LA ESKINA global , periodico cultural

miércoles, 12 de agosto de 2020

LA ESKINA virtual número 19

 LA ESKINA   ISSN 1900–4168

No 19, agosto de 2020

laeskinavirtual@gmail.com: https//laeskinavirtual.blogspot.com/;grupo LA ESKINA: Gloria Inés Ramírez M., Gloria Elena Carrillo, Jaime Rojas Neira, Claudio Anaya Lizarazo.

©Reserva de derechos de autor. Las opiniones expresadas en los artículos de esta edición son responsabilidad de sus autores.

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: MADRE Y POESÍA

Contémplala, Poesía.

Mírala entre su jardín

evocando a sus hijos lejanos

y pidiéndole a los Dioses su protección.

Suavízale cierto rumor que deja asomar

cuando solo se concentra en el más débil:

ese iluso que erige Palabras al viento,

cosecha Soledades y alimenta Quimeras.

No permitas que abatida por sus tantos años

la Sombra que siempre merodea la cobije

en el entresueño de sus plegarias inconclusas;

vela porque hasta sus mínimas e íntimas faenas

se solacen en la dicha de los deberes cumplidos.

Mira que toda su vida, reciamente batallada,

nada más se le ha ido en ofrendar y amar.

Sé bondadosa con ella y perdónale sus aires.

Preserva en toda su ancianidad el Poder

con el que espanta pesares y adversidades

y concédele bendecir uno a uno sus hijos

antes de que clausure suavemente

las inmensas puertas de su Casa.

Ah… no la descuides ni un momento,

Poesía. Mantén atenta tu preciosa mano

para que el último de sus pasos

sea el serenísimo de sus días.

A cambio, te seguiré ofrendando mi vida

haciendo menos amargas

y más visibles tus palabras.

Protégela bien, Poesía, que es mi Madre,

Y de ella provienen tus Vendimias.

Loada sea tu Esencia.

Hernán Vargascarreño, nació en Zapatoca, Santander, en 1960. Es poeta, traductor, docente de literatura egresado de la UIS., y editor; dirige el sello editorial Ediciones Exilio, y la Revista de poesía Exilio. De su autoría ha publicado los libros de poesía: País íntimo en 2003; Piedra a piedra en 2010; Tempus en 2014; El viaje en 2014; El niño que no sabía jugar a la paz en 2017; tradujo y publicó a Edgar Lee Masters con el título Almenas del tiempo, a Emily Dickinson con el título ¿Quién mora en estas oscuridades?, y a Fernando Pessoa con el título Antinoo. Ha obtenido las siguientes distinciones: Premio Nacional de Poesía Antonio Llanos, Cali, 2000; Segundo finalista en el Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá, IDCT, en el año 2002; Premio Nacional de Poesía Poetas contra la guerra, Casa de Poesía Silva en el año 2003; Premio Nacional de poesía José Manuel Arango en 2010; en el año 2017, su libro Montuno, fue uno de los cinco libros finalistas del Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura de Colombia.


EL CANTO

        Un estudio revela que el serinus serenus, ave urbana pariente del canario, dedica más tiempo a cantar, lo hace con mayor intensidad y con frecuencias más altas, cuando vive en entornos urbanos. Pero su canto no expresa felicidad ni lo anima el deseo de arrullarnos.

        Si canta más que las aves que habitan bosques, selvas y montañas, es porque requiere compensar el bullicio de la ciudad, mitigar la molestia que altera su ciclo de vida. Agregan que es útil “emplear” aves para tolerar el ruido urbano. Hasta aquí el frío informe de los especialistas, que dista de ser una revelación de códigos del paraíso.

        Podemos concluir que el trino exige silencio y lo que creemos fiesta o cadencia suele ser rebeldía, resistencia, queja o pavor. Sorprende la afinidad de este canto con la voz de ciertos poetas. Aves medrosas, para luchar con tanto ruido no tienen más defensa que escribir.

