucesores, Vida de Washington, i Leyendas de La Alambra. Fue el primer escritor norteamericano de importancia internacional, que aprovechó su estadía en Europa (fue embajador en España) para ejercer su oficio literario, enmarcado dentro de la propuesta del Romanticismo, consistente en hallar el hecho estético en las leyendas, las tradiciones regionales, buscando en los pliegues más profundos del terruño a través de los viejos narradores orales, en olvidados i polvorientos archivos, o en las ruinas de viejas i vetustas construcciones, que fueron emblemáticas en sus tiempos.
Con la lectura de esta obra vemos la intención i los logros del autor, al mostrar el encanto espléndido de lo oriental, en los reflejos de la cultura árabe en su paso de varios siglos por España, i la rica herencia de leyendas mágicas i fantásticas que dejó i que ocasionó. Respondió así el Romanticismo, a ese otro intento de globalización de la política i de la cultura que se dio con el llamado Neoclasicismo, por eso, como todos los autores del Romanticismo, Washington Irving volvió sus ojos al terruño, a la exaltación del individuo, con una gran carga de misteriosa subjetividad.
Leyendas de la Alhambra, obra publicada en Inglaterra en 1832, a la cual el autor añadió otros cuentos a la segunda versión publicada en 1857, es una colección de relatos sobre hechos supuestamente acaecidos en La Alhambra, en cuya escritura, Washington Irving demuestra su gran dominio en la evocación histórica al fusionar con gran maestría la investigación de archivo i la recopilación de la leyenda oral, contada por familias cuyas numerosas generaciones vivieron en La Alhambra; pero también nos demuestra la calidad de su oficio literario cuando vemos en sus historias el hecho estético posibilitado por la sabia mezcla entre lo real i lo mágico: el dato histórico sustentando el vuelo de la fantasía.
MONÓLOGOS DEL HOMBRE; EUGENIO PINTO BARAJAS
(Humo de la voz N.51; publicado en LA ESKINA global N.102, abril 20 de 2021)
Por Claudio Anaya Lizarazo
Eugenio Pinto Barajas nació en Molagavita, Santander, el 28 de noviembre de 1922, i falleció en Bucaramanga el 12 de febrero de 1983, como consecuencia de un accidente. En 1948, a sus veintiséis años, publicó su primer poemario titulado Universo Interior; diez años más tarde fue ganador del Concurso literario “Aurelio Martínez Mutis” con su obra: Canción de los arados y otros poemas; fue ganador también del Premio de la Piña con su poema Ananás; en 1969 obtuvo, compartido, el Primer puesto en el Concurso de la Leyenda Popular Santandereana, convocado por Vanguardia Liberal.
Fue Subsecretario de Gobierno del Departamento, Jefe de Publicaciones de la Universidad Industrial de Santander, jefe de prensa de la UIS, funcionario de la Contraloría Departamental i Fundador-director de "El Grillo", el periódico que ejercía la vocería del Comité Cultural Estudiantil de la UIS en los años setenta.
Durante largos años colaboró en los periódicos bumangueses: Vanguardia Liberal, El Frente, La Espiga i El Liberal de Santander, fue también columnista de El Espectador i La República de Bogotá, El Colombiano de Medellín i Onda Libre de Ecuador, ejerciendo como crítico i comentarista de hechos culturales, históricos, además de los relacionados con la cotidianidad de Santander; fue promotor de la defensa de las ideas liberales, de la honestidad en los funcionarios públicos.
Su obra es el testimonio de un hombre que amaba a su tierra i a sus gentes, a su entrañable Provincia de García Rovira. El rasgo más característico en su poesía es un tono de adolorido escepticismo, de ese que hace pensar. Sus poemas fueron escritos en la ciudad, finalizando la primera mitad del Siglo XX, pero en ellos se nota la fuerte presencia de un trasfondo bucólico. La ciudad no había roto aún con el cordón umbilical que la unía a su pasado cultural agrario, i ofrecía la promesa de cierta comodidad pagada con el sentimiento del exiliado hombre del campo, manifestándose así la expresión de su malestar ante el desarraigo; el poeta observaba la encrucijada que representaban los cantos de sirena del progreso ante el rico mundo de símbolos que encarnaba su nativo paisaje, un añorado paisaje hecho a la medida del hombre; todo ese pulso sostenido entre el porvenir i la nostalgia, entre la quimera de lo que queremos ser i lo que terminamos siendo, el pasado, el inexorable paso del tiempo atesorado en un mundo de acuarela que se disuelve, produjo en Eugenio Pinto Barajas estos monólogos místicos, ante su tragedia interior i su deseo de rescatar su terruño, pero enfrentando la paradoja de que al habitar la ciudad ya no se es el mismo.