Luz Helena Cordero Villamizar, estudió sicología en la Universidad Nacional de Colombia, y obtuvo una maestría en literatura en la Pontificia Universidad Javeriana, y se fue por las ramas hasta consolidar un quehacer que hasta hoy ocupa sus días. Vive en Bogotá, donde ejerce su oficio literario en los géneros de cuento, poema y ensayo.

Sus libros: Canción para matar el miedo (cuentos, 1997)), y El puente está quebrado (relatos, 1998), obras publicadas por la Editorial Magisterio, narran situaciones críticas desde la mirada de los niños. 

Los libros de poemas, publicados, son: 

-Óyeme con los ojos, (Verdehalago, Ciudad de México, 1996 y Editorial Trilce, Bogotá, 1996), 

-Cielo ausente (Ediciones Sociedad de la Imaginación, Bogotá, 2001), 

-Por arte de palabras (Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2009), 

-Postal de la memoria. Antología personal (Caza de Libros, Ibagué, 2010),

-y Eco de las sombras (Uniediciones, Bogotá, 2018),

-Su libro Pliegos de cordel (Domingo atrasado, Bogotá, 2019) reúne poemas, ensayos y crónicas.

Recibió mención de honor en el Premio mundial de literatura José Martí, en San José de Costa Rica en 1997, y primera mención en el Primer concurso de poesía Fernando Mejía Mejía, en Manizales en 1992. Su obra poética ha sido incluida en diversas antologías, y algunos de sus ensayos y crónicas se han publicado en revistas académicas y literarias. Luz Helena Cordero Villamizar es conocida como poeta, pues la mayor parte de su obra en prosa está inédita.

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FRAGUA DEL SILENCIO

Si la palabra arde y quema

es porque quizás

el silencio consume

con sus brasas

cada uno de los sonidos

que provienen de la lengua

No hay poema

si la palabra no pasa

finalmente

por la lenta fragua del silencio

SERES ANÓNIMOS

Con su oscura pátina

la desidia

unge el reverso de las cosas

Cada cosa tiene dos caras

Una para resistir el paso del tiempo

otra para que el olvido talle su     

Las cosas que se olvidan

no mueren

cambian de rostro

Las cosas que cambian de rostro

cambian de lengua

El silencio

es la lengua de los seres anónimos

Julio César Corea Díaz, nació en Bucaramanga, Santander. Es Licenciado en Español y Literatura, Especialista en Docencia de las Ciencias Sociales, ha ejercido como profesor de nivel universitario.

Ha sido ganador de premios nacionales de poesía como: Tercer Concurso Nacional de Poesía “Carlos Héctor Trejos”, en Río Sucio, Caldas, en 2004; Tercer Concurso Nacional de Poesía “Ciro Mendía”, en Caldas, Antioquia, en 1977; Tercer Concurso Nacional de Poesía “Julio Cortazar”, en Bogotá, en 2007.

Ha sido incluido en selecciones de poesía, regionales, nacionales e internacionales.

Ha publicado los libros de poesía: El altar de los oficios; Auto-retrato con girasoles; Bajo el sol de marzo; Pájaro recién pensando.

Fue tallerista y evaluador del Concurso Nacional de Cuento CNC-ASCUN, durante varios años. Actualmente vive en Manizales y orienta el blog La Pipa de Magritte (http://lapipademagritte.blogspot.com)

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Humo de la voz

EL LIBRO Y LA POESÍA, COMO EXPERIENCIA VITAL

por Claudio Anaya Lizarazo

Provengo de una tradición cultural dentro de la cual, el libro era considerado como la máxima expresión de la cultura y el más óptimo vehículo de difusión del conocimiento. Para determinados círculos de población, esto fue un hecho hasta finales de los años ochenta del siglo pasado cuando, después de una larga serie de inventos aplicados a la comunicación, la educación y la cultura, el libro y con él las revistas y los periódicos, perdieron gran parte de su espacio y su influencia con estos públicos, porque con los otros públicos no había tenido ni siquiera el acceso. Desde la fotografía, el telégrafo, el teléfono, el fonógrafo, la radio, la televisión, la computación, el sistema Windows, las redes sociales y hasta las prehistóricas maquinitas y los “ataris”, han servido a la difusión de la cultura y el conocimiento, además del entretenimiento. Es un hecho que, toda esta tecnología presta excelentes servicios a la investigación científica, a la cultura, pero también y mayormente a las manipulaciones políticas y financieras; y todo esto se disuelve sin mayores consecuencias en los agitados océanos de las redes sociales, presentando una gran ironía: nunca antes los grandes públicos habían tenido la oportunidad de una información inmediata y en cierta forma independiente, pero nunca antes la ciudadanía había estado tan expuesta al engaño y la manipulación. Es cierto lo que alguna vez oí: “Nunca antes se había tenido la oportunidad de publicar con tanta facilidad”, pero también es cierto que lo publicado en redes desaparece en el marasmo del inmediatismo y la fugacidad, edulcoradas con la baba de una mediocridad trivalizante y desmemoriada.

Estos medios electrónicos han introducido modificaciones en el concepto de libro y lectura. Recordamos a Roger Chartier y a Santiago Kovadloff, para quienes, respectivamente, la lectura actual es una navegación en un río de sucesivos islotes movibles, y el libro es algo mucho más amplio que supera la cuestión de su envase; en este punto cómo no citar a Borges para quien el libro, mientras no sea leído, sólo será un cubo de papel y cuero. A riesgo de mis detractores digo que, el eje central de todo este mundo de las comunicaciones electrónicas y redes sociales, sigue siendo el concepto libro, que hace referencia a un conjunto de datos, conceptos e información que en sí misma conforma una unidad, estética y a veces, ideológica. La idea del libro como eje cohesivo en las redes, quizá sea el factor que impide a cuantiosos individuos y sociedades, ingresar en la subcultura de la atención dispersa, de la cual están a un solo paso; esta acepción vuelve a poner en presente al libro, como al más importante medio de transmisión cultural durante todos los tiempos, porque si echamos una mirada hacia atrás, veremos que desde los jeroglíficos, las tablillas cuneiformes, los rollos de papiros y pergaminos, y en la actualidad por medio de archivos y carpetas en diferentes lenguajes informáticos, el libro apunta a consolidar (sin dictar la última palabra o sin pretender agotar el tema del que trata) la idea de ofrecer cuando menos, un mínimo de elementos de juicio o una cierta área explorada que le permita al lector, una mirada o una idea por lo menos panorámica de su tema de estudio.

En consecuencia con lo anterior, un libro también puede ser el relato de un testimoniante de un hecho, de una vida, de una infinita gama de situaciones humanas, la suma de una experiencia vital a la cual sólo se llega con tiempo, lectura, meditación, diálogo y silencio, pero sobre todo de observación y curiosidad, que son precisamente lo que posibilita todo lo anterior. Las culturas tradicionales y vernáculas tenían en gran estima a las personas mayores, a quienes consultaban en los asuntos de importancia; acordémonos de los consejos de ancianos de los pueblos nativos en este extenso territorio; una de nuestras vertientes culturales y raciales. Luego, el concepto libro sigue englobando la suma de la experiencia vital que aspira más que a ofrecer respuestas, a generar las preguntas que el lector o el oyente tienen en estado potencial como todo ser humano, y que sólo necesitan por medio de la lectura, poner en cuestión sus asuntos con la voz que dirige el relato, para que estas preguntas surjan y el lector entre en condición de respondérselas a sí mismo.

Hoy tengo tres libros en mis manos, tres libros afortunados que hacen afortunados a sus lectores; hablo de Cuerpo laborioso, de Hernán Vargascarreño; Eco de las sombras, de Luz Helena Cordero Villamizar; y, Fragua del silencio, de Julio César Correa Díaz. Tres poetas nacidos en Santander, y que ahora, en plena madurez de su oficio, producto y resultado de toda una vida de ejercicio, nos hablan desde la voz de la experiencia.