Estos textos, mirados hoy, son como los frutos naturales, como los brotan las plantas maduradas por los elementos, estructuras de apariencias modificables, cuyas irregularidades i hasta sus deficiencias, nos hablan de una cosecha i no de una producción transgénica; quiero ilustrar con esta aseveración que, no obstante algunas inconveniencias técnicas ocasionales en los poemas de Eugenio Pinto Barajas, éstos están cargados de significaciones e inquietudes que los salvan como una obra de decidido contenido espiritual, como una obra que nos puede sugerir una ventana a la conciencia, a la visualización de un mundo más grato.
Como homenaje a su memoria i para difundir su legado literario, la Universidad Industrial de Santander publicó en 1983 su libro titulado: Monólogos del Hombre, del cual forma parte el siguiente poema:
Visión (Eugenio Pinto Barajas)
Como de un mundo extraño.
Cada noche regreso.
Caigo al alba hecho tierra.
Se derrumba mi imperio.
¡Oh qué sueño borroso!
¡Oh qué sueño tremendo!
Soñar que soy eterno
y amanezco hecho tierra
sobre el montón de escombros
que me dejan los sueños…
PROSAS I CRÓNICAS; GUSTAVO WILCHES CASTRO
(Humo de la voz N.52; publicado en LA ESKINA global N.102, abril 20 de 2021)
Por Claudio Anaya Lizarazo
Gustavo Wilches Castro nació en Bucaramanga el 2 de octubre de 1889 i falleció en 1963. Su caso es emblemático de la educación que se impartía a principios del Siglo XX, en la cual, no obstante tener preeminencia las ciencias exactas, las humanidades ocupaban un importante lugar en lo que se denominó una formación integral. Prueba de ello es su oficio literario que lo llevó a producir una valiosa colección de textos en los cuales nos legó la visión que tuvo de su época i de su región. En este autor se representa la paradoja de ser un excelente prosista, tal vez de los más grandes que ha dado Santander, a quien se recordaba en los círculos políticos i en las asambleas de las logias, más por los cargos públicos y privados desempeñados impecablemente, que por su sorprendente producción literaria.
Wilches Castro se formó en la Escuela de Ingeniería Eléctrica de Nueva York. Fue el ingeniero más destacado en los proyectos de generación hidráulica de energía eléctrica en Santander durante la primera mitad del Siglo XX. Después de trabajar en la Compañía Eléctrica de Bucaramanga de 1919 a 1920, también en la firma Wesslhoert Power, de 1922 a 1923, que representaba en la Ciudad de Barranquilla a la Compañía General Electric; dirigió los talleres del Tranvía de Bogotá, entre los años de 1924 a 1926; administró la Compañía de Hilados i Tejidos de Samacá, entre 1926 a 1931; tornó a su tierra nativa para dirigir el Ferrocarril Central del Norte (Sección primera, Bocas-Puerto Wilches). En el año de 1938 fue Secretario Departamental de Agricultura, i durante la gobernación de García Cadena fue Secretario de Obras Públicas en Santander, en el año 1944 se encargó de la Gerencia del proyecto de la Central Hidroeléctrica del Río Lebrija. En el campo literario, abordó el ensayo, la prosa, el cuento. Son de larga recordación, entre otros, El bobo tiende a desaparecer, La maleta, i Escritura pública.
Muchos factores convergen en el insuceso, de que una abrumadora mayoría del pueblo santandereano ignore las exquisitas obras en las que algunos de sus escritores, imbuidos de un espíritu elevado i universal, han desarrollado una valiosa obra a partir de su parroquia. Tal es el caso de Gustavo Wilches Castro, escritor bumangués de la primera mitad del Siglo XX, entre otros célebres olvidados o ignorados, quien en sus comentarios de excelsa prosa, relatos i crónicas, utiliza un lenguaje de alta calidad literaria que nos induce inadvertidamente en el análisis crítico, en la verosimilitud de sus historias i en el halo cautivador de su visión de su época, enraizado todo ello, en el orbe mítico de la mentalidad de nuestro pueblo; mentalidad que aún hoy sobrevive sincréticamente, no obstante la integración de nuestra sociedad en las últimas décadas dentro del contexto universal i los asombrosos adelantos tecnológicos de las comunicaciones, que han generado un desarraigo en las culturas regionales con su ingreso pleno en la civilización material i sus grandes cadenas productivas i de mercadeo.
Agradecimientos a la UIS, por rescatar a este valioso autor santandereano, al publicarlo dentro de su Biblioteca Mínima Santandereana, en el año 2011, en un libro que es una interesante colección de textos que asumen los formatos de la crónica, el ensayo i el relato, todos estos de fuerte contenido o intensión poética, diríamos que hasta filosófica, pero de esa filosofía de la vida o la reflexión de la experiencia apoyada en un discurso técnicamente impecable en el que se puede advertir que el autor posee la riqueza de importantes i numerosas lecturas acumuladas, sabiamente asimiladas, lo cual le permite escribir sobre sus temas con solvencia i elevado nivel, pues es una prosa con carga vital, además de exquisita i delicada, con el sabor del terruño i de la época del autor. Con un lenguaje fresco i claro como el agua de los arroyos, captó la ingenuidad de la visión de un mundo primigenio, subyacente en nuestro mestizaje racial i cultural; captó los presupuestos i el talante del mundo antiguo, implícito en la atmósfera de un Siglo XIX que sobrevivió en nuestros campos i pequeñas ciudades hasta después de mediados del Siglo XX.