En Cuerpo Laborioso, de Hernán Vargascarreño, la exploración del mundo es la exploración del propio cuerpo. En esta obra, cuerpo y mundo son la misma materia, luego el cuerpo es el mejor camino para llegar al alma y, en consecuencia, para tratar de entender al mundo y ubicarnos en él.  Vemos en este libro un retiro de las bregas del mundo exterior para centrarse en el mundo interior, queriendo encontrar y disfrutar con este abandono, la gratificante sensualidad de la vida. Siguiendo tal vez la saga de Emily Dickinson, se refugia en su jardín interior, con la lucidez de que sólo las cosas esenciales de la naturaleza y de las culturas y tecnologías que no ponen en peligro al planeta, son las que vale la pena vivir, sólo así, la vida adquiere sentido. Y se rinde culto al pasado, esa materia poética que nos constituye, y que a su vez, no es más que las palabras bajo nuestra manera de mirar y de recordar; se exploran los asuntos esenciales, el oficio de escribir y su denodada lucha con las palabras, el contacto con los elementos naturales y su erotismo lúdico, el entrañable afecto a los seres queridos y a su vez la gran duda sobre la condición humana; toda una vocación de retiro construida con una sólida individualidad, mientras afuera, otras realidades colectivas se erosionan ineluctablemente.

Eco de las sombras, de Luz Helena Cordero Villamizar, nace quizá de un regreso, como puede advertirse por las historias implícitas tras la musicalidad de estos poemas y en el sereno fulgor de sus imágenes. La muerte, que para este caso adquiere el ropaje de la meditación, es ausencia y sorpresa, aunque dé muestras y haga sus anuncios, pues se manifiesta en inusitadas circunstancias; es el reencuentro con los cotidianos y pequeños hallazgos que nos indicaron esa lenta y paciente conformación del mundo, situaciones que volvemos a ver no ya en sus acaecimientos sino en el rastro que esas vivencias han dejado en las personas, en las estancias y en los objetos, que contribuyeron a poblar el mundo de la niñez, cada ser, cada rincón o cada objeto de la casa, nos cuentan nuevamente nuestra historia con rumores y susurros, universo que un día abandonamos para continuar nuestro camino, y quedó oculto, en espera de una segunda oportunidad para brindarnos sus ingenuas alegrías y curiosidades. Nos enfrentamos entonces a lo inexorable, a lo irrecuperable, o, a lo recuperable sólo a través del lenguaje y la mirada. Entonces, con estas evanescencias y con estas fragancias, nos damos a la tarea de cultivar un jardín en el seco suelo del escepticismo.

Fragua del silencio, de Julio César Correa Díaz, es una espléndida reflexión poética sobre las experiencias de toda una vida, reflexión llevada a feliz término, de la mano de un disciplinado ejercicio del oficio de escribir, en combinación con un rigor intelectual que hace acopio de la historia personal y la mira a través del poder fundador de la palabra, que nombra y calla, que expresa e indica, en una pulsación entre ser o no ser, o, entre voz y silencio; No hay poema/ si la palabra no pasa/ finalmente/ por la lenta fragua del silencio/; nos dice Julio César, para indicarnos la lenta y prolongada gestación de este poemario fecundo en experiencias, cincuenta y dos poemas, cincuenta y dos episodios como cincuenta y dos puntas de icebergs, cada uno sostenido por una gran masa de silencios flotantes en las penumbras de la memoria, en los ignotos mares del pasado, en esa región donde sueños, realidad, recuerdos, pensamientos, palabras, integran el barro elemental del que estamos hechos.

LA ESKINA global es un proyecto cultural de distribución gratuita.

 

LA ESKINA global proyecto cultural y educativo.

Edición y dirección: Claudio Anaya Lizarazo.
Diseño y diagramación: Gloria Inés Ramírez Montañez
Bucaramanga, Colombia.

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