No se nombra a Gustavo Wilches Castro dentro de la literatura santandereana, i sólo hasta la aparición de este libro de bolsillo que se titula con el nombre de su autor, el número 11 dentro de la mencionada colección, se habían conocido muy pocos de sus trabajos desperdigados en los periódicos de la ciudad de Bucaramanga en los tiempos del autor, correspondientes a las décadas de los años treinta hasta inicio de los sesenta. Pero con esta edición de la UIS, se da la posibilidad para un relativo público lector, de conocer la obra de este escritor, restableciendo así, su lugar en nuestra tradición literaria.
Finalmente reiteramos la asombrosa capacidad del pueblo santandereano para ignorar o desechar las obras de sus autores, en este caso un gran autor; i pensar que hay tantos profesores de literatura que continúan recetando libros de manidos autores i de otros redactores de esos pelambres editoriales, mercachifles de las metafísicas de las varitas de olor, o, de métodos para lograr con ventas i negocios el éxito social i económico.
RÉQUIEM; ANTONIO TABUCCHI
(Humo de la voz N.53; publicado en LA ESKINA global N.102, abril 20 de 2021)
Por Claudio Anaya Lizarazo
Con un lenguaje anecdótico i realista, dentro del cual vienen insertas obvias aseveraciones, pero referidas a ámbitos mágicos, fantasmales i remotos, Antonio Tabuqui nos ubica en el umbral impreciso que se desdibuja entre lo real i lo irreal, aquí, vida i sueño se confunden, narrados con un humor sesgado que contribuye a estabilizar una situación mágica (absurda para la lógica) como algo real.
……
–Es que aquí está un amigo mío (en el cementerio); –respondí.
–¿Y cree usted que va a responderle? –dijo el guardia el cementerio.
Nuevamente preguntó el guardia:
–¿Cuál es su apellido?
–Slowaki –dije–, Tadeus Slowaki.
–Pero ¿está enterrado con su verdadero apellido o con el seudónimo?
……
–Ha hecho usted bien –dijo (el maitre de la Casa del Alentejo)– Su cita está en perfecta consonancia con todo esto, este club es sólo un recuerdo.
……
El señor es un profesional, observé, creo que me he metido en un buen lío. El maitre de la Casa del Alentejo sonrió con su sonrisa melancólica. “Tardes y tardes aquí solo –dijo– aquí solo jugando contra mí mismo, así es la vida”.
……
–Es muy sencillo –dijo el vendedor de historias– soy un escritor fallido, esa es mi historia.
……
…habla de un mundo mágico, de una sirena que trabajaba en un circo y que se enamoró de un pescador de Ericeira…
……
–Usted es un mentiroso –dije– un perfecto mentiroso, tal vez engaña a sus críticos, pero ahora tiene que engañarme a mí también, no se está comportando de manera honesta.
……
–Sépalo de una vez –dijo– yo no soy honesto en el sentido que usted le da a esa palabra, mis emociones las siento sólo a través de la ficción verdadera, considero que ese tipo de honestidad del que me habla es una forma de pobreza, fingir es la verdad suprema, es una convicción que tuve siempre.
–Está usted exagerando –dije– ahora está mintiendo por partida doble, ¿no es verdad?
–Claro que es verdad –replicó mi invitado– lo importante es sentir.
……
Trance de un día, relatado desde el ambiguo lindero donde se rehuyen lo real i lo onírico. En Lisboa, como a veces ha ocurrido en otros lugares del mundo, lo misterioso no siempre fluye de las sombras o de la oscuridad sino de la luz destellante de un día de sol canicular, incluida su noche. A veces la luz oculta más riqueza que las sombras. Toda esta magia luminosa se diferencia de la fantasía que surge de la oscuridad, en que no es escatológica sino vital, i se podría llegar a afirmar como festiva. Entre los personajes de esta novela resaltan: el muchacho delgado, el lotero cojo, el guarda del cementerio, Xiriata, el barman del museo de arte antiguo, el pintor copista, el maitre de la Casa del Alentejo, el invitado, i el vendedor de historias.
Réquiem no sólo es un entrañable homenaje a Lisboa, sino un homenaje a la literatura i la cultura europea. Un homenaje al pasado de esa cultura, aunque toda cultura es memoria porque es esencialmente acumulación de historia i conocimiento. El protagonista de esta novela vive un extraño día, a partir de una cita concertada para las horas de la noche, con el fantasma de un escritor. Es tan determinante la personalidad del fantasma que lo convoca a esa cita, que el protagonista entra al ámbito de lo real-irreal, i es por medio de ese camino que desanda la ciudad que es i que fue su paisaje de arraigo por los vestigios que tiene en común con esa Lisboa que ha sido fundamental por sus aportes para la cultura europea, e inquietantemente representada en la múltiple personalidad de Fernando Pessoa.
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